Saberse con un atractivo insuperable y un culazo hecho para atrapar machos, hace que Marco Rubi juegue a su juego favorito siempre que le apetece follar. Tras haberse beneficiado a todos sus compañeros de trabajo, ahora le da por quedarse en las cercanías con la furgoneta de oficio aparcada en el lugar estratégico a las salidas de otras naves, donde otros chavales, curritos y negociantes, salen y entran sin parar y siempre algún rabo nuevo cae en sus redes.
La mayoría tienen a sus chavalas esperándoles, pero cuando se trata de recibir una mamadita a bragueta abierta, anda que no les gusta poner la manita en el cuello y llenar bocas. Basta estar ahí para lo que necesiten, para llevar a alguno directamente a la ciudad y hacer una paradita por el campo antes de llegar o para prestar el mechero a un inquieto fumador, sea como sea siempre ocurre de la misma manera, las ganas aprietan, una miradita por el retrovisor, se suben al asiento del acompañante y a tomar por culo todo, se dejan levar dándose gusto a la polla.
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Esa mañana después de acabar la jornada, apenas han recorrido un kilómetro, aparcan en mitad de un camino y Flex se lo folla en la parte de atrás del vehículo, admirando cómo su tremenda tranca queda aprisionada entre los cachetes de ese tiarrón grandote, musculoso y guapo con el culo precioso y apretadito, dándole por detrás como más le gusta.
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