Ser cámara de televisión la mayor parte del tiempo era una profesión arriesgada. Ese día, cuando el jefe de Thyle Knoxx le encargó un trabajito para ir en casa del nuevo modelo Malik Delgaty a grabar el lanzamiento del nuevo producto Men Blaster, creyó que iba a ser pan comido. Lo que no sabía todavía era que iba a terminar comiéndose una buena barra de pan.
En su curro estaba ya acostumbrado a ver a modelazos, pero no tan esculturales como ese. Ya al verlo vestido le cayó en gracia. Tenía que ser una rata de gym para tener ese cuerpazo. Ya se adivinaba algo bestial con la ropa puesta, la camisa de manga corta pegadita a sus biceps y pectorales como si fuera parte de su propia piel. Cuando el chulazo se la sacó y comenzó a pasarse el masajeador vibrante por los promitentes pechotes y el surco de su six-pack, a Thyle se le puso durísima la pirula, empezó a babear como una colegiala fanática viendo a su grupo de música favorito en directo y aprovechó que Malik cerró los ojos para sacársela y hacerse una paja mirando a semejante especímen.
Ni se dio cuenta de que Malik le había pillado, pero el chaval apenas se inmutó. Se ve que estaba acostumbrado a que otros tios se la tocaran delante de él. Thyle se la guardó de nuevo en los calzones y continuó con su trabajo. El vídeo publicitario requería, según el guión, bastantes tomas con movimiento y en primer plano. Thyle se arrodilló en el suelo, hizo una toma larga en picado desde abajo hacia arriba, pero ya estaba tan cachondo que el objetivo sólo podía enfocarlo hacia el paquete del tiarrón, tan voluminoso que le llamaba especialmente la atención. Soltó la cámara en el suelo, acercó la cara y la rebozó por encima.
Deseó con toda su alma que no se hiciera el duro, que estando a solas en una habitación donde nadie pudiera verle, tuviera la decencia de contentarle. Para hacérselo más fácil, se quitó la ropa y le enseñó su culo. Thyle tenía uno precioso y estaba seguro de que ni el más hetero de los hombres podía resistirse a penetrar algo así de rico. Al notar el tacto de su mano grande y caliente en su cadera, supo que iba a pasar la mejor tarde de su vida.
Antes, Malik se divirtió un poco con él. Aunque el masajeador de músculos no estaba preparado para tal tarea, le metió el apéndice taladrador por el agujero del culo y lo puso en marcha. Thyle pasó una mano por detrás obligándolo a parar del gusto que le estaba dando. Malik se puso cachondo, se bajó los pantalones y se sacó la verga, dejando que un enorme pito largo y gordo saliera disparado hacia arriba, completamente empalmado, zarandeándose de lado a lado.
Al ver esa enorme pirula rebotando sobre su cabeza, con un par de cojones enormes a cada lado de la base de la polla, Thyle se la metió dentro de la boca y se la empezó a mamar al modelazo perdiendo el sentido. Joder qué puto gorda la tenía y qué saborcito más rico le daba. Le entró tantísima hambre que se la intentó meter hasta el fondo de la garganta, aunque llorase. Thyle babeó por segunda vez esa tarde, pero esta vez con una buena polla dentro de la boca.
Las grandes manos varoniles de ese cabrón algo apartadas de sus caderas, sus brazos fuertes, separados, dejándosela comer, mirar hacia arriba y ver su cuerpazo musculoso, su atractiva cara de chulazo empotrador. Todo, allá donde mirara, invitaba a Thyle a seguir comiendo rabo. Malik tenía una pedazo tranca como para permitirse dar pollazos a un tio en la jeta y así lo hizo, poniendo la carita de Thyle de lado, agarrándole por los pelos y azotándole con el trabuco.
Se hubiera contentado con sentir la leche encima de su cara y seguir con el rodaje, pero le miró a los ojos y enseguida supo que ese machote no se contentaría con una mamada. Malik se puso de rodillas detrás de él y le taladró el agujero del culo sin condón. Thyle gimió e hizo muecas de dolor al sentirle tan dentro, después todo fue gusto. No dejó de mirar hacia atrás, de tocar su cuerpo, sintiéndose pequeñito y bien follado ante un tio tan espectacular, grande y fuerte.
En la habitación donde estaban rodando apenas había mobiliario para follar como era debido, pero había una alfombrita de pelo suave en el suelo que era la mar de confortable. Malik se tumbó todo lo largo y grande que era y Thyle se sentó sobre sus piernas clavándose toda la polla. Al principio él llevó las riendas, pajeándosela con el culo, pero después Malik le cogió con la sdos manos por las caderas y se lo zumbó a lo bestia penetrándole desde abajo.
Thyle ocupó el lugar de Malik, colocando la parte alta de la espalda sobre la alfombra y elevando el resto junto con su culazo. Esa postura era la forma perfecta para admirar el cuerpazo y la verga de ese cabrón dándoselo todo, taladrándole desde arriba. Después de darle unos toquecitos con el cipote en el ojete, se la metió. La tenía tan dura que a veces se le salía y se le quedaba ahí rebotando, larguísima, antes de cogerla entre sus grandes manos y volver a conducirla hacia el agujero.
Se corrió encima mientras aún se la estaba metiendo, contemplando sus abdominales, su cara de follador, el volúmen de su perfecto rabo. Malik se la sacó del culo, se puso de pie y se la empezó a pelar a la altura de su cara. En el momento de la corrida, la inclinó hacia abajo y comenzó a soltarle chorrazos de lefa bien calentitos y abundantes. Thyle cerró los ojos, abrió la boca, sacó la lengua y se puso las botas como un puto cerdo, sintiendo todo ese esperma bañándole la cara, unas buenas semillas grumosas posándose sobre su frente, en los pelillos de su bigote, en la oreja, el pelo, escuchando el sonido de la lluvia caer sobre la alfombra. Ojos a salvo de leche de milagro, los abrió y contempló a ese chulazo desnudo, potente y recién corrido y no le quedó otra que relamerse. Hasta su leche le supo bien rica.