Todo tiene que estar a punto. La despedida de una de las solteras más importantes del país debe salir perfecta y Enzo Rimenez, como jefe de mantenimiento del hotel donde se hospeda, no para de dar órdenes a través del teléfono en todas las plantas a todo el personal. El escenario del salón de actos preparado, los camareros semidesnudos en sus posiciones, con un delantal que les tapa la parte delantera, pero completamente desnudos por detrás, los canapés preparados en cada mesa y bebida, mucha bebida.
Menudo estrés, que creyendo que se metía en la sala de limpieza para poder escuchar mejor el teléfono, terminó metiéndose en la habitación de uno de los strippers, que justo en ese momento salía del baño. No era de mezclar placer y negocios, pero ahí va la hostia, menudo tio cañón, un tiarrón fuerte, musculoso, guapísimo. Le dejó con la boca abierta. Y el tio, como estaban entre machos, siguió a lo suyo, quitándose la toalla, enseñando un culazo redondito, grande, duro y perfecto y después dándose la vuelta mostrando un buen pollón que le colgaba como un badajo, con una pelambrera semi depilada que hacía destacar su rabo y sus huevos más todavía.
Adelanto exclusivo de la escena
Al ver que se lo quedaba mirando, el stripper Dato Foland se dio cuenta de lo que le molaba al jefe de mantenimiento y le dio una sesión de striptease por adelantado en privado. Bueno, algo más que eso, porque le agarró la cabeza y le puso a comer de su polla y después de su culo, antes de follárselo sobre la cama así vestido como estaba, desnudo en la mitad inferior y con traje en la mmitad superior.
Enzo era atractivo a rabiar y se ligaba lo mejorcito, pero no solía conocer a tiarrones así de atractivos venidos de otras tierras y mucho menos se dejaba follar por ellos en las habitaciones donde trabajaba, pero aquella situación fortuíta no la iba a desaprovechar. Gozó de todos y cada uno de los centímetros de ese rabo entrándole por la boca y por el ojete, del golpeteo de los duros abdominales en la frente cuando se empachaba de polla y dejó que lo cubriera como a una buena puta, penetrándolo como un perro en celo hasta hacerle besar las sábanas. Y después que ellas lo disfruten soñando con su polla zigzagueando detrás de una tela blanca, que él ya se la había comido por todas partes.
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