Los conjuros para invocar a estrellas del porno se habían corrido, nunca mejor dicho, como la pólvora. No había pared de vecino a través de la cual no se escucharan gemidos de placer como nunca antes y no era para menos. Los que traban para pescado cobijaban sus rabos entre ese par de melones codiciados y los que gustaban de carne combatían los mejores rabos dentro de sus bocas y sus nalgas.
Si bien la mayoría de tios tiraba hacia un buen rabo, Jax Thirio era de los que prefería invocar un buen culazo. Durante su juventud, lo había disfrutado de vicio con aquella escena de Johnny Rapid follado por varios polis en las duchas de la prisión y necesitaba explorar ese agujero de primera mano con su herramienta.
Un caldero alrededor de un hexágono formado por seis velas ardiendo, unas gotitas de poción del cuerpo perfecto y un dildo de cristal como cucharón para remover la mezcla. Ante él apareció Johnny con su camiseta de tirantes blancas de abanderado. Era tan delgadito y pequeño como imaginaba y ya sólo de pensar en penetrar su estrecho culito se le montó una buena tienda de campaña en los calzones.
Johnny se los bajó, dejó rebotar esa hermosa, gorda y venosa polla frente a su jeta y le empezó a degustar el nabo a ese atractivo daddy. El hambre de Johnny aumentó al ver el cuerpazo fornido de Jax, su musculoso torso, sus fuertes brazos. Le hizo una felación de garganta profunda hasta sacarse unas cuantas arcadas, hasta sentir el roce rugoso de los cojones en sus labios.
Jax pasaba de ciertas mariconadas como chupar pollas, pero ya que tenía a Johnny ahí, no dejó escapar la oportunidad de comerle el rabo. Para su sorpresa, se quedó chupándosela más de la cuenta y los grumos de saliva se le escapaban de la boca cayendo al suelo.
De un empujón, Johnny estampó la espalda de Jax contra el sofá, le hizo ponerse un condón y se sentó sobre sus piernas empalándose en su robusta pollaza. La cara de Jax era de felicidad pura, viendo ese culazo rebotando y tragándose su polla, tan estrecho pero tragón. Los huevos se le subieron a cada lado de la base del nabo, preparados para meter la descarga de un momento a otro.
Respiró hondo y se le bajaron, pero al momento Johnny empezó a culear rápido tragando rabo y volvió a tener problemas para aguantar la leche dentro de los cojones. Era una puta delicia verle saltar sobre su verga, mientras le daba la espalda y se tumbaba sobre su torso, la minga de Johnny rebitando de un lado a otro, impulsada por la fuerza de la follada.
Le puso a cuatro patas y le dio por detrás. Era difícil creer que realmente estuviera penetrando el culazo de sus sueños. Le tumbó en el sofá y le dio duro. Los ojos de Johnny estaban fijos en los suyos cuando hizo una mueca de gusto y el chaval dejó escapar toda la leche. Johnny se apoyó en el sofá con los codos y esperó a que Jax reventara sobre él. Jax se pajeó sobre el cuerpo corrido del chaval y le desperdigó todo su semen por encima.
Apenas tuvo unos segundos para mirar a Johnny con su leche encima y desapareció. Volvió a quedarse solo en la habitación, con la polla corrida entre sus manos. El sofá estaba limpio e imaginó que Johnny estaría ahora en alguna otra ciudad, quizá despertándose y creyendo que toda esa lefa que tenía encima sería producto de algún sueño húmedo.