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[Lucio Saints] Josh Meza consigue que un mirón le toque la polla y le haga un pajote

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Dicen que los hombres nos pasamos el noventa por ciento del tiempo pensando en culos, rabos, tetas, mamadas, folleteo, lefadas y montones de guarradas más. A lo mejor es una forma que tenemos de ejercitar la polla, que la muy puta a veces sustituye al cerebro para pensar sola y pide zorreo del bueno a cada momento. Para Josh Meza lo del noventa por ciento se queda corto, sobre todo si está a solas. No es que se aburra, es que le empiezan a venir a la mente tios buenorros cascándose el rabo sobre su cabeza y descargándose las pelotas, se le infla la polla bajo los calzones y ya no puede parar hasta rebajársela y echar un buen chorrete de lefa.

Para él una tarde de sol y parque sin nada que hacer significa salir de caza, irse de cruising a buscar machos que le den biberón y le peten el culo a pollazos. Esa tarde iba a ser diferente. Pasaba un tio con una cámara por delante de él y no supo por qué coño lo estaba grabando, así que aprovechó para camelárselo con una miradita y ya se lo metió en el bote. Seguramente sería uno de estos heteros curiosos a los que les gustaba comer coñitos, pero no les importaba también meterse una buena pija pa la boca y eso le ponía to burraco, tanto que ya la tenía dura bajo los pantalones y aprovechó para mostrársela, un voluminoso paquetón que ayudó a marcar con las manos dibujando el contorno de su gordísima polla, con el cabezón terminando más allá del bolsillo.

Se llevó al curiosete hasta la zona de guarreo con barro, cemento y pintadas de graffiti casi ordenándoselo, metiéndose una agarrada de huevo y pollas como si eso fuera un mando a distancia. Allí podría enseñársela mejor. Primero se desabrochó la bragueta y le mostró el paquete. Tenía ya la polla a punto de salirse por alguna parte, la tela no aguantaba más. Se la masajeó un poquito más paseando la mano por encima y marcando el contorno y con un ágil movimiento se la sacó como para mear.

Pudo ver la cara de vicio del coleguita de la cámara, con los ojos abiertos como platos, casi babeando, cuando se sacó la manguera. Josh sabía que tenía un arma de buen calibre, sólo había que verlo, un pollón gordo y duro, larguísimo, y el hecho de saber que aquel tio seguro que estaba deseando chupársela, le ponía más cachondo todavía. Alimento del bueno para la boca, para arrodillarse y rendirle tributo como a una deidad, con una piel fuerte recubriendo la punta del nabo, perfecta para colar la lengua y dar un paseo haciendo movimientos en círculo.

El mirón le puso la cámara muy cerca de sus partes, grabando el zarandeo del rabo y dejando constancia de lo que pesaba cuando Josh le metió impulso con los dedos dando unos ligeros toques por la base y después haciendo que la pija se le desplomase en la mano pegándose unos hostiazos. Aquel tio no se pudo resistir a semejante pollón, quiso probar con sus manos el tacto que tenía. Josh la dejó libre y el tio alargó la mano para tocársela. Se la cogió por debajo dejándola reposar sobre su mano, sintiendo calor de polla y le propinó una suave pajilla. Se regaló un momento para inclinarla hacia varios lados y disfrutar de esa enormidad antes de darle al manubrio y cascarle un pajote en toda regla.

Joder con el hetero que bien se le daba pajear rabos ajenos, se la había puesto toda dura el cabrón, pero le iba a hacer desear tocársela más y mejor. Josh se apartó y se puso contra la pared para seguir con la paja él solito y dejar que lo grabase. Le iba a dar cinta para guardar el resto de su vida, para que pensase en él todo el rato e incluso se lo pusiera mientras se follaba a su piba. Un pajote clásico se metió, empuñando bien el arma en un cinco contra uno, desplazando la piel de la polla hacia el frente y despellejándosela hacia atrás con rápidos movimiendos, maréandose el cipote, haciendo aspavientos con toda la longitud del rabo y dejándolo volar libre.

Aquel tio se le ponía cada vez más cerca, esta vez a su lado grabándole desde arriba, como si se estuvieran haciendo una paja entre colegas. A lo mejor la cosa no pasaba de ahí esta vez, pero por lo menos había conseguido que quisiera tocarle la polla. Había otros tios más lanzados, pero de estos también había estado con muchos, de los que están deseándolo y no lo hacen y una vez están en casa les pica el rabo y vuelven a por todas para saciar la curiosidad.

Josh sabe que este es de los que vuelven y le va a dejar una señal para que lo haga. Se la pajea con rapidez y empieza a brotar lechecita de la punta del nabo. No salta muy alto, pero sale un buen chorrete deslizándose por la barra y sus dedos hasta la base. Se la estruja hacia arriba para sacar los restos y se le inunda el capullo de lefa blanca y espesa retenida por el pellejo gordo. Ahí se queda tan a gusto, acariciando su rabo con el cosquilleo de la corrida por todo el cuerpo, esperando que la próxima vez pueda dar toda la leche de ese biberón calentito a ese capullo.

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Josh-Meza

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