Un viaje a Las Vegas, para Kellan es el sitio ideal donde fusilar la tarjeta de crédito, conocer nuevos rincones del mundo y, sin medio de transporte para recorrer tantos kilómetros… compartir coche con desconocidos a punta de pulgar en la autopista. Siendo tan guapo y tan mono, no le faltarán bonbadosos hombres que quieran darle una vuelta. Ni a él ni a su nuevo amigo Riley, al que acaba de conocer en un restaurante.
Pero hasta la gratitud requiere un pago que no tiene por qué ser exclusivamente en metálico. Cuando el conductor le pide a Kellan que le muestre su torso, él se quita la camiseta luciendo los musculazos, pectorales y su tonificado cuerpo. La cosa se anima en la parte de atrás y le pide que se quite los pantalones. Kellan se baja los vaqueros y, ante la atenta mirada de Riley, al que se le empieza a poner la cara colorada, enseña sus bonitos atributos masculinos, como cabía esperar de un chicarrón potente, con un matorral de pelos negros en la base y una buena polla descansando sobre unos cojones grandotes con pinta de colgar bastante.
Pues ya sabe cómo le van a pagar el viajecito en coche. El conductor insta a Riley a chuparle la polla a ese guaperas. No hace falta que se lo repita. Se ladea, se mete el rabo dentro de la boca y lo empieza a succionar todavía blandito. Kellan cierra los ojos. Es la primera vez que un tio se jala su verga y lo cojonudo es que le encanta.
Se pone dura y crece lo más grande dentro de su boca. Ahora las cabezadas no son tan rápidas, porque aprovecha para degustar entre los labios cada centímetro del pollón de ese guaperas. Se apoya con las manos sobre su cuello y su cabeza y levanta el culete del asiento, follándole lentamente la jeta. Se tumba en una posición un tanto incómoda, a lo largo del asiento, pero que le permite ver mejor la mamada.
Con este nuevo punto de vista, sintiéndose el centro de atención, Riley tira millas y se la traga entera, haciendo que Kellan disfrute como un enano, viendo cómo su rabo desaparece enterito dentro de la boca de ese mamón. Después de eso, por qué no probar con nuevas experiencias. Hace que Riley ponga la cabeza en el asiento mirando hacia arriba y se sienta sobre su cara, plantando su polla y sus cojones encima de su frente y ofreciendo la raja de su culo a su nariz y su boca, para que esnife y haga ejercicios de lengua poniéndose las botas.
Animado por el roce calentito de sus pelotas colgantes en su frente, Riley le come el ojete. Menudo culazo se gasta el cabrón, redondito y perfecto. Kellan sigue esbozando esa sonrisa de chulazo guaperas, empieza a sentirse cómodo y menea el culo, disfrutando de la lengua de ese gañán penetrando levemente dentro de su todavía inmaculado agujerito.
Casi sin darse cuenta ya han llegado a su destino, pero a ver quién es el guapo que va al hotel así, con la tienda de campaña montada y con los cojones cargados. Kellan vuelve a tumbarse a lo largo del asiento y hace que Riley le coma otra vez la polla hasta sacarle la leche. Se la daría en la boquita, pero es la primera cita y prefiere avisarle de que se corre.
Riley se saca el rabo de la boca y se lo masturba. Unos espasmos y lo tiene corriéndose en la palma de su mano, mojando de lefa los pelos de la base de la polla y soltando chorrazos de semen sobre ese torso irresistible. Riley se la pela hasta que no queda gota, haciendo resbalar su puño bañado en semen por encima de ese tronco escupe leches. Relajadito, Kellan mira a Riley, una mirada de ojos precioso que invitan a hacer mucho más. De momento tiene que conformarse con soltarle el pene sobre ese charco de lefa que se ha dejado encima. Montarse en un coche con un desconocido, mamarle el rabo, comerle el ojal y hacerle una paja y necesitar un pañuelo para limpiarse su lefa de la mano, son cosas que sólo pasan de camino a Las Vegas.