Nadie le daba masajes como Barron. Esas manos fuertes y calientes rozando todo su cuerpo. A menudo los comenzaba sentándose sobre su trasero y aparte de las manos, Jared podía sentir el calor de un buen paquete abriéndose hueco por la raja de su culo. Y es que el culazo de Jared estaba hecho para perder la cabeza y la polla dentro de él. Blanquito, grandote y algo peludo.
Cuando Barron le peló el pandero bajándole los calzones, sin querer Jared estiró la pierna, a punto de sacarle el pito morcillón por la bragueta por donde comunmente se la sacaba para mear. Le agarró las dos nalgas con las manos, sacó la lengua y la posó lenta y cuidadosamente en su ojete taponándoselo y lubricándolo con su saliva, hasta que no aguantó más la fuerza que ejercía su rabo contra la tela de los gayumbos y terminó sacándosela.
Lo mismo que Barron alucinaba con el culazo de Jared, le pasaba a Jared cada vez que veía la descomunal polla de Barron colgando entre sus piernas. Le colgaba al muy cabrón como la de un caballo y el gustito que sentía cuando él se tumababa sobre su espalda y le dejaba la verga entre las piernas rozándole la raja y los huevos, le obligaba a abrir las piernas por instinto deseándola dentro de su cuerpo.
Barron amaba el culazo de Jared e igual que un hetero se lo pasaba bomba con una cubana, sumergiendo la polla entre los melones de una tia, a él le gustaba hacer lo mismo encajando su enorme y gordo pollón en la raja del trasero de Jared, lubricándolo bien y deslizando una y otra vez su mango por ese hueco profundo que tanta satisfación de daba.
Muchas veces llegaban hasta ese punto y los dos se conformaban con la experiencia, cuando Barron empezaba a soltar la lefa sobre su espalda, pero ese día Jared quería seguir adelante, así que antes de que se corriera, se dio media vuelta sobre la cama dejando que Barron le lubricara, le sobara la polla y se la comiera. No estaba tan dotado como Barron, pero los dos estaban muy bien armados, así que el siguiente paso fue hacer un sesenta y nueve.
Fue Jared el que más complicado lo tuvo. Al tamaño del pollón de Barron, había que unirle que estaba encima de él, que le colgaban una barbaridad las pelotas y que se hacía complicado resistir la leche en los huevos cuando un tio así te taponaba las narices y te ponía las bolas calientes en el entrecejo. Siempre estaban tan cachondos que cualquier momento era bueno para correrse.
Les encantaba hacerlo al lado del espejo. Esa sensación de que había más tios follando aparte de ellos en la misma habitación les daba un morbo adicional. De nuevo los huevazos colgantes de Barron fueron los protagonistas. Después de probarlos la primera vez, Jared ya no quería otra cosa. Solía darle la espalda, dejar que le metiera unas buenas empotradas por detrás y dejar una pierna en el suelo y la otra subida en cualquier sitio, lo que le garantizaba sentir el roce de las bolas no sólo chocando con las suyas y metiéndose entre sus piernas, sino también rozándose la ingle.
Barron era de los tios que sabían controlar perfectamente los sentimientos de su polla. Unas veces se dejaba llevar y otras controlaba hasta satisfacer a su pareja en la cama. Por eso Jared sabía cúando ponerlo entre la espada y la pared, sentándose encima de él, insertándose su rabo por el agujero, dejándole apenas espacio para recuperarase entre metida y sacada entre su culo y el colchón, llevándole al límite.
Le encantaba mirarle a su guapísima y atractiva cara, sus ojos, las expresiones de su cara suplicando que le dejase más espacio, haciendo esos gestos arrugando la frente como si estuviera a punto de abandonarse al placer de rellenar su culo de leche. Pero al final Jared siempre cedía y terminaba corriéndose el primero, llenando de leche el muslo de Marron.
Sólo entonces Jared subía el culo y dejaba espacio a Barron para agarrarse la polla y pajeársela. Sus corridas siempre eran espectaculares. Un chorrazo intenso y largo disparado hacia arriba y dibujando una curvatura dejando un rastro de leche sobre su pierna, otro mojándole los huevos peludos. Y mientras todavía le salía leche por la polla y le temblaban las piernas, Jared le agarraba la verga y se la volvía a introducir por el culo, haciendo que se volviera loco de placer.