Qué fácil era empalmar en cuestión de segundos. En cuanto Diego Sans se aproximó hacia el sillón donde estaba sentado y sintió el contacto de su boca con la suya, su mano caliente y varonil penetrando por el interior de sus pantalones hacia su zona más íntima sobándole todo el paquete, Zak Bishop se rindió y se entregó a ese machote.
Zak tenía las manos muy largas y les daba buen uso. En un momento se dedicó a dar un repasito por el torso peludo y fibrado de ese chulazo, contentándose especialmente con sus pectorales y abdominales, luego le calzó el paquete con la mano, le sobó los fuertes brazos y acabó de nuevo metiéndole un agarrón en sus partes nobles. Ante tanta insistencia, Diego le dejó hacer los honores de destapar el regalito de su entrepierna.
Jadeaba ansioso a medida que iba desabrochando botones y bajando los calzones. Una pirula grande salió a su encuentro. Todavía estaba medio amorcillada, encapuchada, algo dura y lo que más cachondo le puso es que estaba lubricadita. Se la metió dentro de la boca y la amó con los labios, dispuesto a hacerla crecer.
Viendo desparacer su polla dentro de la boca de ese mamón guaperas, a Diego se le pusieron los pezones duritos. La jalaba de puta madre, con una suavidad extrema que le hacía estremecer cada rincón de su cuerpo. Con un par de mamadas Diego ya estaba totalmente empalmado, con la pija recta y dura mirando hacia arriba, el doble de larga que cuando se la había sacado de los gayumbos.
Se subió al sillón colocando los dos pies en cada reposabrazos y le hizo un gag the fag, dando de comer rabo a esa puta guapa. Con el pollón penetrando más allá de la campanilla, a Zak se le cayeron algunos lagrimones y aún así seguía teniendo la delicadeza de pedir más polla, de agarrarla entre tres deditos para inclinarla y conducirla de nuevo hacia el interior de su garganta.
Diego adoraba la delicadeza de ese chaval, pero eso le incitaba a que él se comportara de forma más cabrona, haciéndole sacar el animal que llevaba dentro. Le agarró por los pelos, por el cogote y le metió toda la tranca hasta que notó los labios de ese tio guapo hundiéndose en su huevera.
Se fijó en que tenía una buena armada en los gayumbos, se metió entre sus piernas y le chupó la pija. Luego se dirigió a los huevetes y al agujero de su suave culazo levantándole las piernecitas, haciéndole gemir de auténtico gustazo. Zak se fijó en el trasero de Diego, alucinante, peludete. Estaba deseando que empezara a bombearlo cuanto antes y agarrarse a ese par de nalgas fuertes y masculinas.
Antes de eso, Diego le preparó bien el culo, a base de gapos, dedos, lengua, raspado de barba y bigote. Lo hizo tan bien que a Zak le salieron los gemiditos de la putita que llevaba dentro. Diego tomó asiento en el sillón, inclinó hacia arriba su polla dura y firme enfundada en un preservativo y dejó que Zak se ensartara encima de ella. Zak puso los pinreles en los reposabrazos, hizo una sentadilla y la encajó dentro de su agujero. Después de eso, Diego empezó a darle caña tirando de abdominales, fusilándole el ano con el pollón, metiéndole unas buenas culeadas desde abajo.
Zak estaba encantado viendo a ese macho a plena potencia, dándolo todo para metérsela. Sus pectorales, ese torso musculadito y peludo, la cara de follador nato que tenía. Quería que le diera por culo, así que se puso de rodillas sobre el reposabrazos de la derecha y le dejó el culete regalado a la altura de sus caderas. Diego se la enfiló toda durísima entre las cachas y empezó a darle duro.
Se tumbó en el sillón, hundiéndose en él, con las piernas abiertas, dejando que Diego le follara con unas buenas empotradas. Se cascó una paja mirándole de arriba a abajo, deteniéndose en su mirada, en esa cara de cabronazo y se corrió encima soltando una ingente lechada sobre la barriga. Diego se quitó el condón, se masturbó encima del cuerpo del chaval y comenzó a soltar chorrazos largos y potentes que le dejaron pringado desde la cara hasta la polla. Ante tal festival de lefazos, Zak abrió la boca y sacó la lengua para cazar lefa y se llevó varios premios. Miró a Diego y se relamió tragándose lo que había pillado. Le gustaba saborear y comerse el semen de los tios que le molaban. Sabía tan rico. Diego se acercó para esnifar y saborear su propia corrida.