El pequeño skin, o como lo llaman en la pandilla “el pequeño cabrón” porque tiene claro que no tiene que seguir normas de conducta, pero se salta todas las impuestas por el grupo. Le encanta desprenderse de la manada a la mínima que tiene oportunidad y salir a cazar por las noches. Sin que sus víctimas lo sepan, es el chaval que se queda mirando en los baños cuando los tíos se sacan la chorra para mear. Aprovecha justo ese momento, en el que se abre la cremallera o desabrochan los botones de un pantalón dejando escapar la porra y en el que los pantalones caen un poquito dejando entrever la raja del culo, para decidir quién será el próximo.
Cuando Aytor Wilde fue al baño a mear, el pequeño cabrón Alec Loob estaba allí, observando cómo sujetaba con la mano una polla larga y con capuchón, con el culito prieto bajo los pantalones. Aprovechó la oscuridad de la noche para dejarlo inconsciente, atarlo y llevarlo a casa. Le encantaba el forcejeo de los chicos ante la incertidumbre de lo que les iba a pasar, pero más le gustaba el momento en el que les bajaba los pantalones y les dejaba el rabo al descubierto, cogiéndolo con la mano y comenzando a chupar hasta que se ponía duro y tieso como un palo.
Les calmaba la polla antes de penetrarles el culo, porque hacerlo al revés ya había aprendido que no tenía sentido, un culo apretado por el miedo y el pánico podía hacer que se corriese nada más meterla. Primero buscaba calmar ese miedo y poner a las víctimas de su parte, haciéndoles comprender que la única manera de salir por la puerta iba a ser tras haber sentido su rabo dentro a pollazos y un buen tazón de leche.
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