En una misión de supervivencia, Ryan Bones tiene un accidente y es rescatado por su camarada Manuel Skye, que lo lleva en hombros hasta la orilla del lago, donde al menos podrán pescar, hacer fuego y pasar la noche. La situación hace pensar a Ryan. Echa de menos a su familia. De compañero a compañero, confiesa a Manuel que desde hace un tiempo a esta parte, tanta falta de afecto le ha hecho tener fantasías con otros chicos del campamento.
No sabe si es algo normal o no. Se lo cuenta buscando saber si Manuel ha pensado lo mismo en alguna ocasión. Manuel no puede responderle de igual a igual, porque en su caso no es que él fantasee con comer pollas, es que desde siempre le ha gustado comer pollas. En lugar de decírselo abiertamente y puesto que Ryan está requetebueno y bastante sensible, a punto de probar sexo con los de su mismo bando, decide guardárselo para él y hace como que le comprende.
Le comprende y le hace ver que la mejor forma de saber si es algo normal o si es que realmente comienzan a gustarle los tios, es hacerlo de una puta vez y quitárselo de la cabeza. Están solos, todo el atardecer, toda la noche. Promete no contárselo a nadie, un secreto que quedará entre ellos. Se sacan las pollas y se las empiezan a masturbar mutuamente. Al sentir la mano fuerte y varonil de Ryan agarrando y pajeando su polla, a los pocos segundos Manuel se la agarra para frenarle. Una reluciente gotita de precum aparece por la raja de su cipote.
Ryan cede y le suelta la polla. Están en la tienda de campaña. Ryan se pone detrás de Manuel, le abraza y le susurra al oído lo mucho que le apetecería cumplir todos los aspectos que cubren sus fantasías: comerse los rabos y poder follarse ese culazo a pelo. Salen de la tienda y se forran los rabos con sus babas, hindando las rodillas en la tierra, primero uno y luego otro. No pueden tener las pollas más gordas y hermosas.
La tierra es dura. Andan el camino semidesnudos con los pantalones bajados por los muslos hasta llegar a un lugar donde hay algo de hierba blandita. Ryan se quita la camiseta, la pone encima y se sienta, con el pulgar levanta la polla dejándola en vertical y tiesa y espera a que Manuel se siente encima de ella clavándosela sin condón.
Mientras se lo folla, Ryan sabe que a su vuelta a casa nada será igual, porque no ve en Manuel un simple agujero donde meterla y aliviar su sufrimiento por no tener lo que le daban en casa. Ve a un tiarrón musculoso que le pone cachondo, un enorme rabo que se la pone dura. Empieza a entender que sus fantasías eran una necesidad y al poco rato de estar dándole por culo, las pelotas se le llenan de leche, saca la polla y se corre encima de sus nalgas y de su espalda dejándole fino.