Estaban dejando a Wess Russel bien limpito por delante y por detrás. Ryan Rose, el más guaperas y fuerte de los tres, cogía al chavalín por las nalgas separándoselas con ambas manos, intentando horadar el agujerito de entrada con su lengua. Austin Avery apretaba los labios todo lo fuerte que podía en torno al rabo duro y largo.
El muy cabroncete no paraba de menearse hacia adelante y atrás, imaginando que estaba en un trenecito de placer. Recibió su primera polla por detrás a pelo, mientras la suya se zarandeaba arriba y abajo por la follada y con su mano derecha hacía lo que mejor se le daba, hacer una buena paja a Austin pegando caladitas a su cipote a punto de reventar.
El trenecito no fue sólo una fantasía que se le pasó por la cabeza, fue una realidad. Ryan seguía beneficiándose su trasero. Austin le dio la espalda, se inclinó y dejó que le penetrara el culo. En un momento Wess se encontró emparedado entre dos machotes, dando y recibiendo, intentando controlar toda esa cantidad de placer que sentía.
Austin también quiso probar lo que se sentía al ser vagón de mercancía. Se puso en medio. Metió su polla caliente dentro del nalgón de Wess y recibió la del guaperas de Ryan por detrás. Se sintió casi impotente. Si tiraba hacia adelante, sentía gusto en la polla, si tiraba hacia atrás, se clavaba la enorme barra caliente del otro. Al final decidió ir con todas y tiró a matar, meneándose sin importar el gusto que le invadiese.
Wess se dio la vuelta y se corrió en la boquita de Austin. Vio correr los chorretes de lefa que expulsaba su polla por la lengua, dentro de su boca, cayendo por su barbilla. Ryan se contagió de las ganas, sacó el rabo del culo y se la pajeó al otro lado, dispuesto a poner la guinda final sobre esa cara ensudada en lefa.
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