Me encierro en mi habitación en una calurosa tarde de verano. Mis padres piensan que estoy loco y que me voy a asar, pero es que necesito acudir a una cita ineludible. Hago con que estoy estudiando, cuando la realidad es que miro por la ventana, esperando que Alexis Clark, el chico del ático de enfrente de mi edificio, haga acto de presencia.
La puerta se abre a la misma hora como cada tarde. Me pongo cómodo. Con una mano agarro los prismáticos y con la otra me pongo contento. Hoy Alexis ha llegado con el pelo repeinadito y mojado. Está tan mono… Se me pone dura al ver ese cuerpazo de hombretón, de pelo en pecho. Me rindo a mi inconfesable fetiche, esos pelazos negros sobresaliendo de sus sobacos.
El corazón me va a mil cuando le observo quitarse los vaqueros cortos y el cabrón se mete la mano por debajo de los calzones magreándosela y poniéndose a tono. Da igual cuántas veces se la vea, no dejará de sorprenderme lo larga y enorme que la tiene. Me jode que se tumbe para jugar con su propio cuerpo, porque entonces tengo que afinar con los prismáticos entre los palos de bambú que rodean su terraza, como si estuviera viendo una peli de las que echaban antiguamente por el canal plus codificado todos los viernes de madrugada.
La tiene tan larga que, en cuanto le crece un poco, se le sale por el mismo lateral por el que se la saca para mear. Se roza el capullo con el dedo y con la yema se da un buen repasito a la raja del cipote antes de sacarla entera y zarandearla. Me parece de tan poca educación alardear de tamaño de rabo sacudiéndolo hacia arriba y abajo, que roza lo indecente. Y lo indecente me pone bien perro.
Le veo retorcerse sin calzones, bronceado por la luz del sol, sudando, juagndo con su polla, estampándola en la palma de su mano, dándose golpes sobre el vientre como Tarzán hace con los puños sobre sus pectorales, comprobando el peso y la potencia de esa jodida y enorme polla gigante. No mkiento si digo que más de una vez me ha dado por interrumpirle llamando al timbre de su puerta, porque no concibo que un tio así juegue a solas cuando puede tener a alguien como yo que con mucho gusto se dejaría azotar por ese miembro viril.
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