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William Seed y Dean Stuart se follan a pachas a Derek mientras Zack Hunter se la pela espiando desde su habitación | MEN

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Habían pasado apenas unos meses desde que el joven Zack Hunter descubriera el mejor secreto de sus nuevos vecinos. Desde entonces, si un reportero a pie de calle hubiera preguntado a los vecinos del barrio, le habrían contado que a menudo apreciaban un extraño comportamiento en algunos hombres que pululaban por las calles mirando de lado a lado como escondiendo algo y se colaban en casas ajenas para hacer váyase a saber qué tipo de cosas.

Cosas que sus chicas no podrían entender jamás porque no tenían rabo, porque necesitaban ese rato de libertad para confraternizar con los de su especie, contarse intimidades y practicar entre ellos cosas que sólo se pueden satisfacer estando entre chicos. Así llegaron William Seed, Dean Stuart y Derek a la habitación 300. Dean les acababa de contar por mensaje que necesitaba enseñarles algo nuevo que se había hecho. Les hizo sentarse alrededor de la mesa, se levantó, se bajó los pantalones grises de algodón de deporte, se levantó la polla y les mostró el piercing que se había puesto en el nacimiento del escroto.

A Derek, que le pirriaban los rabos y estaba viendo lo dura que se le estaba poniendo a Dean, se le formó una buena tienda de campaña en los vaqueros que no tardó en dejar ver a sus amigos frotándose todo el paquete. William miró a Derek, luego a Dean. Había una conexión especial entre ellos que le hizo sentir que de alguna forma, al menos en ese momento, sobraba. Se apartó al sofá que había cerca en el momento en que Dean hizo a Derek un gesto con la cabeza animándole a que le comiera el pollote.

Se quedó como un espectador en un Cine X con pantalla real, a punto de hacerse una paja mirando cómo un tio le comía la polla a otro, cómo la arropaba entre sus labios y se la limpiaba, cómo sacaba la lengua y lamía el cipote. “¿Crees que alguna tia conseguirá tragársela tan a fondo como para chuparme el piercing?“, preguntaba retóricamente Dean. Derek hizo un sonido gutural que dejaba lugar a interpretaciones, pero que a la vez dejaba claro que le importaba una mierda si una tia podría llegar a alcanzar eso, porque él estaba en la gloria con el rabo dentro de la boca.

Enseguida Will pasó de espectador a protagonista. Los dos se acercaron a él, le levantaron y le ayudaron a quitarse ropa. William la tenía tan dura y grande que el paquetón apretado rebasaba por encima de la goma de los pantalones. Dean y Derek se agacharon a cada lado, tiraron de la goma de los gayumbos a la vez y al ver el pirulón enorme, gordo y duro rebotando firme hacia el frente, se quedaron asombrados.

Sin duda nadie mejor que un par de tios con mundo recorrido para reconocer dónde había una buena polla. Se la comieron con muchas ganas a esa belleza de tio tan musculoso y guapo. Mientras uno se metía la pirula dentro de la boca, el otro o bien esperaba su turno cerquita o se dedicaba a relamer el tronco o las pelotas. Comenzaron algo tímidos ofreciendo mucho amor a ese rabo, pero el olor impregnado a macho enseguida les hizo sacar su lado más cerdo y acabaron besándose con esa polla en medio, arropada por sus húmedos labios.

Cuando a uno le dio por comerle la polla y al otro succionar los huevos estirándoselos, William se pasó las manos por la cabeza creyendo que no iba a aguantar dos cabezas mamando su polla, pero aguantó porque merecía la pena ver cómo se miraban el uno al otro con tanto vicio, usando su rabo como herramienta de placer, pasándose el testigo y morreándose poniendo entre medias y como excusa su enorme pene.

Todo parecía indicar que William iba a tener la sartén por el mango, pero Derek se levantó y le hizo ponerse de rodillas en el sofá dándoles la espalda. William dejó que jugaran con él, que descubrieran su bonito trasero, que le pasaran la polla entre las piernas y se lo comieran todo, que pasearan sus lenguas y sus morros por la raja y el ojete de su culo, que lo humedecieran escupiendo encima, creyendo que se lo iban a follar a pachas.

Al sentir el contacto de dos rabos calientes rozando sus nalgas y acercándose a su agujero, se dio la vuelta y paró el peligroso juego al que les había estado dejando jugar, se los llevó a otro sofá y les enseñó quién era allí el macho. El primero en probar la furia de su polla fue Derek, que con gusto se puso a cuatro patas. William le empujó por la espalda para dejarlo en posición, le enchufó el rabo y se lo empezó a follar.

Acallando sus gemidos en la pollaza que Dean le estaba dando de mamar, no podía evitar sentir que el pollón de Will era demasiado grande. Al principio se echó hacia adelante pensando que no podría resistir los pollazos que le estaba metiendo ese redomado empotrador. No llegó a acostumbrarse del todo, pero por lo menos había logrado aceptar que su culo ahora pertenecía a ese hombre y que no iba a dejar de penetrarle hasta obtener lo que necesitaba.

A William le gustaba dar duro, tanto que acabó follándose a Derek bocarriba en postura de flexiones machacándole el culazo a base de unas enculadas perfectas. Se puso bocarriba sólo para darse el placer de ver a ese pibón escultural darle por culo. Dean también lo disfrutó convdertido ahora en espectador, solo que cuando los gritos de dolor y gusto de Derek aumentaban su intensidad, de vez en cuando le colocaba la polla encima de la cara y Derek buscaba su rabo automáticamente para metérselo dentro de la boca y chuparlo fuerte como si fuera un biberón.

Que Derek se corriera de gusto encima no significó el final. Si algo había aprendido de ese depravado vecindario era que cada macho necesitaba satisfacer sus más íntimas necesidades. Volvió a ponerse a cuatro patas para Derek, que se acercaba a su trasero poniéndose un condón extra largo mientras William se quitaba el suyo de talla extra grande y le daba de comer rabo. Por la rabia y las posturas en las que se lo follaba Derek, supo que uno había aprendido rápido del otro y es que así era como aprendían los hombres, primero en el recreo y los baños del instituto a meneársela y no mucho más tarde a colarla por cualquier agujero.

Derek se la meneó y se corrió a sus espaldas. William se quedó tan hipnotizado con la leche saliendo de esa polla que casi ni se dio cuenta de que estaba a punto de ceder. Al mirar hacia abajo ya se estaba corriendo y su leche blanquita estaba alimentando a ese cabrón que permanecía con la boca abierta, con el bigote, la lengua y los morros llenos de lefa. Le metió unos pollazos en la boca con la polla mojada llena de corrida. Derek hizo el sonido de una aguadilla y empezó a comerse ese rabo lleno de esperma.

Ninguno en ese barrio podía ni tan siquiera suponer que el ingenioso Zack ya se las había apañado durante todo ese tiempo desde su llegada al barrio para seguir cada paso, cada cita, cada encuentro entre esos hombres para colocar estratégicamente en cada rincón cámaras que le permitieran grabar el mejor ángulo de las pajas, mamadas y folladas con las que esos tios se lamían las heridas. Tranquilito en su habitación, con el portátil a los pies, se metía unas pajas lecheras de vicio todos los putos días.

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