Como buen estudiante de periodismo, Zander Lane había acabado enterándose de lo bien que se lo pasaban algunos en el campo de golf. Y también, como buen envidiosillo que era y porque le gustaba más un palo que cualquier otra cosa en el mundo, se las ingenió para conseguir ser el caddy de otro daddy que además estaba buenísimo.
Dirk Caber era el padre de uno de los del instituto. Acababa de comprarse un carro y el tio estaba emocionado con que llegase el día siguiente y poder estrenarlo, pero antes él y Zander probaron cómo sería conducir por las verdes praderas y después se quedaron tomando algo y charlando en el jardín. Zander le preguntó si se había enterado de que pillaron a un caddy y un daddy haciéndoselo en las cocheras y sin ningún tipo de pudor se insinuó a él preguntándole si le gustaría que un chico jovencito como él le comiera la polla y se ofreciera para que se la metiera por el culo sin condón.
Ese desvergonzado le puso cachondón. Le dijo que sí sólo para ver hasta dónde era capaz de llegar, porque realmente no creía en los rumores ni que esas cosas pudieran pasar, pero cuando el chaval cruzó la línea, le bajó los calzones y atrapó la polla entre sus manos haciendo un gesto de sorpresa alabando lo gorda que era, cuando sacó la lengua, le atrapó el cipote y se la empezó a merendar, juró que no volvería a ser tan escéptico.
Miró su carita de ángel, preguntándose si era real. Lo era. “Así que lo de ese guaperas y el daddy para el que trabaja era real“, afirmó intentando que Zander le diera una respuesta. Un sonido gutural de asentimiento llegó hasta sus oídos. Zander estaba tan encganchado a su polla que ni siquiera se la sacó de la boca para responderle.
Qué bien chupaba el puto cerdete, se la estaba dejando bien mojada. Juntos imaginaron lo bien que lo pasarían ese daddy y su caddy follando en el carro. Dirk se tumbó encima de los asientos y Zander le hizo un sesenta y nueve, comiéndole la polla y plantándole el culo en la jeta para que se lo devorase. Se puso las botas con ese ojete, también porque sin quererlo, por la propia naturaleza de esa postura que estaban haciendo, el rabo caliente y las bolas del chaval le caían justo entre los pectorales, rozánole y poniéndole a tono.
Se pusieron de pie mirando hacia el carro, Zander detrás de Dirk, abriéndole las piernecitas, palpando la raja de su precioso culete con los dedos de la mano. “¿Creees que se la metió por detrás ASÍ?“. Pronunció la última palabra en alto, con un tono de rabia, agarrando su polla e insertándola por el agujero sin condón. Para qué iba a decir nada Zander si ya estaba todo dicho.
Ese daddy follaba como los dioses. A Zander le quedó claro que la veteranía era un grado y que nada era comparable a tener una polla experta penetrando su culo, poder mirar hacia atrás y ver a un tio que sabe lo que hace sonriéndote con su cara atractiva de machote pervertido, con un cuerpazo de torso peludete que estaban extremadamente bien para su edad.
Dirk se sentó en el cochecito dejando resbalar su trasero. Zander ya estaba dispuesto a cabalgar a su daddy, pero Dirk le cogió de la polla y empezó a chupársela. Zander no estaba acostumbrado a ver su picha dura y tiesa en la boca de un hombre y menos de uno así de varonil con barba y bigote. Tumbó a Zander en su lugar, se puso de pie delante de los asientos y empezó a follarle duro.
Estudiante de periodismo y triunfador en la vida, Zander siempre conseguía lo que quería. Se dejó llevar por la visión de ese hombretón potente dándole por culo y se hizo una paja soltándose los chorretes en la barriga. Cuando miró hacia abajo vio una hilera de semen pegajoso atrapada entre la punta de su polla y su torso como una tela de araña. Dirk le sacó la polla del culo, la acercó a sus pectorales y empezó a correrse encima de ellos soltando una buena descarga de leche e intentando mantener el equilibrio en ese pequeño espacio a pesar de las convulsiones de la corrida.