Dicen que de noche todos los gatos son pardos y ciertamente a ojos de Austin Avery, tanto Brock Banks como Sharok estaba muy buenos cuando les vio allí, apartados en una esquina de la barra del bar al aire libre, alejados del sonido de la música infernal y de las luces, pero estaban igual de buenos cuando salieron a bailar a la pista.
De alguna forma, Austin les había incitado a hacerlo. Estaban demasiado buenos como para no reparar en ellos y encima iban en pack de dos. Uno miró al otro, se guiñaron un ojo y en cuestión de segundos tenía a uno delante y a otro detrás, acercándose cada vez más, avanzando las caderas y rebozando sus paquetes por su trasero al ritmo de la música. Austin se puso tan cachondo con esos dos tiarrones que jamás había deseado tanto que le hicieran un sandwich.
De lejos, casi le parecían gemelos. La misma tonalidad morenita de piel, musculosos, con buenos biceps, tatuados, un corte de pelo parecido, la barbita de varios días perfilada en sus atractivos rostros. Ahora que los tenía cerca podía apreciar las diferencias y cada uno tenía algo que le volvía loquísimo. Esos dos estaban buscando un agujero donde meterla y que compartir y el suyo estaba abriendo las puertas.
Cogieron el coche y se fueron a una habitación de hotel. Apenas cruzaron el umbral de la puerta, los pantalones, las camisetas, los calzoncillos y las zapas se fueron quedando por el pasillo. Brock se sentó en una silla cerca de la ventana y Austin se sentó sobre sus piernas dándole la espalda. Resbaló sobre su torso fornido y caliente, sintiendo la dureza de su pene, Brock le abrazó con fuerza por detrás y Austin apoyó el culo abierto sobre sus rodillas mientras Sharok, preparado con una buena polla maciza, se acercó y se la encajó sin condón por el agujero del culo.
Nunca se había sentido tan querido. Sharok le besó mientras se lo follaba y después… después besó a su amigo, se empezaron a morrear delante de su jeta. Ver darse el lote a dos tios tan calientes, le puso super cerdo. Sharok salió de su culo, Austin volvió a sentarse sobre las piernas del machote guaperas musculado y esta vez se clavó toda su polla dentro.
No le dejaban el hueco quieto. Mientras uno se lo estaba follando, el otro le daba de comer rabo o se pajeaba frente a su cara. La parte más dura fue aguantar la mirada de Brock mientras se lo cabalgaba montado en su gorda y enorme polla, con sus manos calientes apresando sus nalgas. Sharok era más bruto y evitaba cualquier contacto visual, pero Brock era pura lujuria. Era guapo, estaba bueno, tenía unos ojazos y encima su minga estaba hecha para repetir una y mil veces.
Saltando sobre él, dejándose llevar por lo muscho que le gustaba, por un momento Austin pensó en dejarle correrse dentro de él y casi lo consiguió cuando empezó a batirle la polla con el culo a un ritmo endiablado. No contaba con que esos dos ya tenían calle y buen aguante a sus espaldas y que les gustaba disfrutar de todos juntos.
Fue Sharok el que rompió la magia, levantándole y llevándoselo a la cama, pero para hacerle experimentar una magia mejor. Sharon abrazó a Austin y se tumbó en la cama, llevándoselo junto a él y dejándolo encima de su cuerpo. Le metió la polla por el culo. Brock, sudado y bien buenorro, se escupió en la mano y se frotó la polla con la saliva, se acercó y dejó resbalar su nabo por encima del de su colega hasta que esos dos chulazos se metieron dentro de él a la vez.
Austin se corrió encima del puto gusto. Sharok se retiró a la silla y se cascó una paja mientras miraba a su colega Brock meneando su bonito, redondo y perfecto trasero de macho embistiendo con la polla. Brock también se hizo un pajote, pero para culminarlo, pidió a Austin que le diera de comer la raja de su culo. Mientras ese chulazo se dejaba el esperma encima de la cadera, Austin vio el cielo al sentir sus gemidos y su aliento colándose por el agujero de su rajita.
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