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El segurata Chris Damned se folla sin condón a su compi de curro Sebastian Hunt en el cuarto y se corre dentro de su boca | Young Perps

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Trabaja duro y sé amable con la gente“, así rezaba el cartel de la cabina donde descansaba el personal de seguridad de los grandes almacenes. Eso es lo que les hubiera gustado hacer a Chris Damned y a Sebastian Hunt si hubiera clientes con los que ejercer su labor de vigilantes, impidiendo hurtos, que algunas parejas se metieran juntos en los probadores para follar y otro tipo de cosas.

Había tanto tiempo libre que les daba hasta para hacerse unas pajas. No es que lo hubieran hecho antes, pero la sola idea de que les quedaban cinco largas horas de jornada por delante, fue mencionar la palabra “paja” y se les dibujó una sonrisa a ambos que no pudieron resistirse. Eso sí, que quedara claro, cada uno por su lado. Sebastian en la silla mirando hacia la pared de su lado y Chris al otro lado de la mesa. Nada de mariconadas.

Lo habías prometido, cabrón“, replicó Sebastian a Chris, que se había dado la vuelta para mirar. Pero en el fondo Chris era un pillín y le encantaba ver a los tios en situaciones así de comprometidas. Y qué hay más comprometido que pillar a un hombre con el rabo en la mano masturbándose. A Sebastian tampoco le molestó demasiado. Estaba orgulloso del tamaño de su rabo y que otro hombre se lo mirara le ponía un poco cachondo, para qué negarlo.

Si sólo hubiera sido eso… La idea de hacerse pajas cada uno por su lado estaba bien, pero Chris pensó que estaba demasiado aburrido ese día como para hacerse el hetero y le pidió a Sebas si podía ayudarle a cascarse la polla. Sebas tenía clara su sexualidad, pero tampoco iba a negar que lo de Chris era tremendo. Sin lugar a dudas era el tio más guapo y atractivo al que había conocido nunca y pensar en la idea de la mano de ese chulazo agarrando su polla le excitaba.

Le dijo que sí, dio la vuelta a la silla, se abrió un poco de piernas y le dejó atrapar su polla que enseguida empezó a ser descapullada por una mano ajena. Chris se fue sacando su rabo de la bragueta. Resultó tenerlo enorme y con la misma mano que acababa de desvalijar la polla de Sebas, se zurció su propio pito. Sebastian se sentó a su lado, ambos cogieron rabo ajeno e intercambiaron unas pajas de colegueo.

A Sebas le dio por mirar a Chris a los ojos y se encontró con una mirada llena de vicio, además de que era tan jodidamente guapo que no podía aguantarla durante mucho tiempo. No debía haberle mirado a los ojos, se dijo una y otra vez. No debía haberle mirado a los ojos. Y es que cuando Chris le sonrió, le puso la mano en el cogote y le invitó a chuparle el pene, no pudo decirle que no.

Larga, gorda y con unos buenos huevos, a Sebas le supo a gloria la primera polla que se llevaba a la boca. Ahora comprendía su éxito con las chicas, mucho más cuando el cabrón se desabrochó la camisa del curro y destapó su musculoso y fornido torso tatuado de pelo en pecho. Cada vez más grande, cada vez más dura, estaba de lo más apetitosa y cada vez que miraba de reojo su torso, su cara guapa con los mofletes sonrojados del gusto, más hambre de rabo le entraba.

Le masturbó la polla, le comió los huevos y otra vez cayó en la tentación de mirarle a los ojos. De nuevo otra sonrisa irresistible que le hizo derretirase y convertirse en una marioneta en sus manos. Ahora quería follárselo. Sebas estaba preparado. Desnudo completamente de cintura para abajo, sólo tenía que darle la espalda, inclinarse sobre la mesa y poner el culo.

Chris le levantó la parte baja de la camisa y se la dobló en la espalda para ver bien su culo, se bajó un poco más los pantalones, agarró su polla entre las manos y le dio unos azotes en la raja, después ladeó la cabeza conduciendo su rabo al interior del agujero y se la metió sin condón. A Sebas le fue imposible describir la sensación que le produjo sentir su culo invadido por la verga de otro hombre. Por momentos creyó dejar de ser él mismo, de estar perdiendo toda voluntad para entregarse al placer como si fuera un animal.

Cada vez que Chris arremetía, sentía el impacto de sus caderas, el roce de los pelos de la base de su polla rozándole las nalgas. Parecía que Chris también había perdido la cordura. Empezó a darle tan duro por detrás que le obligó a apoyarse y amarrarse bien con las manos a la mesa. Sebas notó cómo le temblaban las piernas. Jamás había pensado que se podía sentir tanto gusto por la puerta de atrás.

Le dolía tanto como le gustaba, por eso le era imposible quejarse y decirle que parara, porque en el fondo no quería que dejara de estampar su polla dentro de su culo. Chris siguió dándole duro, partiéndole el trasero en dos, profiriendo guarradas. Sebas había visto a su compa de muchas formas, pero nunca en plena faena y esa pose de empotrador le estaba encantando.

Un poco más relajadito, Chris se retiró a la silla y se sentó bajándose los pantalones hasta los tobillos, separando las piernas y meneándose en rabo, esperando que Sebas acudiera a su encuentro. Sebas pasó las piernas a cada lado de las de Chris dispuesto a sentarse encima, le agarró la polla por detrás y se la insertó por el ojete.

Después de sentirla caliente y durísima penetrándole el mismísimo ano, miró hacia abajo y se puso bien contento. Otra vez ese delicioso torso, esa cara de chulazo, esa pintaca de macho follador. Sebas estaba encantado de hacerle un favor y todos los que hicieran falta. Encima la larga polla de Sebas no paraba de impactar y de rebozarse por el vientre de Chris en cada salto. Aquello era un puto vicio.

Se dio la vuelta para no correrse antes de tiempo, le masturbó el rabo con el culo, se abrió de piernas para dejarse follar sobre la mesa y volvió a ponerse de rodillas para comerle el nabo. Chris se levantó, con una mano le agarró por el cuello, con la otra empezó a pelarse la polla, asegurándose de que el cipote estaba dentro de su boca. Tras irrumpir en un sonoro gemido de gusto, se corrió dentro de ella y los lefotes lechosos comenzaron a salir por las comisuras entre sus labios. Sebas abrió la boca y dejó salir toda la leche acumulada en gran cantidad que cayó al suelo.

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