Aquella noche de fiesta, Ken Summers se enrolló con un tio. Iba tan bebido que no se había dado cuenta de si era mayor que él ni de cómo era, de hecho apenas recordaba cómo había llegado hasta la habitación del hotel en el que se encontraba al despertar. Llevaba puesta su camisa vaquera y estaba el calzoncillos. Corrió las cotinas dejando pasar la luz y también algo de luz se abrió paso en su mente recordando al menos sensaciones, de que esa noche lo había pasado muy bien.
Unas manos comenzaron a acariciarlo por detrás. Le sonaban mucho. Se dio la vuelta y reparó por primera vez en el pedazo chulazo con el que había follado toda la noche, un puertorriqueño guapísimo y con muy buen cuerpo que a esas horas de la mañana tenía ganas de más juerga y que no pñaraba de sobarle enterito.
Ken se rindió por completo en cuando esas manazas fuertes recorrieron cada centímetro de su piel. Un gemido le salió del alma y los ojos se le entornaron cuando Santiago Figueroa se puso a comerle los pezones. Qué labios tenía el cabrón, qué bien sabía cómo relamer a un tio. Santi estaba totalmente desnudo, lo que permitió a Ken disfrutar de las vistas de su pija colgando mientras le agarraba el trasero y esa polla todavía menuda se apretaba contra su paquetón en ciernes.
Tenían hasta mediodía para abandonar el hotel, así que Ken cerró las cortinas de nuevo y empezó a comerle la polla morenota gorda y larga. Santiago le veía tan entusiasmado con la tarea, que decidió darle un plus. Le colocó la cabeza encima de la cama, la dejó entre sus piernas y le folló la boca a fondo. Poco tardó el otro en perrear con los huevos colgando. Nada más sentir cómo le golpeaban la barbilla, se sacó el miembro de la boca y se dio un buen repaso con las pelotas olisqueándolas con la nariz y chupándolas con destino a su ojal.
Ahora los huevos le golpeaban la frente cada vez que Santi hacía sentadilla para dejarse follar por la lengua juguetona. No recordaba de la noche anterior si se trajinó ese agujero, juraría que no, pero por lo que intuía, el chaval también era accesible por ese lado y todavía no estaba decidido quién iba a poner el culo.
Santi casi se rinde y se deja follar a cuatro patas sobre la cama, a punto estuvo, pero necesitaba follarse ese culito blanco de Ken una vez más, así que cambiaron de sitio, le quitó los gayumbos, dejó al descubierto el trasero blanquito e inmaculado y comenzó a abrirlo con la lengua.
Lengua, labios, un dedito, saliva, otro dedito, el tio se puso en pie, se agarró la polla y se la enchufó dentro a pelo! Ahora Ken lo recordaba todo, hasta el más mínimo detalle de cómo se conocieron. Fue en el cuarto de baño cuando Ken entró en un cubículo ocupado en el que estaba él de pie meando. Al tio se le cortó el chorro pero le invitó a pasar y a compartir meada juntos.
Mientras meaban, se miraban a las pollas y a las caras, se mordían los labios. Santiago llegó a tocarle el trasero, se acerdó a su oreja y le susurró una frase con la que se lo cameló por completo: “¿Te gustaría que te metiese toda la trompa sin condón, puta?“. Y desde entonces se quedó enganchado de aquel chaval y de las guarradas que decía, tanto como para querer ir con él a cualquier parte y que le hiciese de todo.
El chavalote que se estaba convirtiendo aún en hombre y cuyas evidencias se reflejaban en los pelillos de los pectorales y en otras muchas partes de su cuerpo, comenzando por el tamaño de su polla, encajó su rabo a pelo en ese culo y le metió traca.
Ken, que siempre había renunciado a los chavalillos de su edad y que siempre se rodeaba de otros más maduritos, estaba empezando a reflexionar sobre sus gustos sexuales a la hora de escoger machos que le enfilasen. Ese puertorriqueño sabía cómo moverse y cómo darle gusto empalmándosela por detrás.
Le dejó darle durante un buen rato, pero Ken necesitaba ya mismo ver esa cara de malote guaperas haciendo gestos de folleteo. Ken se montó encima de su rabo y se lo fue insertando poco a poco con ayuda de Santi, que se la agarraba para que entrase firme sin doblegarse ante el pedazo de nalgas que se le estaban depositando encima.
Entraba justita justita y le encantó ver durante las primeras sentadas la carita de Santi, que no hacía más que mirarle a los ojos y después al punto de unión volviéndose loquito. Le puso tan cachondo que en cuestión de un par de minutos ya le tenía zorreando y haciendo de las suyas, levantando el culete de la cama y haciendo suyo ese culo empotrándolo bien desde abajo.
La cara de cabronazo empotrador que tenía el de Puerto Rico, invitó a Ken a culear y hacerle una paja con fuerza, con la intención de sacarle todo el lechal de los huevos. No quería sacársela ni para atrás, ni que respirase, por lo que para darse la vuelta y ofrecerle su culo, le hizo el avioncito ensartado en su rabo y así, medio volteado, empezó a menear el trasero haciéndole pajote con el ojal.
Cuando no le quedó más remedio que sacársela del culo, Ken se dio cuenta de que el rabo de Santi había crecido el doble por lo menos desde que se la estuvo mamando al principio. Se puso tan cachondo que empinó el culete en una postura casi imposible. Santi se puso de pie sobre la cama con el culazo entre sus piernas y lo penetró desde arriba una y otra vez.
Ken sabía cuáles eran las mejores vistas para calzarse una paja cuando un tio se la estaba metiendo. De espaldas sobre la cama con las piernas abiertas. Así podía ver al macho jodiéndole el culo y todos sus músculos en tensión. Menudos lefazos se sacó de la polla, uno salió volando y le impactó como una bomba en en el pecho.
No esperaba que segundos después Santi acudiese con la lengua a relamer y compartir. El muy cerdo no se conformó con poco, recogió la leche con los dedos, se la llevó a la boca y entre los dos se dieron besitos de lefa. Entonces Ken hizo algo que no tenía que haber hecho, o que después se alegraría de haber hecho. Abrió la boca y jugueteó con ella en la boca.
Esa guarrada puso cerdísimo a Santi que, sin poder aguantarse, acudió raudo con el rabo entre las manos y pajeándose hacia la boca de Ken. Entonces no dejó de estrujarse el rabo hasta que le empezó a chorrear lefa espesita y blanca por todo el cipote, toda cayendo encima de la cara y la boca de Ken, dejándole la jeta bañadita en leche. Y con la mezcla de las dos leches se quedaron cerdeando un rato.
ENJOY NOW SANTIAGO FIGUEROA FUCKING KEN SUMMERS RAW AT FUCKERMATE.COM
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