El mundo estaba a punto de cambiar y las estrellas del porno iban a tener más trabajo que nunca con los fans, porque se iba corriendo de boca en boca la fórmula para invocarlos a través de marcas, versos y otro tipo de métodos igual de efectivos. Chris Loan entró todo nervioso en el cuartucho donde guaradan en casa los trastos. Llevaba consigo unas tizas para dibujar marcas en el suelo y unas velas.
Si lo que decían era cierto y así lo atestiguaban las fotos de algunos conocidos de sus colegas, en unos minutos iba a tener frente a él a su adorado Paddy O’Brian. El corazón le latía a mil pensando en sus músculos de acero, en su atractiva cara de machote modelo de revista y sobre todo en su enorme picha con ese gordo cipote. Podía hasta sentir ya el capullo atragantándole la boca.
Todo lo que hizo para invocarle dio resultado y cuendo lo tuvo enfrente, desnudo, con unos gayumbos puestos, no supo qué hacer. Paddy le ayudó a decidir y empezó por bajarse los calzones. Llevaba la polla empalmada, así que lo primero que salió al bajar la goma fue el pitote con el cipote descomunal. Chris no había visto un capullo desgarrador de ojetes tan grande en su puta vida y por una vez la realidad superó a la ficción. Pensó en cómo le contaría después a sus colegas que el pichón de Paddy era más grabnde todavía de lo que parecía y más intimidante.
De pensar en tenerla dentro de la boca, pasó a chuparla de forma real. Sentir ese rabo calentito y todavía algo blando le calmó un poco los nervios. Joder, que se la estaba chupando a Paddy O’Brian. ¿Qué chaval de su inti podría decir eso? ¡Ninguno! Dios, menudo calipo, fue oegar unas caladas y al sacarla de su boca esa polla estaba completamente erecta ante sus ojos, parecía una seta de las grandes, gorda y descomunal, a punto de soltar las esporas.
Ay, qué dura estaba. Miró la cara guapa de Paddy. Este era uno de esos casos en que cuando uno conoce a su actor favorito, en lugar de desencantarse, se enamora aún más de él. Entre la polla y los huevos, sus atributos ya habían alcanzado el tamaño a lo largo de su jeta. Verla de cerca a un palmo de las narices suponía un impacto visual alucinante.
Posó los labios y la nariz en la parte inferior del rabo y lo aprisiónó contra su estómago, contra esos abdominales poderosos y algo peludetes. Paddy se agachó y le dio amor con un morreo. Chris sabía que Paddy no era muy de dar besos, así que para un fan como él eso suponía un gran piropo.
Ofrecerle el culo fue muy fácil. Chris elevó la cadera y al ver esas nalgas grandes, suaves y abiertas, Paddy introdujo los morros en toda la raja. Chris podría haberse conformado toda la tarde con ver su carita entre los cachetes de su trasero. Bueno, en realidad pensó que podría haberse conformado con cualquier cosa, incluso con verle semidesnudo. Pretender algo más como lo que estaba sucediendo era un regalo divino.
Le dio la espalda apoyándose en unas cajas, vio cómo se acercaba por detrás y sintió cómo su ano se desgarraba al paso de esa enorme y gorda polla. Ahora sabía cómo se sentían los demás actores cuando ese cipotón arrasaba con sus culos, ahora entendía el por qué de ese primer gemido profundo que jamás podría olvidar.
Chris intento agarrarse fuerte a las cajas mientras esa bestia se lo zumbaba. Paddy le cogía por las caderas, se la metía hasta las trancas y aprovechaba la fuerza de su espectacular six-pack para follárselo como un animal. El tiempo se agotaba. Quería hacerle tantas cosas… Paddy se tumbó en el suelo y Chris sobre sus piernas pajeándole el rabo a base de nalgadas.
Un rato después fue Chris el que estaba tumbado en el suelo. Paddy se puso de rodillas a su lado y se la empezó a pelar duro. La leche salió a toda hostia de su polla con unos buenos disparos que obligaron a Chris a cerrar los ojos para que no le dejara ciego. La lefa de los cojones de su estrella favorita del porno empezó a desperdigarse por su cara y sus pectorales.
Le dio por mirar a un lado y vio su cuerpo musculoso en tensión , la cara y el cuello rojos de Paddy, la forma en la que gritaba mientras lo daba todo. Estaba a punto de correrse cuando Paddy alargó una mano hacia su escroto y le rozó los huevos. Salió sola, con una buena descarga. En un cerrar y abrir de ojos, Paddy había desaparecido, pero su leche todavía remoloneaba por encima de su cara. Algo grande estaba a punto de suceder.