Dónde iba a parar la villa olímpica frente a la villa del orgullo gay. Para Chad Hammer, era todo un orgullo levantarse pronto por las mañanas y pasearse en calzones por las calles, mirando tras los amplios ventanales de las habitaciones donde dormitaban otros tios, esperando encontrarse sábanas que misteriosamente se elevasen hacia arriba por la zona de la entrepierna, algún que otro pajero de buena mañana o tios machotes de buen ver como Alpha Wolfe que se estuvieran desperezando frente a la ventana completamente desnudos.
Al ver su cuerpazo tatuado de pelo en pecho, su robusta polla maciza, su atractiva cara con mucha barba y pelazo, dejó de buscar y se detuvo. La conexión fue instantánea. A ese varón se le levantó la pirula y Chad aprovechó para calentarle un poco más bajádnose los calzones y enseñándole su larga y gorda minga y el culazo que le iba a dejar folllarse si él quería.
Fue invitado a pasar dentro, se miraron a los ojos como dos enamorados y se comieron a besos a la vez que se cogían la polla el uno al otro por ahí abajo. Chad se arrodilló y le comió toda la polla digiriéndola hasta los huevos, con tantas ganas que Alpha perdió el equilibrio y tuvo que calmarle pasando una mano suavemente por su pelazo rubito, dejándole claro que había tiempo suficiente.
Chad estaba cansado de tios que se depilaban los pelos del rabo, así que ese tiarrón le vino de lujo. Nada le gustaba más que navegar con su nariz entre un buen manojo de pelos largos y abundantes. No sólo se la comía hasta las trancas, sino que la retenía allí un ratito mirando hacia arriba, observando la cara de placer de ese macho alfa que intentó devolverle la jugada sin éxito, pues Chad la tenía más gorda y más larga.
Ni los escupitajos que le brindó, ni agarrándole por los pelos de la cabeza y obligándole a comer polla, logró que se la tragara entera, pero hizo un buen intento. El jueguecito de las mamadas había cambiado las tornas y la regla en esa villa estaba clara: el más lanzado jugaba con ventaja. Y Chad la aprovechó poniendo a ese machote a cuatro patas sobre la cama, adorando la raja de su enorme culazo peludo con la lengua, rebozando su polla contra él y embadurnándosela bien de lubricante antes de metérsela a pelo por el ojete.
Qué buena forma de arrancar el día del orgullo, bombeando el culazo de un macho como ese, tatuado y musculoso. Quién se lo iba a decir cuando el agujerito del culo se le abría solo al ver cómo se desperezaba frente a la ventana. Lo tenía todo abierto para él y ahora todo se había dado la vuelta. Esa fiera seguía siendo un fiera pero convertido en una putilla que no dejaba de culear hacia atrás bucando que le metiera más trozo de rabo. Chad plantó las manos en sus muslos y se lo dio todo.
Sus cuerpos ya estaban sudorosos cuando Chad se tumbó en la cama y ese lobo se sentó sobre sus piernas montando, cabalgando sobre su rabo. Era un cerdaco follador. No paraba de rebozar su minga por su abdómen, de retener dentro del culo toda la polla y pavonearse meneando el culete. Dejó de cabalgar de frente para hacerlo de espaldas. Saltaba tan fuerte que Chad pudo sentir el impacto del rabo y las pelotas de ese macho jodiéndole las suyas. Para evitar que se agotaran sus doloridos huevos, le enculo desde abajo.
Vio en él un animal con tanta rabia dentro contenida que decidió rebajarse a ofrecerle su culo y ver de lo que era capaz. A Chad le habían metido muchas pollas, demasiadas. Parecía conocer la sensación de que le inflaran a pollazos, pero cuando Alpha le metió la pija sintió un gusto endemoniado que le tocó zonas antes nunca inexploradas de su esfínter.
Sería por lo larga que la tenía, por su forma o su dureza, porque el tio estaba hecho un empotrador que no medía sus fuerzas, que te cogía por las caderas y empezaba a follar con rabia y dureza. Sería por lo que fuera, la sonrisa que se dibujó en la cara de Chad lo decía todo. De pronto otro chulazo moreno con barbita y ojazos se paró delante de la puerta.
Se quitó las gafas de sol y se recreó con la escena, mirando primero a Alpha, luego a Chad, luego de nuevo a Alpha. Era guapísimo y estaba bien bueno. Chad deseó que se divirtiera con ellos, que se sacara allí mismo la pija por la bragueta y se masturbara, que entre esos dos machos se hicieran un inolvidable bocadillo con él. Pero no ocurrió. Lanzó una sonrisa a Alpha, como si pactaran un encuentro en algún lugar, se puso las gafas y se marchó.
Chad le echó de menos pero no mucho, porque Alpha le arremetió con más fuerza todavía dejándole tumbado bocabajo sobre la cama. Alpha estaba encima de él follándoselo a toda hostia. Podía sentir las gotas de sudor cayendo sobre su espalda, sus gritos de rabia mientras poseía su culo. Terminaron follando frente a frente como machos. Chad se abrió de piernas y él le penetró con la misma fuerza pero algo más de cariño. Chad le dio unos cuantos puñetazos en la pechera, comprobando de qué madera estaba hecho.
La preciosa polla y los huevos de Chad se meneaban posados encima de su propio abdómen. Alpha disfrutaba viéndolo, ayudando a ello, empujando con su barriga los cojones de ese rubiales. Chad se atrapó la polla y se corrió encima lanzando perdigonazos de lefa que salpicaron por todas partes. Unos perceptibles mecos se le quedaron posados en las puntas de los pelos del torso.
Alpha le reventó por dentro por última vez justo antes de sacársela y depositar su esperma entre los cachetes de su culo. En el fragor de la batalla, cargado todavía de amor, se inclinó y relamió la lefa que Chad se había llevado encima. Sin contemplaciones la llevó hasta la boca de Chad y se la escupió encima junto con sus babas. Terminaron sudados, exhaustos y saboreando leche, pero todavía con energías para ir en busca de nuevas aventuras en esa villa llenita de orgullo y amor.