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El irresistible y guapísimo chulazo Dallas se deja hacer su primera mamada por un hombre y Vic se traga todo su semen | Beef Cake Hunter

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Como regalo por su treinta cumpleaños, la novia de Dallas había accedido por fin a su petición de que otra persona que no fuera ella le chupase la pija a su novio. Pero no iba a ser otra tia la que se merendase su chorra, sino otro hombre. Como profesor de fitness que era, con esos ojazos, esa sonrisa arrebatadora, su guapísima cara enamoradiza y su porte, Dallas llevaba tiempo dándose cuenta de que era objetivo de las miradas de muchos tios y necesitaba saber de qué bando estaba, porque cuando un tio se le insinuaba, se ponía bien cachondo.

Para Vic, el afortunado primer hombre que iba a gozar de su polla, ver a ese pedazo de chorvo fue también todo un regalo. Se quedó entrevistándole de más sólo por ver su carita, el brillo de los ojos en su atractiva mirada, su sonrisa, cómo se mordía el labio inferior, todavía algo nervioso pero a la vez excitado por vivir esa nueva experiencia, cómo se relamía los labios.

A Vic también empezó a latirle el corazón con fuerza la acercarse a Dallas. El tio estaba de muy buen ver, tremendo. Iba a ir con cuidado, no fuera que se arrepintiera y pediera la ocasión. Plantó las dos manos en sus muslos y las metió por debajo del pantalón de deporte que llevaba puesto, llegando hasta su paquete y se lo frotó con fuerza, descubriendo que además de ser guapo, estaba bien dotado.

Dallas le miró con un semblante serio, concentrado, su cara tan atractiva que daba vértigo. Vic le quitó las zapas, retirándolas a un lado, no sin antes esnifar su aroma, luego los calcetos, la remera, el pantalón y metió las manos por debajo de ls calzones para sobarle sus atributos. Retiró la parte lateral como si le fuera a ayudar a echar una meada y por ahí le sacó la picha y los huevos.

Todavía la tenía flácida, pero aún estando en ese estado, se aventruaba bien gorda y los cojones le colgaban tanto que rozaban el cojín del sofá. Agarró su picha blandita y le hizo un trabajito en el glande metiéndoselo dentro de la boca. Tras un par de chupaditas, empezó a ponerse morcillona y Vic se puso cachondísimo porque iba a comerle el trabuco a ese chulazo hasta el final.

Que Dallas no parara de mirarle también era buena señal. Le gustaba observar a otro tio chupándole la verga. Le excitaba. Vic agarró los calzones y se los quitó. La polla salió disparada, semirrígida, hacia la cadera derecha de ese maromo. Sin manos, ayudándose de la succión de sus expertos morritos, Vic se la metió dentro de la boca y se la jaló entera, incluso cuando ya la tuvo completamente dura, que no tardó mucho en estarlo.

Entonces se la cogió con la mano y la amó pajeándola y dándole besos, mirando a Dallas, echándole una sonrisa que el chulo le devolvió de buen grado, con los mofletes sonrojados de puro vicio. Aunque su chavala estuviera mirando, aquello ya se había convertido en un espacio reservado sólo para hombres. A ojo de buen cubero, Vic aventuró que esa polla podía medir unos diecisiete centímetros, pero el hecho de que fuera bastante gorda y tener esos cojonazos enormes, le otorgaban la bien merecida categoría de pollón.

Los cojones grandes tenían su morbazo. Vic plantó los dedos por debajo de ellos y se los hizo rebotar suavemente. No siempre llegaban a su sofá tios con esas pelotas y eso tenía que aprovecharlo. Le encantaba ver el pellejo colgando por debajo de los huevos, sorberlos con la boca y sentir su tacto suave, su peso liviano. No sabía en qué momento se correría ese novato que por primera vez se dejaba chupar la polla por otro hombre, pero iba a disfrutarla de principio a fin.

Le metió una paja de tornillo con boca y se deshizo en halagos hacia esa enorme verga, dejando que el chaval escuchara cara soniquete de la mamada en esa habitación en silencio. Le hizo ponerse los brazos detrás de la cabeza para ver sus sobacos y sus fuertes biceps. Si Dallas se dedicaba a entrenar a otras personas, Vic era ahí el experto en entrenar rabos.

Completamente dura, definitivamente ese pollón era exageradamente gordo y grande. Habiendo escuchado las historias íntimas de Dallas, sabiendo la de tios que hubieran deseado estar en su misma situación, Vic escuchó las voces de todos ellos y se los imaginó detrás de la cámara pidiéndole que le hiciera esto o lo otro, así que, atendiendo a lo que las vocecitas de su cabeza le pedían en aquel momento, se jaló la polla entera y le besó los huevos, la polla entrándole por la puta garganta más apretada imposible.

Escuchó un gemidito sordo de Dallas y sintió cómo retraía el culete en el asiento. Si se hubiera corrido en ese momento, le hubiera ahogado con su semen y se lo habría hecho digerir por completo, pero ese cabronazo estaba hecho de acero y tenía buena resistencia, incluso para ser su primera vez con un hombre. Observó su enorme polla de cerca, dura, grande venosa, le estiró de la bolsa de los huevos mirando cómo regresaban a su posición original. Se lo comió todo.

Se hubiera pasado el día entero chupándosela a ese chulo. Le gustaba su tamaño, su sabor, sus tiernos cojones y desde luego mirar hacia arriba y toparse con su mirada y su cara guapísima, era una cosa de otro mundo. Pero las ganas de tener su leche en la boca también le apremiaba. Dallas ya había perdido la postura y tenía más parte de la espalda en el cojín que en el respaldo y el cabrón se resistía a correrse cada vez que Vic se la mamaba entera haciendo esos sonidos guturales de puro vicio.

Después de un rato haciéndole eso, tenía los huevos bien cargados y Dallas le preguntó a Vic, con una de sus derretidoras sonrisas, si quería que se corriera. Vic no lo tuvo claro, porque necesitaba a ese guaperas en su cama y en su vida. Se la siguió mamando y le dijo que sí. Le asió la polla con la mano, se la pajeó duro y con rapidez plantando su capullo en la lengua y le miró fijamente.

Nada alentaba más a Vic que ver a un tio a punto de correrse. Sus gestos incómodos intentando resistirse a la obviedad de lo que iba a suceder, la frente arrugándose y relajándose, la boca entreabierta exhalando todo el placer contenido y al final ese gemido fuerte y profundo, la lefa manando de su rabo, mojándole la boca. Al sentir el primer lefazo, Vic le merendó todo el trabuco y se la tragó hasta los huevos, dejándo que se corriera dentro de su boca.

Con todos los honores, como hubiera hecho cualquier otro fan suyo en los vestuarios del gym, se tragó su semen y no dejó gota. Al sacarla de su boca salió un pollón grande y reluciente embadurnado de lefa y saliva. Dallas se llevó las manos a la cabeza, regodeándose en lo que acababa de ocurrir, disfrutándolo. Se miraron y se echaron unas risas. La primera mamada que le hacía un tio y le había molado. Vic le dejó claro que tenía las puertas de su casa siempre abiertas para probar nuevas experiencias.

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