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El cazador desvirga a pelo a Pablo, un chulazo pollón, en un día de lluvia | Latin Leche

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Encontrarse a un deportista en mitad de una mañana lluviosa y encima que estuviera todo buenorro, fue una suerte. Pablo iba corriendo, intentando esquivar los charcos más profundos con cada zancada. El cabrón estaba buenísimo. Llevaba una camiseta sin mangas que le remarcaban unos biceps formidables y lo poco que debajan ver sus pantalones cortos de deporte, ya insinuaban unos muslazos.

Pocas veces el cámara se veía obligado a sacar tan pronto el dinero, pero a este especímen no podía dejarlo marchar. Casi se le escapa al tocarle limpiándole el agua de lluvia de los brazos, momento en que el chaval puso una barrera entre los dos que sólo se podía salvar ya con mucha plata. Por dinero estuvo dispuesto a entrar justo al portal que tenían detrás del techo donde se habían resguardado dle temporal.

Verle quitarse la ropa era el primer objetivo. El cámara estaba ya cachondísimo, incluso le ofreció más pasta porque en verdad se la merecía. Los biceps y las piernas le habían dejado tan maravillado que no podía esperar a ver más de ese cuerpazo. Cuando se quitó la remera, se le escapó un suspiro de puro placer, sintiéndose como una niñata que acaba de ver a un tio bueno con el torso desnudo en tele.

Estaba bien formado el cabrón. Según se levantaba la camiseta, pudo ver sus sobacos, sabrosos. Pectorales musculosos, en medio algo peludetes. Ahora sí se dejó tocar. Le rozó con el dorso de la mano. Estaba caliente. Le plantó la mano en el cuello y fue bajando, disfrutando cada centímetro de su cuerpo. Por encima de los pantalones, a cada lado, se le dibujaban unos oblícuos de lujo.

Se reía nervioso, extrañado porque por primera vez un hombre le tocase con tantas ganas de él, mirando la mano que acariciaba su cuerpo. El cámara le tocó un rato más, intentando encontrar el momento para avanzar un paso más. Le encantó que no le rechazase al tocarle el paquete. Metió una mano por una de las perneras y le agarró toda la dote.

No estaba empalmado todavía, pero se notaba morcillona. El cámara le agarró una mano y le hizo tocarle su paquete. Ahora estaban cada uno magreando el bulto del otro. Sentado le dejó quitarse los pantalones. Su rabo iba en consonancia al resto de su cuerpo, tal y como había imaginado, solo que más moreno de lo que esperaba, largo, gordo, lustroso, con el cipote recubriendo el glande. Apenas se le veía la cabecita y la raja del capullo.

El cazador se levantó y se bajó los vaqueros para enseñarle la suya. Fue Pablo el que le bajó los gayumbos descubriendo la chorra y el que se animó a chupar verga. Con un par de caladas ya la tenía gigante y se iba a correr ya si no se lo follaba. El cámara se sentó en la banqueta, el chaval le dio la espalda y empezó a clavarse a pelo sobre su polla. Se estaba pinchando a un hetero y encimja bien rico, desvirgándolo. Echaba de menos no tenerlo frente a frente para ver su rabo colgando y haciendo aspavientos al saltar, pero podía notar su roce en los muslos.

Cuando volvió a mirarle a la cara ya fue para correrse los dos juntos. Estaba sonrojado. Tomó asiento en el taburete, se recostó apoyándose en la pared que había detrás y empezó a masturbarse con fuerza su enorme rabo. Su intención era correrse encima de su torso, pero el trallazo le salió desviado hacia la izquierda manchando el suelo. Se dejó el resto de la leche en los pelos de la base de la polla. Mira por dónde, había salido a correr y, aún con la lluvia, había acabado corrido.

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