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El enfermero Kaleb Stryker rebaja la polla del paciente William Seed dejando que le folle el culito con su enorme fusil | MEN

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El momento que más disfrutaba Kaleb Stryker como enfermero en prácticas en el hospital era cuando llegaba un paciente que estaba todo buenorro. Siendo el más guarrillo de la Universidad y dado que sus compañeros eran más reticentes a la hora de preparar a los pacientes para la operación, situación que a veces requería el rasurado del pelo de las partes nobles masculinas, él no tenía ningún tipo de reparo, es más, le encantaba ver todo tipo de rabos.

Ese día la suerte le sonrió de cara. Era fin de semana, el resto de colegas estaban de libranza y él era el único enfermero en urgencias. La médica le hizo llegar un informe urgente. Un paciente llamado William Seed acababa de ingresar. Tenía priapismo, vamos, que hacía varias horas que tenía la pija bien tiesa.

Kaleb se acercó a la camilla. El paciente estaba algo sedado. Ese tiarrón no podía estar más bueno. Rubito, con barba, hecho un machote empotrador. Kaleb estaba deseando ver el foco de su dolencia. Retiró la sábana y ahí estaba, su miembro elevando el pijama a gran altura, formando una tienda de campaña que le dejó con la boca abierta. Le encantaba ver despertar así a los hombres en su cama, pero no esperaba encontrarse a un chulazo así en la del hospital.

Se mordió el labio de las ganas y el vicio y acudió raudo a correr las cortinas, porque a él también se le estaba empezando a poner durísima y la novia de ese chulo estaba ahí fuera esperando tener listo de nuevo a su noviete para que le follara el coño a todas horas. Ahora tenía claro de dónde venía su dolencia, y es que teniendo a un tiarrón así, cualquiera le dejaba el rabo quieto. Visto el tamaño de ese miembro viril, tenía mucho trabajo por delante.

Le levantó le pijama y alucinó aún más, aunque esta vez no le dio tiempo a recapacitar sobre el tamaño del rabo que tenía delante, porque arqueó la espalda y comenzó a masturbarle la polla con los labiois metiéndoselo dentro de la boca. Por experiencia, no había mejor truco para rebajar un pollón que descargarle la recámara de los huevos.

No le cabía duda de que su novia ya lo habría intentado, pero él podía ofrecerle algo que ella no podía darle. Lo primero la experiencia de hacérselo con un hombre, algo que sin duda sería poco habitual para ese machote, y lo segundo dejar que penetrase su suave, blanquito y casi virginal culito apretado.

El resultado fue bestial. Ese cabrón empezó a follárselo como una puta barata en cuanto salió de su letargo, cogiéndole a dos manos por el culo y embistiendo como un animal. La tenía tan gruesa que Kaleb podía notar el roce de su durísimo rabo ajustándose entre sus nalgas mientras le penetraba por dentro.

Por su bien, mandó a Will tumbarse de nuevo en la camilla. No era bueno que un paciente recién sedado hiciera movimientos tan bruscos. Kaleb se quedó mirando a Will. Con el pijama corrido a cada lado, podía ver el cuerpo desnudo de ese chulazo, sus abdominales promimentes, su todavía durísima pija. Se la comió de nuevo y se sentó sobre sus piernas dándole la espalda y después frente a frente, saltando sobre su enorme polla.

La zorra de la novia empezó a preguntar si todo iba bien al escuchar los gemidos. Kaleb salió a decirle algo para que esa impertinente dejase de dar la lata. “Sí, todo va perfecto, le estoy aplicando a su chico un tratamiento que tiene efectos secundarios y… ahhh… escuchará como si se corriera, pero es completamente normaaaaal“, dijo Kaleb retirando lo justo las cortinas para hablar con ella, mientras Will le volvía a coger le culo y se lo follaba sin compasión.

Al joven enfermero se le había olvidado que su compi tenía el turno de las tres. Thyle Knoxx se pasó por enfermería para sustituir a Kaleb y la escenita le dejó asombrado cuando vio a ese paciente todo cachas jodiendo el culo de su compañero de curro. La novia, harta de esperar, corrió las cortinas y se encontró con la escenita. El enfermero saltando sobre la polla de su chico. Will la miró sonriendo y levantó un pulgar hacia arriba.

Esto funciona“, le dijo a su novia, mientras Kaleb seguía saltando sobre su rabo. Will tumbó a Kaleb en la camilla, se sentó encima de su torso, con las piernas a cada lado de su cuerpo y empezó a pajearse ese grueso rabo que llevaba varias horas enarbolado. Se corrió encima del chaval donándole todo su semen contenido y sintió cómo al cabo de un par de minutos el pene empezaba a ablandarse.

Con el rabo mojado colgando entre las piernas, Will cogió sus pantalones y se los puso sin calzones. Dio las gracias a Kaleb, que sin duda se convertiría desde ese momento en un gran enfermero experto en rabos, salió a medio vestir, cogió a su chica dle brazo y montaron en el coche rumbo al hotel, donde sin duda ese guaperas haría disfrutar a su novia convenciéndola de dejarle pasar por la puerta de atrás para impedir que volviera a recaer.

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