Aunque no os lo creais, hay gente que ni ha salido de fiesta, ni hecho cotillón. Es el caso de Dillon Rossi y Kody Stewart, que ni siquiera se ha comido las doce uvas, pero a cambio sí se han comido un par de huevos varias veces al día y es que estos dos llevan celebrando en la cama todas las santas fiestas haciendo una sola cosa, dedicándose todo su amor profundo y follando como monos hasta dejarse las pelotas secas.
A Kody le ha encantado despertar a su chico todas las mañanas. Mientras aún estaba dormido, se ha colado por debajo de las sábanas, le ha tomado la polla con las manos y se la ha metido en la boca probando su sabor dulzón, practicándole una buena mamadita hasta que ha conseguido despertarle, aunque la mayor parte de las veces lo que se ha llevado es un buen tazón de leche sin querer. Bueno, qué os voy a contar que no sepáis ya, que todos nos hemos levantado corridos cientos de veces sin habernos tocado la pija, cuanto más tenerla dura, estar dormido y que alguien te la esté chupando de verdad.
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Desde que su vecinito casado, que estaba buenísimo y se lo tiraba cada fin de semana, se fue del vecindario, Jack Hunter no veía el momento de que otro ocupase aquella casa que había quedado huérfana. El día que vio llegar el camión de la mudanza fue el más feliz de su vida, no sólo porque consiguió chupársela a los tres chulazos que traspasaban los muebles hasta que le dejaron la cara llena de lefa, sino porque a las pocas horas llegó un chavalito del que se enamoró perdidamente, de una edad más parecida a la suya.
Pronto descubrió que al chico del este guapetón recién llegado Lev Ivankov le gustaban las mismas cosas que a él y que mientras sus padres creían que estaban jugando a la consola o salían a echarse unas partidas de fútbol, en realidad estaban viendo porno en la habitación, pajeándose y follando o salían fuera a hacerlo en el campo, al aire libre con las pichas al viento. Lev no puede evitar quedarse prendado de la pedazo polla larga de Jack. Le encanta ver cómo crece dentro de su boca, cómo le rellena de lado a lado y apenas le cabe. Y mira que hace esfuerzos por tragársela entera. Para ellos sí se ha cumplido ese sueño de follarse al vecino de enfrente y para Jack por segunda vez.
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De costa a costa, eso es lo que se han propuesto Levi Karter y Kody Stewart hacer un fin de semana. Recorrer en el auto cientos de kilómetros alrededor de la costa, siempre con el infinito horizonte del mar de fondo y el naranja del sol bañando el cielo, juntos, follando por todos los rincones de su país, en las playas, en cada parada de hotel, uniéndose a todas las fiestas, disfrutando de la vida y de toda la gente que se va uniendo a ella.
Por el camino hacen amigos, algunos muy buenos amigos, tanto que se hacen triós y alguna orgía, pero les encanta ese rato de intimidad con la arena pegada al culo, los dos solos, la tranquilidad del sonido de las olas del mar colándose por sus orejas, mientras entre las piernas sienten el uno la boca del otro chupándose las pollas. Y tras esa dulce mamadita zen, les encanta llegar a la habitación del hotel y follar como locos, una explosiva combinación de sexo suave y salvaje que les alivia todas las tensiones.
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