Los colegas normalmente se iban de birras, compartían risas, aventuras y como mucho se hacían algunas pajillas o se follaban juntos a alguna chavala, pero algunos como Devy y Justin habían sobrepasado todo lo que normalmente se entendía como amistad. El día anterior Devy se la pelaba desde las escaleras viendo follar a Justin con Sean y Josh. Acababan de comerse una polla juntos, de sacarle la leche, de morrearse con el semen de Sean en toda la boca, mirándose a los ojos, disfrutándolo.
Mientras se adecentaban abrochándose de nuevo las camisas, relamiéndose los labios que aún tenían con sabor a macho, coincidieron en una habitación de la cabaña. Qué ojazos y qué mirada tenía le cabrón de Devy. Hacía que a Justin le palpitara el corazón a mil y conseguía despertarle la polla como nadie. Qué difícil era volver a mirarse a los ojos sin recordar una polla entre los dos, sus bocas abiertas jadeando y reteniendo el semen que compartirían después, la lefa colgando de sus barbillas.
El nuvo benjamín del grupo se había ganado un agujero a pulso. Todavía no se habían abrochado las camisas. Los dos se quedaron de pie, mirándose con ganas, desviando la mira de sus ojos a sus torsos musculados y perfectos. Devy se propasó todo lo que quiso mientras Justin se dejara. Le rodeó las tetillas, le pasó el dorso de la mano por el cuerpo, llegó hasta los pelos de la polla y le metió mano por debajo. Justin gimió en silencio al notar su mano grande y caliente agarrando su polla y sus huevos, mirando fijamente a Devy, dejándole tomar el control.
Se fueron desnudando poco a poco, sin dejar de meterse las manos por debajo de los calzones, sintiendo cómo los rabos se les iban poniendo duros. Devy sacó la polla de Justin, se la masturbó y se puso de rodillas a mamársela. Después de unos buenos cabezazos, Devy se sacó el rabo de la boca y miró hacia arriba, todo lo guapo que era, con el colgajo de saliva entre el cipote y su boca. Justin le devolvió el favor arrodillándose también para chuparle el rabo.
En apenas dos días Devy había demostrado con creces que podía pertenecer al grupo y ahora había llegado su momento. Justin le dio la espalda poniéndose a cuatro patas sobre la cama, dejando su culo al borde y dejó que Devy se estrenara con él. Devy le plantó el cipote en el agujero y le fue penetrando poco a poco sin condón. O él tenía el esfínter super apretadito o era su polla que la tenía demasiado gorda, pero aquello calzaba de puta madre y costaba abrirse paso.
Una vez la hubo encajado, se folló ese culazo grandote y redondito que le ponía cachondo, primero con calma y después, cuando ya se había hecho un hueco, dándole por culo incrementando el ritmo. Le dio la vuelta y se lo zumbó bocarriba. Esa postura exigía más aguante, máxime cuando Justin se puso a cuerpo de rey con las manos por detrás de la cabeza y mirándole con esos ojazos, con el rabo morcillón y largo reposando sobre su barriga, los pelos de los sobacos y del pechote a la vista. Bien rico que estaba.
Devy le cogió por los muslos y le metió un buen apretón, inclinándose más hacia él para poder mirarle de cerca y tener un mayor grado de intimidad. Devy se tumbó en la cama e invitó a Justin a montar sobre su polla. Le excitaba ver a otro tio cabalgar sobre ella, saltar, ver su rabo duro pavoneándose ante él hacia arriba y hacia abajo, hacia un lado y otro. Justin se dio cuenta de lo mucho que le gustaban al zagal las palmaditas de rabo cerca de su ombligo, así que se la dejó suelta para que mirase bien y se recrease en sus fantasías.
Justin se pajeó ahí montado, soltando unos buenos lefazos que salieron hacia arriba y salían desperdigados hacia todas partes, sobre uno de sus muslos, sobre el otro, sobre el cuerpo de Devy. Con tanta leche encima, Devy se puso fino. Avisó a Justin de que se iba a correr para que retirara el culo, pero no lo hizo, siguió saltando sobre su rabo. A Devy le entró el gustazo, los cojones se le enarbolaron en la base de la polla y comenzó a bombear leche dentro del culazo de Justin.
Después de la descarga, Justin se inclinó sobre la cara de Devy y le sonrió. Menudas dos putas guarradas acababan de hacer en apenas media hora. Justin levantó el culete para dejar salir la polla de Devy que todavía metía algunos espasmos. Sintió su semen colgándole por los pelos del agujero del culo, encantado por haberse dejado preñar por un tio así de guapo, por tener toda su lechecita bien adentro. Devy ya era oficialmente miembro del grupo. Había que ir avisando a los chavales para darle la fiesta de recibimiento que se merecía y nadie mejor que ellos sabían cómo hacer una fiesta en condiciones. Que se fuera preparando, porque lo que había vivido hasta ahora era apenas un aperitivo.