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Benjamin pone a comer rabo y se folla a pelo el culazo de Damian de cruising entre las palmeras | Latin Leche

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A veces hacer cosas de hombres requiere de su momento de intimidad. Esa paja a solas en tu habitación a puerta cerrada o en el baño echando el pestillo, hacer pis en la calle dando la espalda al mundo, dejando que sea la pared la única que vea tu hermosa minga zarandeada entre los dedos de tu mano, sacudida para echar las últimas gotas, follar con otro tio sin quedar en su casa ni en la tuya.

En cuanto se vieron paseando por la playa, Benjamin y Damian se quedaron prendados el uno del otro. Apenas tardaron un par de minutos en acercarse y decirse lo mucho que se gustaban. Atractivos, bonita sonrisa, labios gruesos, barbita, ojazos. Todo en ellos les despertaba tanto a uno como a otro la picha de su letargo. La eterna duda. Playa o montaña, aunque en este caso era playa o internarse en el bosque, hacerlo a la vista de todos, para que en cualquier momento algún mirón se acercarse para hacerse una paja, o cobijarse bajo la espesura de los árboles gozando de más intimidad.

Damien dejó que Benjamin escogiera y como chico malote que era, eligió bosque. Estar en un lugar apartado, sin nadie a la vista, con tantos caminos, dos hombres solos y necesitados. Benjamin se puso cachondo y cariñoso y no esperó más. En uno de los caminos alargó el brazo, apretó con la mano el paquete de Damian y le hizo saber que necesitaba que lo hicieran allí mismo.

El primer beso fue definitivo. Lo hicieron mirándose a los ojos, a la boca, a la nariz. En cuanto descubrieron que se les estaban hinchando las pollas, tuvieron claro que se gustaban más de lo que pensaban en un principio. Como Benjamin no paraba de amasarle el paquete, Damian se bajó las bermudas y le enseñó la polla, morcillona, descapullada, poniéndose durita y bien gorda. Benjamin se agachó, recogió el cipote con la lengua y se metió la chorra en la boca degustándola con cariño.

Dos repasos con esos labios bonitos bastaron para ponérsela tiesa. Qué bien chupaba pija ese mamón tan guapo y además se la metía profunda por la garganta. Un lugar así no se hacía sitio de cruising de la noche a la mañana, se hacía por chicos atrevidos como ellos, por otros que pasearan por allí y les vieran, por el boca a boca que haría después de las suyas.

Era como estar en un sueño, como volver al pasado. Damian miró hacia un lado del camino por si venía alguien, como si le importara. Era como volver a su adolescencia, estar haciéndose un pajote en la habitación y temer que alguien llamara a la puerta o entrara sin llamar y le pillara con los pantalones por los tobillos. Agarró la cabeza de ese tio guapo por el cogote y le puso a comer rabo.

Sabía que cuando acabara, iba a tener que devolverle el favor, pero Damian no se había comido ninguna picha todavía y no sabía muy bien cómo hacerlo. Benjamin le relajó diicéndole que se agachara, que le daría algunos consejos. Lo primero que hizo fue bajarse el bañador y enseñársela. A Damien le gustó la forma de ese rabo también gordito, más blanco que el suyo y acompañado de unos buenos cojones.

Se la agarró, la palpó en su mano, se agachó, se la metió dentro de la boca y comenzó a amasarla entre sus labios. Pues no era tan difícil después de todo. Estaba calentita, se endurecía a cada mamada en el interior de su boca y daba gustito eso de comérsela entera hasta notar la rugosidad y la temperatura de los cojones ardientes en la barbilla, los pelazos negros de la base de la polla haciéndote cosquillas, mezclándose con los pelos del interior de la nariz.

Se la sacó, la miró grandota enfrente de su cara, toda dura y llena de babas y se sorprendió a sí mismo al ccomprobar todo el trozo de verga que se había mamado. Estaba hecho todo un tragoncete y él ni lo sabía. Al descubrirlo, se animó a sí mismo e hizo más virguerías por allí abajo, relamiendo huevetes con la lengua, succionándolos como a él le gustaba que le hicieran.

Se la dejó durísima. Benjamin se desnudó por completo. El tio estaba atlético y tenía un cuerpazo. Damian se puso tontorrón y decidió que ese chaval tenía que probar su culazo. Sacó la toalla que llevaba para tumbarse tranquilamente en la playa, la colocó sobre las hojas de palmera que habían caído sobre el suelo y se puso a cuatro patas. Sintió que Benjamin se acercaba por detrás, que doblaba las rodillas y que presentaba sus respetos al ojete dirigiendo el misil de su bonita polla hacia la entrada.

Se la metió toda desnudita y sin condón, hasta el fondo. Benjamin le cogió de las nalgas como si fueran su silla de montar. Le gustaba ver cómo su miembro viril se colaba y salía de un agujero apretado. Se consideraba un muy buen follador y a ese culo no le iba a dejar con las ganas. Deseó que algún mirón estuviera observando cómo empotraba, poque sabía que mirarle por detrás, con su culito firme y su cuerpazo enfilando un agujero a toda hostia, estaba tremendo.

Quien lo estaba gozando era Damian, que terminó por elevar la espalda, agarrarse la pija y masturbarse corriéndose en la palma de la mano con una abundante cantidad de leche bien espesita. Benjamin era incansable. Ni la situación tan morbosa follando entre palmeras le hacían vencerse. Necesitaba más culo. Se lo folló bocarriba abriéndole de piernas de par en par.

Qué cuerpazo tenía el cabrón, esos muslazos, ese culito respingon atacando, esa porte de follador inagotable, esos huevazos colgando entre sus piernas, estampándose una y otra vez sobre el pandero de otro hombre, haciéndole feliz. Normalmente, después de correrse, cualquier tio pierde el interés durante unos minutos por todo lo relacionado con el sexo, pero tener ese cuerpazo encima de él, con los abdominales marcados y esa cara guapísima, hizo que Damian se cogiera de los brazos de Benjamin y se excitara de nuevo.

El tio estaba sudando la gota gorda. Los goterones de sudor le caían por la frente, por la nariz. Estaba haciendo un buen trabajo. A Damian se le puso dura de nuevo y se corrió por segunda vez dejándose la lefa sobre le torso. Benjamin salió muy justo de tiempo del agujero. Nada más sacarla, ya estaba regando la raja del culo de Damian, ensuciándole los huevos morenotes de paja.

Todavía corriéndose de gusto, Benjamin recogió con su larga pija el semen que le había dejado encima de las pelotas y se la clavo de nuevo por el ojete. Menuda tardecita. Damian había ido a pasar una tarde tranquila a la playa y ahora estaba con el ojete del culo abierto, con un montón de leche suya y de otro tio sobre su cuerpo, sobre sus pelotas y un guaperas desnudo con la polla todavía tiesa acariciándole la entrada del culo.

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