Puede sonar algo típico ya que es algo normal en los hombres, mucho más si cabe en machos muy activos y con gran huevera, pero de verdad que Jean Franko tiene un buen dolor de cojones cuando acude a su médico de cabecera. Dani Robles no suele colocarse los guantes como es protocolario a la hora de escrutar los huevos de un paciente. De seguir la disciplina médica, se perdería el tacto de los cojones calentitos rebotando sobre sus dedos (aunque algunos los tienen tan grandes que en lugar de tocarlos con los dedos los posa encima de la palma de sus manos).
Al pedirle a Jean que se baje los pantalones, como siempre no quita ojo, porque le encanta ver salir las pollas de los calzones, la forma en la que se despegan de la piel de los cojones tras haber estado apretaditas, pero se encuentra con una sorpresa mayúscula cuando su paciente le enseña todo el trabuco empinado, gordo, enorme y morenote. Dani intenta que no se le note mucho la expresión de la cara, pero al menos durante unos segundos se queda en shock, como cuando clava la aguja en el culete a alguno de sus pacientes.
Avance de “Medicate”
Para ser sinceros, no hay medicina que calme el dolor de huevos tan efectiva como la que él practica, chupar, chupar y no parar de chupar y de prestar su culo abierto hasta que salga toda la leche acumulada en los cojones. Al principio según se la mama, Jean Franko cree que no está dando resultado, porque le duelen todavía más, pero Dani le explica sin palabras, que el secreto consiste en seguir inundando las pelotas de leche hasta que rebose y termine lefando.
