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Ace Quinn hace un casting de rabos y se queda con Malik Delgaty para que le folle a pelo mientras William Seed y otro tio se pajean mirando | MEN

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Batman se iba a quedar en un juego de niños con lo que Ace Quinn estaba a punto de preparar. Su dildo ya se le quedaba pequeño y no precisamente por el tamaño, que era bien grande, sino porque eso de tener que trabajárselo él con la mano o incluso ponerle una ventosa, ya no le hacía la misma gracia que al principio. Ni una buena dosis de vaselina hacía que al rato se quedara reseco y no entrara como debía por su agujero.

Se le ocurrió la brillante idea de pegar le dildo delante de un foco y proyectarlo contra el cielo. Ahí estaba la polla en el firmamento, luciendo cual escudo de super héroe, signo universal para los hombres, que ya no se conformaban solo con ir pintándolas por las paredes de los baños públicos. Ahora todos los tios que fueran buscando un hogar para su rabo podrían seguir el haz de luz. Al rato, no había cola dando la vuelta al edificio por la hora que era, pero casi. Allí estaban William Seed, Malik Delgaty y otro guaperas esperando turno.

Les subió a su piso, les metió en la habitación y les pidió que se desnudaran. Y vaya tres machotes tan bien armados. Fuertes, cachas, guapos y con unos rabos grandiosos. Los tres calzaban bien, pero fueron Malik y William los que estaban casi o totalmente empalmados y eso fue un plus a la hora de elegir candidato. Cogió un metro y empezó a medir pollas a ver cuál se ajustaba más a las necesidades de su exigente culazo.

La de William tenía un buen tamaño y el tio estaba cañón, la del otro chico, aunque muy atractivo, no llegaba a las medidas que necesitaba. Fue la acercarse a la de Malik cuando se le despertó una sonrisa incontenida en el rostro, porque ver ese pollón largo, gordo y cilíndrico de cerca era todo un espectáculo digno de admirar. Además tenía la tonalidad y la textura de su apreciado dildo. Lo tenía claro. Él era su chico y esa era su soñada polla.

Mandó a los otros a paseo, aunque a Will no le descartaba para una segunda ronda y se llevó a Malik a la cama para adorarle ese deseado pito. Cuando se la midió la tenía morcillona y ahora estaba chupando un buen pijote duro y tieso que le estaba dando la mayor de las alegrías. Qué cosa más gorda y grande. Se la comió de forma demencial, estampándola contra su boquita, apreciando toda su potencia, escupiendo hacia arriba y haciendo pucheritos con su saliva contra el rabo.

Los otros dos chicos no salieron por la puerta. Siempre era agradable quedarse haciéndose una paja mientras veías cómo otros follaban, así que se quedaron en plan colegas pasándose un brazo por la espalda y meneándose cada uno su piruleta sin ser vistos. Bueno, alguna caricia de más se les escapó hacia le otro pito. La verdad es que a ellos la presencia de Malik también les había puesto todo cachondos de lo buenorro que estaba con ese cuerpazo digno de hacer una escultura y ver cómo daba de comer rabo era algo que no podían perderse.

No estaban muy lejos y podían escuchar el soniquete de una polla intentando colarse por una garganta. Entre Malik que culeaba follándole la boquita y Ace que le agarró de los huevetes y se hizo el valiente, se quedó a escasos centímetros de la gloria. Malik se puso cómodo en la cama y su pollón cayó sobre su estómago emitiendo un impacto sonoro. Menuda cacharra tenía entre las piernas. Ace se la puso en vertical, se metió entre sus fuertes piernas y se la comió de nuevo volviendo a hacer el intento de tragársela entera.

Se dio cuenta de que los otros dos chicos seguían allí mirando. Les guiñó un ojo, prometiéndoles, sin palabras, que les iba a dar un buen espectáculo para esas pajas que se estaban haciendo. La idea de que otros le vieran desnudo y follando le excitaba mucho. Puso a Ace a cuatro y le jodió el ojete por detrás con su enorme polla. Menudo culazo grandote tenía el cabrón. Se inclinó hacia adelante y se lo fusiló a pollazos agachándole la espalda con las manos apoyadas encima para que inclinara hacia arriba el culete un poquito más.

Giró la cabeza para  ver qué tal se lo estaban pasando los chicos al otro lado. Les vio contentos y tocándose las mingas, esperando que esa primera enculada les dejara satisfechos y también que se recrearan con su cuerpazo musculoso y sudado en plena acción. Lo cierto es que estaba precioso su cuerpo bañado en sudor, su culazo blanquito y redondo empujando con fuerza desmedida, su torso largo y fuerte y esa cara de machote de fraternidad que pasa de la adolescencia a la edad adulta, desprendiendo juventud y potencia por todos sus poros.

Tras unas buenas embestidas por la retaguardia y bocarriba, colocó a Ace de lado y le metió el rabo a pelo por el culo follándoselo bien, para que los chicos vieran la penetración y se divirtieran. Luego le puso como si fuera un jamón, hecho un ovillo, con las piernas recogidas, rodillas contra su pecho, culo bien abierto. El dildo de Ace no hacía lo que Malik estaba a punto de hacer, preñarle por dentro. Se dejó ir sin más. Cuando le invitaban a una casa a follar entraba con todas y esa era su manera de dar las gracias siempre que se lo permitían.

Ace se quedó en la misma postura, cagando leche que salía de su esfínter arrastrándose por la raja de su culo hacia las sábanas. Miró a ese chulazo que acababa de follárselo, desnudo, imponente, con el rabo morcillón recién corrido colgando y meneándose entre sus piernas. Cerró los ojos. Se echó mano al ojete y con la yema de los dedos palpó su semilla. Al abrir los ojos de nuevo, se percató de que los otros dos tios seguían allí y lo habían visto todo. Uno salió por patas, pero a William lo alcanzó Ace estirando el brazo. Aun satisfecho, necesitaba otro hombre igual de potente que le hiciera feliz.

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