Chavales, no hagáis ni puto caso al título que he puesto que se me va la pinza, vosotros a estudiar matemáticas y después ya si eso folláis, a no ser que vuestro coleguita, sí, ese que va a vuestra casa a merendar y hacer los deberes, os eche una mano y os enseñe a la antigua usanza aplicando el “la letra con sangre entra” y es que también se puede aprender a contar mientras tu colega te mete la polla por el culo. Ya otra cosa es medir la potencia a la que le sale la leche por el cipote sobre tu cabeza, que eso de hacerlo con los ojos cerrados es harto complicado y requiere de muchos cálculos.
Lástima que a estos dos no les queda tiempo para ir al gimnasio que si no estarían tremendos, pero a su edad no están nada mal con unos cuerpos atléticos que es normal que pasen de los libros y se dediquen a darle a la zambomba. El rubito platino Camille Kenzo no tiene ni puta idea de mates y en lugar de pasar páginas desesperándose por no encontrar la solución, se entretiene con el rabo de su amigo Robin Castel, un morenazo guapísimo que es la envidia del instituto. Que les follen, que es todo para él cada tarde en las que se dedica a gozar de toda su entrepierna.
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