Nada de tostatas con mermelada y mantequilla ni huevos fritos. En el piso que compartían Valentino Sistor y Kyle Fox se comía sano desde primera hora de la mañana, con frutita fresca de temporada. Y cada mañana, nada más verse, se daban gracias el uno al otro por tenerse y por haberse encontrado.
Para Valentino era imposible resistirse a ese pedazo de macho fornido que le sacaba una cabeza de altura y que se acercaba semi desnudo apenas con los calzones puestos, abrazándole por detrás, rebozándole el paquete por la parte baja de la espalda. Kyle tampoco podía resistirse a los encantos de ese chavalito fibrado y guapo que enseguida se daba la vuelta y se le entregaba por completo.
Le había pillado justo troceando la manzana, dispuesto a seguir con el plátano, pero la banana se la iba a dar él, una que le gustaba mucho probar todas las mañanas. Kyle se apoyó en la encimera de la cocina, Valentino fue bajando por su torso, besándolo, bajándole los calzones, descubriendo ese maravilloso rabo largo, gordo y morcillón. Se lo metió dentro de la boca, comenzó a amasarlo entre sus labios y Kyle gimió de puro gozo.
Menuda boquita tenía ese mamón. Se la puso dura en dos jaladas doblando su tamaño, toda venosa y potente con el cipote deslumbrante. A Valentino le gustaban así de grandes y lo siguiente que hizo al verla tan majestuosa frente a su cara fue intentar tragársela entera, si bien al mirar de cerca el enorme cabezón de ese rabo, se enamoró y se detuvo a chuparlo una y otra vez sacándole todo el jugo.
Alargó los brazos tocando con sus manos el fornido torso de ese hombretón, repasando sus grandes y apetitosos pectorales, perfectos para apoyarse saltando sobre su verga, sus abdominales, todo en él era tan perfecto como en una escultura de Miguel Ángel, solo que con un rabaco infinitamente más grande. Le miró desde abajo a los ojos y a cambio recibió una buena paliza con la polla fostiándole toda la jeta.
Al lado de ese tiarrón, él se volvía pequeñito y la polla de Kyle era como una maza gigante mientras que el agujero del culito de Valentino se volvía tímido y delicado ante semejante enormidad. Sentir los dedacos grandes sobándole los alrededores y luego la lengua húmeda y caliente de Kyle abriéndose paso dentro de él, le hizo gemir de auténtico gusto y una sensación de hormigueo y felicidad le invadió todo el cuerpo.
Como un caballero desposando a su pareja en la noche de bodas, Kyle le cogió en brazos y se lo llevó a la cama. Valentino volvió a sobarle una vez más la polla con los labios, esta vez sin miramientos, enjugándosela toda en sus babas de principio a fin, calzándosela entera hasta el fondo de la garganta, besándole las pelotas, metiéndose los pelos de la base del rabo por las narices.
Se montó encima de él cabalgando sobre sus piernas y se entregó por completo follándose su rabo a pelo, saltando con brío mientras rebozaba su dote por encima de ese torso fuerte digno de un superhéroe. Notó las manos calientes y grandes de Kyle asiéndole ambas nalgas con fuerza. Demostraron cuánto se querían y deseaban con ganas y luego Valentino se dio la vuelta para que Kyle pudiera ver su precioso culito tragándose su rabo entero.
Lo siguiente que recordó fueron las manos de Kyle cogiéndole por las caderas y echándole hacia atrás, dejándole caer sobre su cuerpo desnudo, follándoselo en volandas, levantándose con él en brazos, sostenido por las piernas que mantuvo abiertas durante todo el recorrido hasta el reposabrazos del sofá, donde Kyle le dejó libre para apoyar los pies en el suelo y así darle por detrás.
Antes un buen escupitajo en la mano, la mano a la polla, estrujñandola entera, embadurnándola con saliva. Kyle dobló ligeramente las rodillas, atrapó su verga en la mano, mirando fijamente el agujero, apuntando hacia él y metiéndole todo ese pedazo de carne por el culo. La cara de Valentino al sentir la empotrada por la retaguardia fue sublime. Los ojos abiertos, la mirada perdida, la boca abierta exhalando un gemido agudo de buena putita al sentir ese cipotón reventándole el culo.
Le encantaba que un macho así de buenorro se divirtiera con él de esa forma tan demencial, embistiédole una y otra vez por detrás. Follaron por toda la habitación. La siguiente parada fue un mueble azul junto a la pared, frente al cual había un puff blandito para que Valentino apoyase las rodillas y donase su culo para una buena causa. Allí no sólo se sintió bien follado, sino también amado, cuando Kyle se abalanzó hacia él y sintió el torso sobre su espalda, su aliento sobre la oreja, escuchando todos sus gemidos mientras se la metía con fuerza por todo el ano.
Demasiado apretado como para seguir resistiéndose, Kyle perdió toda su fuerza de voluntad, sacó su verga y se corrió encima de ese precioso pandero vistiéndolo de blanco. Recompuesto de la corrida, usó su miembro como un pincel recogiendo el color blanco de la acuarela y lo condujo hacia el ojete para volver a penetrarlo. Kyle recogió las sobras con los dedos y se lo dio a probar a Valentino, que encantado rechupeteó entre sus labios esos dedacos grandes y varoniles cargados de deseo.
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