Tres tios cachondos y mamados en nochevieja, no podían hacer otra cosa que divertirse hasta las tantas. Después de cenar, comer las uvas y brindar, Gaucho, Marco Antonio y Felix Hain se quedaron viendo una peli porno aunque no llegaron ni al primer asalto, porque al ver la primera polla en la pantalla, el primer culo penetrado, a Gaucho y Marco Antonio se les levantaron las espadas, se las tuvieron que sacar para pajeárselas y al ver el tamaño de esas porras Felix se metió la mano por los pantalones, alcanzó el ojete de su culo con los dedos y, sin dejar de mirar cómo se masturbaban esos gigantescos pollones, se dedeó el agujero.
Ya hacía rato que se habían olvidado de la porno y estaban haciendo la suya propia. Felix estaba entre los dos, sintiéndose intimidado por el tamaño de esas vergas. Gaucho y Marco se miraban y le miraban, volvieron a mirarse y entre los dos le cogieron y lo espatarraron en el suelo quitándole toda la ropa. Marco le abrió de piernas y le penetró por el culo sin condón mientras Gaucho, en cuclillas, inclinaba la polla encima de su cabeza y se la metía por la boca. Los dos agujeros bien rellenos de rica polla.
Las tenían bien grandes y hermosas y eso le alimentaba la vista y todos los sentidos, le abría el ojete del culo como un abrelatas. Se intercambiaron para follárselo a cuatro patas. Esta vez fue Gaucho el que se apropió de su trasero mientras el chulazo de Marco le daba de comer rabo. Se tumbaron en el suelo con las pijas en alto y él fue saltando de polla en polla como un puto, pajeándolas con su culazo. Llegó un momento en que lo tenía tan abierto, que podría haberle cabido un brazo entero.
Ellos también se dieron cuenta de que ya no había le suficiente roce dentro de su ano como para darles el placer que necesitaban esa noche, así que mientras Gaucho lo tenía montado sobre sus piernas y la polla bien clavada, Marco llegó por detrás y le metió una segunda. Dos pollazas gordas y grandes dentro de él, cuarenta centímetros de rabo latino y ardiente dentro de su culo. Y el gusto no era sólo suyo, podía escuchar los gemiditos de ellos dos amándole en el medio, sintiendo con gusto el roce de sus pollas calientes una sobre otra.
Quiso hacerles otro regalito. Les tumbó a los dos en el suelo, juntando culo con culo, huevos con huevos, rabo con rabo. Gaucho y Marco ya sabían por dónde iba, así que inclinaron sus dos pollones dejándolos juntitos como uno solo, Felix hizo una sentadilla, el mamón se tragó los dos a la vez y comenzó a cabalgar sobre las dos pijas a pelo metidas dentro de su culo.
Esta vez desnudos y sin dejar de mirarse, volvieron a hacerse unas pajas. Gaucho estaba tumbado en el suelo junto a Felix. Marco Antonio estaba de rodillas pelándosela encima de la cara de Felix, a punto de reventar. Le dejó la leche en todos los morretes. Felix se agarró la pija, le metió caña y dejó a los dos alucinados con la desproporcionada corrida, porque el cabrón se llenó todo el torso de esperma. Al ver tanta leche, Gaucho no aguantó más, se ladeó un poco y se dejó la paja sobre el costado de Felix, dejándole con abundantes y lechosos grumitos de lefa.