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Abel Sanztin abre un impresionante agujero en el culazo de Drew Dixon metiéndole su pedazo tranca de 24 centímetros sin condón | Fucker Mate

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Esa mañana, Drew Dixon se levantó pronto y descubrió que aquel refrán que decían de que a quien madruga Dios le ayuda era cierto. Su compañero de piso Abel Sanztin se la pelaba en cualquier lugar de la casa, de hecho más de una vez había escuchado sus gemidos tras la puerta del baño, pero esa vez estaba ahí sentado en el sofá dle salón, seguramente mirando cosas guarras en el móvil.

Y bien guarras debían ser, porque tenía la polla durísima. Drew no había visto nunca una polla de veinticuatro centímetros en acción. Para Abel parecían ser normales, porque la puñeta que se estaba metiendo haciendo un cinco contra uno, recorriendo msu mástil de abajo a arriba con la mano bien apretada en él, era jodidamente buena. Drew se acercó, se puso de rodillas, acarició la pierna de Abel y le miró, como pidiendo permiso, Abel retiró su mano y enseguida fue sustituída por una boca que se tragó el rabo hasta atragantarse, hasta que ya no le cupo más.

De una sola mamada, Drew se la dejó mojadita con sus babas. Se puso cachondísimo al sacarla de su boca, porque parecía no tener fin y sus labios recorrían ese pollón duro por todo el tronco hacia arriba. Al llegar al final se detuvo con el cipote en la boca y se lo masturbó con la lengua. Abrió la garganta para él y deglutió el rabo como mejor sabía hacerlo. Ni una arcada, todo hambre. Le lamió las dos pelotas, tan bien marcadas a cada lado.

La miró de cerca, le escupió varias veces encima, soltando la saliva sobre el capullo. Era tan larga y apetitosa que necesitaba tragarla una y otra vez, sentirla en lo profundo de su garganta. Abel se puso de pie. Drew se enamoró y le pidió matrimonio con otra mamada. Dónde iba con esa picha tan grande y hermosa seduciendo a los chavales, mebeándose todo lo larga que era grácilmente entre sus piernas.

Abel estaba excitadísimo mirando cómo su enorme tranca desaparecía dentro de la boca de ese mamón. Más de una vez le tuvo que decir que hiciera menos ruido chupando, porque iba a despertar a los vecinos, pero por más que lo hacía, Drew no paraba de dar rienda suelta a los sentimientos que despertaban en él el hecho de tener una pija que le rellenaba toda la boca.

Qué bonita quedaba la polla de veinticuatro encajada entre sus labios, con el bigotito mojado, las venas del cuello hinchadas cada vez que el cipote traspasaba la meta y el pito se colaba por su garganta. Drew se desnudó por completo y se tumbó bocabajo en el sofá mientras se la seguía mamando a Abel que estaba sentado en el reposabrazos, dejando que Abel mirase su bonito cuerpo, sus espaldas y ese culete respingón con un buen par de nalgas preparadas para que él lo descubriera por dentro.

Hizo recaer el peso de su cuerpo sobre los hombros pegados al suelo y elevó el culo dirigiéndolo hacia Abel. Abel, sentado en el sofá, lo único que tuvo que hacer fue inclinarse y lubricar el agujero de ese culo que ya estaba preparadísimo. Las vistas que tenía Drew desde abajo eran impresionantes. Podía ver el pito tieso de Abel, su carita sacando la lengua, lamiendo la raja de su culito, raspándole el ojete con la barba. No sabía si Abel era de los que chupaban pollas porque hasta ahora él había acaparado toda la atención en ese aspecto, pero la inclinó y le dio de comer.

Y se la comió, muchas veces, tragándosela entera cada vez, hasta que sus labios y su nariz se apretaron y hundieron bien en la huevera de Drew. Así como estaba, Abel se levantó, puso el modo taladrador y metió su gigantesco pollón dentro del culo, sin condón. El pequeño y cerrado agujerito de un centímetro de repente se abrió como un agujero negro de unos cinco a seis. Sacó la polla sólo para verlo, para volverse loquísimo observando lo que podía hacer con su herramienta. Luego volvió a metérsela sin parar.

En la mente de Drew se agolparon muchos sentimientos. Nunca había sentido a un hoimbre tan dentro de él o más bien pocas veces un hombre se había internado dentro de él tan a fondo y es que esos veinticuatro daban para colarse muy adentro. Después de ser taladrado, se sentó sobre las piernas de Abel y le hizo una paja con el culo.

Estaban muy cerca el uno del otro, mirándose. La polla entraba como la seda. Entonces Abel abrió los ojos y le dijo a Drew que parase. Al elevar el culo, la polla cayó sobre el torso de Abel mojada y soltando un chorrete de lefa. Por suerte se contuvo a tiempo pero esa lechecita iba a servir para pasarlo mucho mejor. Drew siguió saltando sobre la verga, esta vez dándole la espalda para evitar el contacto visual que tan cachondo les ponía, para durar más.

Tenía que hacerlo, ponerse de pie, imaginarse en las duchas, que se agachaba para enjabonarse las piernas y entonces un tio con una buena polla llegaba por detrás y se la metía hasta las trancas. Se dejó amar follado bocarriba, mirando el cuerpo inclinado de Abel sobre él que no paraba de meterle la pija. Sus abdominales, los pelos de su sobaco, su aliento sobre su cara, esa cara tan atractiva con barbita. Drew se pajeó cada vez más rápido y se corrió encima.

La polla corrida siguió rezumando leche y rebotando cuando Abel se la metía y su vientre chocaba contra los huevos. Abel se batió en retirada justo a tiempo. Fue sacar el falo y la leche blanquita empezó a salir de su pene, depositándose alrededor del amplio agujero y bajo la bolsa de los cojones de Drew, que se dio la vuelta y se inclinó para catar esa pollaza cubierta de semen. Y sabía realmente deliciosa.

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