Hasta un gran iceberg se había desprendido del continente antártico del puto calor que hacía. Alcanzando los casi cincuenta grados de temperatura, un piso sin aire acondicionado se convertía en un hervidero insoportable del que había que escapar a toda costa, mucho más si te entraba el calentón y te daba por follar con tu pareja, y el mejor remedio era estar todo el día sumergido en el agua.
Ken Summers y Alejandro Torres salieron echando hostias del pisito y se cobijaron en un rincón secreto por algunas de las calas de Sitges, mecidos por la brisa y el sonido de las olas, a la sombra de las rocas, perdiendo por el camino la única prenda de ropa que llevaban encima, los speedo de competición, dejando que el agua les tocase las pelotas.
Fue Alejandro el primero en bajarle los gayumbos a su chico y dejarle la picha flotando antes de bajarse los suyos. Le metió un buen agarrón poniéndole las manos en el trasero suave, blanquito y bonito y lo acercó hacia sí mismo apretándolo con fuerza, sin dejar de manosear los preciosos pompones que tenía a cada lado de la raja.
Lo normal era que las pichas se les vinieran a menos al entrar en contacto con el agua fría, pero precisamente debido al calor que hacía, enseguida presentaron filas con los fusiles en alto. Una breve mamada acuática no tardó en llegar. Ken miró a un lado y a otro buscando posibles mirones y, al ver que estaba todo despejado, sumergió la cabeza dentgro dle agua y comió rabo todo el tiempo que pudo aguantar la respiración, como un buen superviviente haciendo la prueba de líder.
A pesar de que habían ido a la hora menos transitada de la comida, comenzaron a aparecer mirones mochileros bastante sospechosos, bien guaperas, perfectos para cuando estás a solas, de los que mochila a la espalda se agachan, te la chupan y se van con todo el desayuno de tu lefa en el estómago y algún chorrete en la camiseta y los pantalones, marcas de guerra para enseñar a otros chavalotes perdidos que van buscando dar biberón. La evolución del lenguaje no verbal entre hombres.
Perfectos para lo uno, no tan bueno para lo otro, para cuando lo que deseas es hacer el amor en pareja y terminan resultando un incordio, cuando el que más y el que menos se termina sacando la pija mientras mira, hasta dejarse la paja a escasos metros de tu improvisada cama. Nunca quedas a salvo de mirones, pero introduciéndose entre los matorrales del bosque, las opciones se reducen.
Vuelta a empezar, ahora con los pies en la tierra, Alejandro acerca a su chico hacia su cuerpo, le baja los speedo descubriendo su hermoso culete y le hace un trabajo de manos de la hostia, amasando y abriendo la raja, paseando sus deditos por el calor del ojete con tanta magia que Ken termina casi levitando del gusto del roce de la yema de sus dedos.
Tras regresar poniendo los pies en la tierra, Ken se agacha como si fuera uno de esos mochileros, le quita los speedo a su noviete y deja escapar la pedazo tranca. Todavía la tiene un poco contraída por el efecto del agua del mar, pero ya se las ingenia el capullo para hacer que crezca y se convierta en el pollón que él tan bien conoce. Rápidas chupaditas apretando fuerte con los labios con el cipote dentro de su boca y los primeros centímetros de rabo y después comilona tragándosela hasta el gaznate.
Una cosa fueron los dedos, otra la lengua, pero el mayor impacto para Ken fue notar cómo el tronco de Alejandro se le iba colando dentro, totalmente natural, sin condón, sólo ellos y la tierra, en plena naturaleza. Con la cantidad de veces que se la había metido y jamás se acostumbraba al grosor de esa enorme y gorda polla, siempre terminaba gimiendo como una puta.
Se le puso la piel de gallina y sintió lo que era la felicidad plena escuchando el encaje de polla y el impacto de los muslos de Ale chocando contra sus globazos. Era un sonido fuerte y seco, lo cual era sinónimo de que se la estaba encajando bien ajustada. Ese ruido embriagador no cesaba y se unía al del movimiento de las copas de los árboles cercanos para crear una sintonía de follada magistral.
Sin mesas ni sillas ni cama en la que apoyarse, el sostén de Ken era el abrazo de Alejandro por detrás, sus brazos rodeándolo mientras le echufaba a pollazos, el airecillo de sus pulmones cerca de su oreja, sus gemidos apagados y el roce de su nariz, sus labios y parte de la cara en su cuello.
Suerte que habían llevado la toalla, Alejandro se tumbó sobre ella con el rabo en alto, Ken se le sentó encima y comenzó a practicarle una paja, todo lo larga que era, con el culo. Lejos del agua, el calor asfixiante ya comenzaba a hacer de las suyas entre las parejas que practicaban el romanticismo en el bosque. Hasta los animales más torpes saben que es mejor no gastar energía cuando hace calor, pero la necesidad llama y, cuando lo hace, el sudor aflora.
No solo Ken estaba empezando a sudar como un pollo, la polla de Alejandro también estaba chorreando y nadie sabría a ciencia cierta distinguir si era por le calorcito que desprendía ese ojete o si a Ale ya se le había escapado algo de los huevos. Fuese cual fuese el lubricante, el rabo le entraba de puta madre y tenía a su chico contento y haciendo el avioncito ensartado encima de su polla.
Como en esas tardes de verano de los días que ya se acaban, decidieron darse un último baño, pero de leche en polvo. Atravesado por la polla de su chaval, Ken soltó por la raja del cipote lo que no estaba escrito. Se vertió todo el lechal encima de los abdominales para el cual necesitaría una buena ducha de agua dulce. Esperando hasta la última centésima de segundo, Ale sacó el rabo del culo justo cuando le estaba brotando el primer chorro de lefa.
Cayó como un chorrete blanco y espeso encima de la toalla, polla al viento. Tras ese primer lefazo sin manos, Alejandro se agarró la trompa, se la pajeó duro y los perdigones de semen siguieron brotando brillantes, blancos y calentitos, sobrevolando el torso de Ken, que se quedó mirando caer esa lluvia blanca encima de su cuerpo. Con la mano, Ale arrampló con toda la lefa que pudo, se la puso encima de la polla y la usó de lubricante para meterle a su chico el rabo de nuevo dentro del culo. Este puto verano de calor les iba a hacer reventar los huevos cada día.
ENJOY NOW ALEJANDRO TORRES BAREBACKING KEN SUMMERS AT FUCKERMATE.COM
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