Los más jovencitos no tienen ni idea de cómo Dante Colle apareció de repente en sus vidas. Para ellos es uno de los hermanos de la comunidad, el que se mete en sus habitaciones antes de la iniciación, el que les vigila para que no se masturben, para que conserven casta su virginidad antes de verse las caras con el presidente, el único con derecho a tomar posesión de sus inmaculados culitos.
Cierto es que a veces la naturaleza llama a Dante, más conocido como el hermano Calhoun, y termina sin poder resistirse a uno de esos culitos blancos y suaves, los abre con sus manos y se los jamelga con la polla. Y cuando les revienta de leche, intenta limpiar sus huellas, les pide que no cuenten nada y ellos se callan como putas. Si nadie se entera, el presidente seguirá pensando que ese culo es virgen, aunque ya no lo sea.
El único que sabe de esa naturaleza infiel del hermano es uno de los presidentes, Max Sargent, más conocido en la comunidad como presidente Ballard. Fue él quien le hizo las pruebas para poder entrar y como testigo de ellas sacamos a la luz estas imágenes y el vídeo de cómo se produjo el encuentro. Max le preguntó por sus experiencias sexuales y le contó tantas guarradas que al presidente se le puso dura.
A partir de ahí, Dante estaba más que admitido, pero a Ballard se le ocurrió una maldad que pondría en práctica para futuras entrevistas y se inventó una prueba final que no estaba escrita y que nadie ha contado jamás. En el mismo despacho, le dijo a Dante que para ser admitido tenía que comerle la polla y dejársela meter por el culo.
No se había comido jamás un rabo y cuando vio lo que el presidente tenía entre las piernas alucinó, mucho más cuando se la metió dentro de la boca. Un nabo gordo, qué coño, un puto nabo gordísimo que apenas le cabía dentro, así que cuando se la enchufó por la puerta de atrás vio las estrellas. Joder, él que pensaba que si acaso tuviera que hacérselo por primera vez con un chico sería con alguno de sus mejores amigos y ahora se la estaba metiendo un cabrón que podría ser su padre.
Acostumbrado a ver montones de chavalitos desfilando en pelotas delante de sus ojos y no poder follarse a ninguno se convirtió en una frustración para Ballard hasta ese momento de lucidez, a partir del cual permaneció más tiempo en la comunidad que en su propia casa. Hostia, se estaba follando a un tiarrón guaperas, que en su vida lo habría imaginado y encima cumplía todas sus órdenes. Se sintió poderoso, la polla se le puso más dura que nunca y vació los huevos echando más leche que en toda su puta vida. Hasta se inventó una especie de bendición, cogiendo su semen con los dedos y poniéndolo en la frente del nuevo miembro. Jaja, puto cabrón.
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