Menuda bocaza la del portugués. Cuanto más le metía la lengua, cuanto más le relamía los morros, cuanto más la abría de par en par intentando comérselo enterito, cuanto más miraba a esa cara tan masculina y viril que dejaba los ojos en blanco mientras se lo comía a besos, más se le abría el ojete a Axel Brown, que estaba deseando abrirse de piernas para ese macho despampanante.
Quería sentir el roce del bigote y la barba de Sir Peter en la raja de su culo, que se lo follase a pelo bocarriba y poder ver ese cuerpazo musculoso, esa cadenita fina de plata meneándose al compás de la follada, rebotando sobre su cuello y sus firmes pectorales peludos. Le sacó el rabo por los calzones y su instinto le urgió a ponerse de rodillas y a comer como un puto cerdo.
Era la polla más grande, más gorda, más dura y empinada que había visto en su puta vida. Sí, se le puso la cara roja, se le hincharon las venas de la frente, lloró, le entraron arcadas que aguantó estoicamente con la polla taponando el fondo de su garganta, pero es que tenía que comérsela hasta el infinito y más allá. Qué pena que no pudiera besarle los huevos porque era tan gigantesca que no le cabía entera, pero se sintió orgulloso de haberse quedado tan cerca de la meta.
Peter le cogió con las manos por detrás de la cabeza y le obligó a tragar. El cipote entraba y salía del fondo de su garganta a placer, sacándole todas las babas que caían en hileras por su barbilla de forma descontrolada. Al sacarla de la boca se la quedó mirando de cerca. Era alucinante. Lo que más le flipaba era el tamaño, el grosor y lo tiesa que se quedaba miando hacia arriba. Pensó que si alguna vez ponían una foto de un pene real en el diccionario ilustrado, sin duda la foto de ese mimbro viril debería acompañar la pie de la definición.
Y qué pedazo cipotón, rosáceo, tan gordo como el tronco de la polla, dispuestgo a joder culos y soltar toda la leche de los huevos. A medida que la saliva se iba resecando sobre el rabo, la piel de la polla morenita se le quedaba de una textura tersa y suave como la seda, surcado de venas. Le estaba dejando tantas babas encima que al despegar la boca del pollón las telarañas de saliva se quedaban pringando entre el pito y sus labios.
Estaba riquísima, tanto que no podía dejar de chuparla. Peter se inclinó hacia adelante y empezó a culear follándole la boca. Axel se la dejó entonces meter hasta la tráquea. Merecía la pena tener toda esa barra de carne erecta que estaba clarísimo que después se iba a introducir por su recto de la misma forma, durísima y sin condón.
Sir Peter ya estaba acostumbrado a sesiones largas de mamadas. Tenía un miembro que se prestaba a ello. Le dejaban la polla tan lubricada y se ponían todos tan cachondos mamándosela que al final eso se lo ahorraba en condones. Puso a Axel mirando hacia la pared, le acicaló el agujero con saliva, lo desplegó para ver qué diámetro tenía en ese momento, a todas vistas, como siempre, insuficiente para una polla de su calibre y empezó a empotrarlo, a darle por culo por detrás metiendo la polla desnuda dentro de su ano.
Apretada, justa, pero al final siempre terminaba entrando. Después de una tanda de pollazos, la sacaba y se quedaba mirando ese agujero abierto, oscuro y profundo, todo debido al diámetro de su herramienta. Le encantaba saber que ese agujero sería suyo durante el siguiente cuarto de hora o lo que aguantase dentro, que podría seguir perforándolo a su antojo, abriéndolo, amoldándolo a su gusto.
Axel se dio la vuelta sobre el puff. Necesitaba ver el cuerpo fornido y peludo de ese daddy a plena potencia. Elevó las piernas y el culete lo máximo posible para poder ver también la gordísima polla penetrando en las profundidades de su cuerpo. Le encantaba dejar pasar dentro de él a tios así de fornidos, atractivos, fuertes y pollones, se lo merecían.
La cadenita de plata. Miró hacia su cara. La tenía sonrojada por el gusto de la follada, tenía un atractivo tan especial que estaba orgulloso de entregarse a él. La cadenita rebotaba, se enredaba en su barba. Sir Peter se tumbó en la cama y Axel se sentó sobre sus piernas, se abrazó a su cuello para ver de cerca su carita y su pecho peludo y dejó que le culeara desde abajo metiéndole una buena tunda de pollazos.
Axel cogió posición de corrida. Se tumbó dejándose follar con las piernas bien abiertas y, mirando ese cuerpazo peludete y viril que se lo estaba follando, se dejó la leche encima. En lugar de frenar para darle un respiro, Sir Peter se lo folló a mayor velocidad que antes, haciendo que la polla corrida de Axel rebotara, que la leche que se había dejado encima resbalara por su cuerpo.
Satisfecho y con los huevos bien cargados, salió del interior del culo del chaval, hincó una rodilla en la cama al lado del costado de Axel, pasó la otra pierna por encima y empezó a pajearse el descomunal pollón apuntando hacia su jeta. Los lechazos empezaron a salir al momento, pringando el labio superior de Axel, su barbilla, cayendo sobre su cuerpo.
A Sir Peter le flaquearon las piernas y rebozó su polla caliente y corrida por encima de su morros llenos de nata. Axel le agarró la polla y se la comió, recogiendo semen con los dedos y llevándoselos a la boca para degustar su leche. Miró hacia abajo. Su lefa y la de ese macho sobre su cuerpo. Sir Peter le penetró una vez más y al sacarle el rabo lo pasó por encima del pene flácido y las bolas de Axel.