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Kevsho, Nico Ruiz y Gabo van de cruising, se comen sus enormes rabos y se follan sin condones | Latin Leche

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El rato más placentero del día no era el de la comida ni el de la siesta que te sueles echar después de ella. El rato más placentero para Nico Ruiz y Gabo era terminar de comer e internarse en el lugar de cruisin para comerse a besos y darse un buen masaje en los paquetes antes de dejarse llevar donde su naturaleza varonil les llevara. Y ese lugar al que le llevaba, siempre estaba cargado de perversión. Los dos sabían que acabarían ardiendo en el infierno, pero antes de ir allí, pensaban disfrutar lo que jo estaba escrito en los libros.

Ya conocían bien el tamaño de sus enormes pijas, su sabor, pero nunca terminaban de acostumbrarse a ese momento en que se las sacaban por la bragueta, bien largas y duras y cilimbreaban al viento, tiesas y apuntando hacia adelante o hacia arriba, preparadas para blandirlas en una buena boca o en un mejor culo. Exhalaban gemidos apagados y cargados de placer cuando cruzaban pajas, cuando arrimaban sus cipotes y los restregaban el uno sobre el otro, duritos, suaves, rojizos, potentes.

Los dos solos se lo pasaban bien, pero si la compañía era buena, no descartaban a nadie. El cazador les trajo a Kevsho, un chulo que les hizo tilín a primera vista. Tenía un cuerpazo atlético. Llegó en calzones, unos slips blancos ceñidos que le marcaban un buen paquete. No sabían si era el bigote o alguna cana luciendo en el pelo, pero esa apariencia de daddy joven les puso tiernos y cachondos.

Resultó ser todo un tragoncete, un mamador de rabos de pro. Con cariño le empujaron hacia abajo de los hombros para que se arrodillara y les comiera los troncos. Tenía un buen par de rabos a su disposición, largos y duros, con estupendos cipotes descapullados que daba gusto lamer y meterse dentro de la boca acariciándolos con los labios. Dos cipotitos calientes rebosando precum, rebozándose por sus morritos, por los pelitos de su bigote.

Menudas vergas. Kevsho tenía que reconocer que las nuevas generaciones venían muy bien dotadas. Se enamoró de las dos pirulas al instante, robustas, grandes, gordas, bien empinadas, a cada cual más bonita. La de Nico larguísima, muy dura, venosa, muy gruesa. La de Gabo igual de larga y todo un amor al dejarla escapar de su boca y ver cómo cogía su posición natural apuntando hacia adelante y hacia la izquierda.

Le encantaba ver cómo el más jovencito, el guaperas de Gabo, se la pelaba cerca de su cara mientras él intentaba comerse hasta los huevos la enorme pollaza de Nico. Fue precisamente Gabo quien estaba más impaciente y el que se apresuró a bajarse los calzones deseando follarle el culo. Estos jovencitos, tan impacientes, pensó. Pero no fue el suyo el rabo que se coló primero por el fondo de su esfínter, sino el de Nico. Sin condón, durísimo. Kevsho no recordaba que le hubieran hurgado de aquella manera en el ano con una polla semejante.

Se la metió poco a poco hasta que se acostumbró a esa cacharra enorme y acabó follándoselo a pelo mientras Kevsho regalaba sus gemidos al impaciente jovenzuelo que estaba deseando que el hueco de ese culazo quedara libre para practicar sus dotes como empotrador neófito. Sin embargo no fue su agujero el que se calzó primero ese chico, sino el de su colega, que se puso en modo putita y le regaló el pandero para que le hiciera un buen sparring.

Nico hizo un giro de ciento ochenta grados y ofreció su culo a Kevsho para que se lo follara, antes de ponerse los tres de pie y hacer un trenecito con los cuerpos bien pegados, Nico ejerciendo de maquinista, Kevsho en el vagón de pasajeros y Gabo metiéndosela por primera vez a Kevsho, como vagón de carga. En su cabeza ya sólo pensaban en follar y el tiempo se había detenido en ese instante bajo el sol, entre sol y sombra, en plena naturaleza, cachondísimos.

Acercaron sus caras con las miradas perdidas, metiéndose un morreo a tres, zorreando con sus lenguas mientras las pollas erectas hacían un buen trabajo perforando los agujeros de sus culos. Gabo se puso guerrero y terminó follándoselos a los dos, penetrando a pelo sus culos ardientes. Mientras arremetía el trasero de Kevsho por detrás, se inclinó sobre su espalda y entre los dos se comieron a dos bocas el enorme miembro viril de Nico, compartiendo saliva y besos con rabo.

No pensaban acabar la follada sin un buen festín y para eso devolvieron a Kevsho al ligar que le correspondía,m donde le conocieron, de rodillas entre los dos. Nico y Gabo se pajearon cerquita de su cara. Kevsho miró atentamente los dos rabos, sacando la lengua, deslizándola por sus capullos, dándoles besitos en los huevos, esperando la descarga de leche.

Al grito de «¿quieres leche?«, Nico fue el primero en disparar, llenándole los morros y el hombro de lefazos blancos y calientes. Al ver ese festín, Gabo no pudo aguantar más y de un caderazo situó el cipote encima de la boca de Kevsho entregándole todo su semen. Todavía corriéndose, los dos juntaron los capullos más rojos que nunca encima de su lengua. Tuvieron tiempo para recrearse con la deliciosa composición que podían ver desde arriba. Sus dos largos y enormes rabos corridos y morcillones rebajándose, Kevsho besándoles los cipotes y esa carita y sus hombros salpicados de lefotes por todas partes.

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