Si les preguntasen qué les había llamado la atención el uno del otro, Rocky diría de Roman que su atractiva cara y su bonita sonrisa. Roman por su parte halagaría el porte y cuerpazo atlético de Rocky, tan alto que estaba deseando ver si su polla se correspondía en centímetros con su estatura. Si quería poner rojo a Rocky lo había conseguido.
Un morreo sirvió para quitarle la tontería y la vergüenza, si es que tenía alguna. Fue Rocky el primero en quitarle la camiseta a Roman. Sí, estaba claro que el chaval quería verle la minga, pero el deseo era recíproco y se le adelantó, porque además de desear ver rabo, estaba rabiando por ver su formidable cuerpazo, musculoso, morenito, el más envidiado en el campus por todos los chicos y chicas.
Le desabrochó los pantalones con una mezcla de curiosidad y locura desatadas. Cuando tuvo a Roman en calzones, le amasó el paquete sin quitarle ojo. Lo que veía y tocaba le estaba gustando demasiado. Al sacarle la picha no perdió ni un segundo para metérsela en la boca y descubrir a base de una buena mamada que ese pollón podía crecer el triple del tamaño que tenía cuando lo había sacado de su refugio.
Retirando la pija de su boca, Roman se colocó de rodillas en el sofá al lado de Rocky, ahí con toda la larga polla colgando entre sus piernas, contoneándose a sus anchas, y bajó los gayumbos de Rocky. Primero descubrió que tenía una buena pelambrera negra decorando sus atributos y luego ya le sacó toda la barra. Barra por no decir otra cosa más grande, porque menudo pedazo de pito tenía ese cabrón.
De las ganas se le había puesto durísimo. Roman lo agarró por la base con su mano, le metió un meneo para hacerlo danzar ante sus ojos, que no intentaban acostumbrarse a la visión de algo tan extremadamente largo y gordo y miró a Rocky sonriéndole, piropeándole por una pija tan guapa. Roman apretó el puño con la polla dentro y empezó a pajearla. Joder, anda que no tenía recorrido de sobra para domarla a su antojo, un recorrido que decidió acortar inclinándose y metiéndosela en la boca.
Sus veintimuchos centímetros tenía, pero le echó un par de huevos y tras ensalivarla con sus babas, se la hundió hasta el fondo de la garganta, hasta posar los labios en la bolsa de sus huevos con los pelos negros de la base metiéndosele por las narices. Rocky emitió un gemido. Roman esperó que al menos no fuera de esos que se corría a las primeras de cambio. No era de esos.
Jugueteó con su descomunal y despampanante capullo, dándole lengüetazos rápidos, rodeándolo con su lengua. Daba gusto mamar y pelar pollas así de grandes. Rocky estaba encantado con lo bien que se la chupaba Roman, pero había aguardado tanto tiempo para chuparle a él también la verga que no quería perder tiempo. Los dos estaba muy bien armados, así que por qué no divertirse en el sofá intercambiando mamadas a la vez.
Se situaron en posición. Rocky debajo y Roman encima, rabos dentro de la boca y calladitos a chuparla. Las posiciones que habían adoptado marcaron el ritmo de las jaladas. Mientras que Roman chupaba a su antojo y admiraba esa pedazo polla sin saber por dónde empezar a comérsela, Rocky se vio atrapado entre el culazo de Roman y el asiento del sofá sin posibilidad de escapatoria. Mientras la polla le jodía la boca, el escroto de ese campeón le taponaba las narices. Ni qué decir tiene que era el que mejores vistas tenía, huevos y raja de culazo, un panorámica perfecta para ponerse a tono.
De la boca pasó a comerle el ojete, luego se retiró hacia atrás apoyando la espalda contra el respaldo, con el pulgar puso la picha firme sirigiéndola hacia el trasero de Roman que se acercaba hacia él dándole la espalda y se la hundió dentro del agujero sin condón. Era enorme, le quedaba super ajustada al hueco. Roman empezó a saltar sobre ella pajeándose a la vez y tuvo que parar y soltarse la polla porque como siguiera lo iba a poner todo perdido de leche.
Apoyó el estómago sobre el reposabrazos del sofá y dejó caer su cuerpo ante el espejo de la pared dejando que Rocky acudiera por detrás a darle por culo. Era una buena forma de ver cómo se lo follaba. Roman se fijó una vez más en el cuerpazo atlético, fornido y blanquito de Rocky. Estaba buenísimo y desde luego no le había defraudado lo más mínimo en cuanto a sus pesquisas acerca del tamaño de su verga. Es más, había sobrepasado sus expectativas respecto a lo que él imaginaba en un principio.
Teniéndola tan grande, Rocky no acostumbraba a que otros chavales le pidieran abrirse de piernas, pero ahora que había dado con casi un igual, le tocó tumbarse sobre la parte superior de la espalda, elevar el culete y ver cómo Roman le penetraba de arriba a abajo con su largo badajo. Así fue como acabaron el encuentro, cambiando las tornas, con Rocky pajeándose con fuerza mientras otro tio le clavaba la pija.
Los grandes cojones se le amoldaron a cada lado de la base del rabo y empezó a soltarse largos lechazos encima de los abdominales. Al verlos salir tan espesos y caldosos y con tanta potencia, Roman colocó la mano encima justo a tiempo para llevarse uno en el dorso. Se puso tan cachondo que no tardó en sacar la polla de su culo, meneársela encima de él y dejarle pringado con todo su semen, primero soltándole un lefazo bestial que salió volando por encima de su cuerpazo hasta más allá de su hombro obligándole a torcer la cabeza para no llevárselo encima y después mezclando la leche con la suya, dejando nieve posada en los pelazos negros de su polla.