Dos amigos a los que por las altas horas a las que se quedan tomando unas copas, deciden quedarse uno en casa del otro. Romeo Davis va a tener que dormir en el sofá, porque en la habitación de Rico Vega hay una cama para un solo jugador, bueno, eso es lo que él dice, porque cuando quiere caben dos o tres.
El hambre hace mella en Rico, dado a levantarse de madrugada para tirar de lo que sea que haya en la nevera. Coge una manzana, que así de sano y buenorro está, y se da cuenta de que la luz del salón está encendida. Romeo ha descubierto la colección de revistas guarras bajo el cojín del sofá y tiene la minga por fuera de las bermudas. Rico se le queda mirando un rato. Para ser amigos desde hace tanto tiempo, no había reparado en que Romeo le hace tilín.
Dos colegas necesitados a altas horas de la madrugada y un poco mamados, por qué no decirlo. Solos en casa. Aquello no tiene por qué salir de allí. Rico se tira encima de Romeo y se comen a besos, le mete un agarrón al paquete y a cambio recibe unas palmaditas en su estupendo trasero. En apenas unos segundos ya han decidido quién se va a follar a quién.
Al sentir los labios húmedos de un amigo aprisionando su polla tiesa, sus caricias y el cosquilleo, Romeo lanza una breve carcajada de auténtico placer. Rico va a por todas y el cabrón se la quiere meter hasta la campanilla. Sorprendido por la hazaña, Romeo tiene que sujetarle por los hombros y hacerle retroceder. No está acostumbrado a que los tios lleguen tan a fondo con su larga pija, pero este es un valiente.
Le mira y le pregunta si está seguro. Rico no responde, está en modo cerdaco con los morretes mojados de saliva. La mejor respuesta es un buen ataque. Vuelve a merendarse la pija. Romeo le agarra por el cogote con una mano y por la barbilla con la otra y le ayuda. Sonidos guturales, alguna que otra arcada, las babas colgando por la durísima polla. Romeo agarra por detrás del cuello a Rico y le invita a chuparle los huevos con toda su verga dentro de la boca. El resultado es la arcada mayor.
Romeo siente que está en el cielo cuando se sienta en el sofá y Rico se sube encima, haciendo una sentadilla sobre su cara, poniéndole la entrada del ojete en la boca, dejando reposar sus huevazos en los ojos, taponándole la nariz y con la larga polla rebozándose por la frente. El gusto de un ojete, el olor de los huevazos, el tacto de la polla. Todos los sentidos confluyen y hacen que le rezume precum por el rabo.
Rico se da la vuelta y terminan haciendo un sesenta y nueve, uno comiendo culo y el otro tragando polla. El culazo de Rico es de otro mundo, soberbio. Rico se pone a cuatro patas y mira hacia atrás cuando Romeo se acerca, le sonrié. Romeo le da unos azotes en la raja y le hunde la polla sin condón por el trasero. Rico encorva un poquitín la espalda resistiéndose a que otro hombre le enfile por dentro, pero al final la relaja, suelta un gemido profundo y la acepta.
Romeo, todo lo alto que es, ya está frotando su verga dentro del ano. El tio tiene un flow con la gorrita con la visera hacia atrás, esa cara de vicioso, que a ver quién es el guapo que no le abre el culo. Le gusta montar, arrear un buen culazo por detrás, blanquito, con un par de turgentes globazos que reboten con cada caderazo suyo. La tiene tan gorda que entra super estrechita.
Van a la cama. Allí Rico se sienta en las piernas de Romeo, se enchufa su polla desnuda por el ojete y se deja amar. Le encanta saltar sobre la verga de un tio y besarse sin fin, dejando que todo fluya. Rico levanta el culo a posta dejando que el rabo escape de su interior. Sigue saltando y ahora nota el pollón caliente rebozándose por toda la raja de su trasero.
La de veces que han hablado de tamaños de rabo y no creía a Romeo cuando le decía que el suyo en erección formaba una U con su torso. Cuando le decía que era como un puto gancho inclinado hacia arriba que volvía locos a los tios. Ahora, bocarriba, viendo a su colega darlo todo, estaba descubriendo ese placer, el placer de una polla erecta en forma de U con el cuerpo, que al meterse por el interior de su agujero le tocaba puntos jamás explorados.
No acaba una noche de cerdeo entre colegas sin paja. Romeo besa a Rico mientras él se la casca. Su amigo ha elegido el momento justo para soltar la lefa. Tenía que elegir hacerlo justo cuando él estaba pasando el brazo por debajo de su rabo y como regalito se ha llevado algo de leche encima. Romeo no podría irse a dormir a gusto sin ver la cara de su colega cubierta con su semen. Le confiesa que ese fue el motivo por el que estaba despierto a altas horas, porque no paraba de imaginarla con su leche encima.
Rico le da ese gusto. Se tumba, abre la boca, saca la lengua y Romeo se pajea la gordísima polla encima de su jeta. El primer chorrete le cae en la lengua y resbala por la barbilla. El segundo, más potente, deja un lefazo lleno de mecos blanquitos sobre la barba de su mejilla izquierda. Un tercero baña esa barbita aún más de blanco polar. El resto sale desperdigado como lluvia sin control.
Rico bajó a por una manzana, pero igual de sano era el calcio y las proteínas de los cojones de un buen amigo. Romeo le da de comer arrastrando con su mano la lefa, conduciéndola al interior de su boca. Con los dedos mojados dentro de ella, Rico los rechupetea. Romeo baja a besarle. Sin querer su también prominente y negra barba se impregna de leche.