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Abel Sanztin se folla el redondito y perfecto culazo de Rico Vega sin condón con su mastodóntica pollaza | Fucker Mate

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Mientras se besaban, Rico Vega no podía dejar de mirar hacia abajo. Los dos tenías las caderas echadas hacia adelante, como los toreros incitando al toro a que les embista, haciendo que sus paquetones se conocieran mejor. Mira que Rico las había visto grandes, pero lo que se intuía debajo de los calzones de Abel Sanztin era simplemente gigante.

Frotó su paquete contra él lo suficiente como para que la polla fuera saliendo poco a poco por encima de la goma. En cuanto la tuvo fuera se la sostuvo con la mano y se agachó con la boca semi abierta, sacó la lengua, le atrapó el cipote y se la zampó. Estaba durísima, era bien gorda y lo bastante larga como para practicar y llevar al límite sus habilidades mamatorias.

Después de lubricarla un poco con su saliva, probó a atragantarse con ella. El cipotón se le acopló al fondo dejándole sin respiración, con la cara roja, las venas del cuello hinchadas y los ojos llorosos. Se dio un respiro echando marcha atrás, jadeando y tomando aliento de forma agitada mientras la polla enorme y caliente caía hacia abajo y le rozaba los pectorales poniéndole bien cachondo.

Dejó la cabeza quieta para que Abel le pudiera joder un poquito la boca. Sintió una mano posarse detrás de su cabeza, empujando para que tragara rabo. Un pollón como ese, gigantesco y cilíndrico bien merecía la pena sufrir un poco para tenerlo todo dentro. Aprovechó que Abel se sentó para darlo todo. Ahora, sin que él estuviera culeando, tenía la sartén por el mango y decidía cuánto se metía dentro de la boca y hasta dónde.

Le asestó una buena mamada y se dejó alguna que otra arcada encima, pero estaba tan rica, era tan jodidamente gruesa y perfecta que no podía resistirse a seguir comiendo. Con la polla pajeada en la mano, llena de sus babas, Rico alzó la mirada, intentando que su mente pudiera comprender cómo un tio tan delgadito podía tener ese trabuco entre las piernas. Abel, que ya estaba acostumbrado a esa reacción cada vez que un tio le veía la verga por primera vez, le cogió dulcemente por la barbilla y le condujo hacia sus labios para morrearle y probar juntitos el sabor de su rabo.

La sorpresa inicial dejó paso a la lujuria incontrolada. Rico jugueteaba ahora con ese rabaco como si fuera suyo, dándose pollazos en la cara, palmeándolo hacia abajo con la intención de ver cómo rebotaba frente a su cara. Abel bajaba a lubricarle la boquita relamiéndole la lengua y los labios, también los pelitos del bigote y la barba. Con la boca preparada de nuevo, Rico carraspeó, tragó saliva y volvió a intentar jalarle toda la polla.

Quizá su culo tuviera éxito donde su boca no había podido. Rico estaba tan bueno, además de guapo, con un cuerpo musculoso y un culazo redondito y refollable, que cuando los tios se preparaban para follarle la tenían ya bien dura al verle a cuatro patas, con las piernas semi abiertas y un buen rabo colgando entre ellas. Cuando Abel le colocó el cipote en la entrada, Rico apoyó una mano en el sofá como punto de anclaje. Presentía que se acercaba algo grande.

No entró a la primera. Abel empujó con fuerza, pero el ojete de Rico estaba cerradísimo, asustado por semejante tamaño. Rico dio un pasito hacia adelante con las rodillas apartándose de esa mastodóntica polla, Abel hizo lo mismo planeando el segundo ataque y ahora sí consiguió colársela dentro sin condón. Rico apretó los dientes, gritó y gimió aguantando las embestidas. El pedazo cilindro que le estaba metiendo le llegaba hasta el estómago.

Al igual que hiciera antes con la mamada, prefirió tener el control. Se sentó sobre las piernas de Abel y se clavó toda su polla dentro. Impulsándose con las piernas, los pies a cada lado de sus muslos, comenzó a saltar pajeándole el enorme rabo, haciendo bailar sus pelotas. Abel le sostuvo los cachetes poniéndole las manos por debajo y se ladeó un poquito para ver cómo el rabaco de Rico hacía aspavientos. Que le gustaba ver el meneo de una buena pija al ritmo de la follada.

Rico dio media vuelta y volvió a sentarse encima de su verga. Los dos frente a frente, hombre a hombre, mirándose fijamente mientras uno se metía dentro del otro. Ahora la polla de Rico rebotaba sobre la panza de Abel, que disfrutó del momento antes de ponerle bocarriba en el sofá, abierto de piernas, y fusilarlo a pollazos para culminar la follada.

La leche de Rico acudió a su polla de la forma más inesperada. Abel le había sacado la polla del culo hacía unos segundos, pero la follada había sido tan intensa que le parecía como si todavía le estuviera perforando por dentro. Fue agarrarse el pene, meterse una batida y la lefa acudió a su encuentro depositándose por debajo de su ombligo formando un buen charco.

Abel no dejaba de pelársela apuntando hacia sus atributos. Unos chorretes blancos y cremosos brotaron de la raja de su cipote manchándole los huevos y la raja del culo. Abel empujó el culete un poco hacia atrás, lo justo para inclinar su polla, encontrar el hueco de Rico y hundírsela llena de semen dentro del agujero. El muy cerdete no se conformó con eso. Recogió con los dedos la lefa que Rico se había dejado encima y se la esparció por el gigantesco rabo, todavía bien duro, para seguir follándoselo con el nuevo lubricante recién salido de los cojones.

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