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Bo Sinn pierde la virginidad por primera vez con el enorme pollón de Alex Mecum y termina con el culo lleno de leche | MEN

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El doctor Alex Mecum había escuchado de boca de sus compañeros de profesión que últimamente acudían a urgencias bastantes hombres con un extraño síntoma: desmayo por exposición a un gusto extremo provocado por meterse cosas por el ojete del culo. No supo bien a lo que se referían exactamente hasta que Bo Sinn llegó en su turno con ese mismo síntoma, le metió en el túnel y descubrió que el tio se había metido por el agujero el consolador de su chica.

Con mucho tacto, le retiró los huevos y esa enorme polla que tenía colgando y que le llegaba hasta el ojete y le sacó con cuidado el consolador, compuesto por varias piezas de forma cilíndrica que daban un gusto exquisito al sacarlas, bien que lo conocía él. Mientras lo hacía, no sabía si le gustaban más los gemiditos que ese tio soltaba por la boca al expulsar cada bola o palpar sus cojones y su cigala, que cada vez se le estaba poniendo más dura y grande, gigantesca.

No se pudo resistir. Se imaginó a ese empotrador agujereando culos y la simple idea de explorar su culito, ahora que estaba medio desmayado, y aprovecharse por su posición de médico de urgencias, le volvió loco. Miró hacia la puerta para comprobar que estaba cerrada. A esas horas de la madrugada y sin más pacientes a la espera, tenía tiempo. Con una mano le asió la polla y se la pajeó, con la otra empezó a meterle los deditos por el agujero.

Se inclinó y adoró esa enorme verga con la boca, considerando la cantidad de culos y coños que se habría follado. El rabo respondió a las caricias de sus labios hinchándose y poniéndose más grande, jodidamente enorme y tieso. La tenía tan larga que no había humano que pudiera tragarse todo eso, al menos por el orificio de la boca.

Menudo vicio tenía ese pedazo de palo. Alex ya no sabía si bajarse los pantalones y aprovechar esa dureza para montarse encima o seguir mamando de lo rica que estaba. Se la mamó un rato más, llenándose la boca de rabo, metiéndoselo hasta donde pudo. El paciente despertó, aunque todavía estaba un poco mareado y seguramente no se daba ni cuenta de dónde estaba, porque elevó la cabeza, miró hacia abajo y seguramente pensó que estaba en su habitación, con alguna cita que se había llevado a la cama.

Eso, eso, que siguiera pensando lo que quisiera, que así Alex podría hacer lo que tenía pensado. Dejó caer la polla de Bo sobre su vientre y este la recogió comenzando a pajeársela mientras Alex exploraba ese bonito ojete apretadísimo y caliente. Sabía que cuando un tio descubre el placer anal, ya no puede parar. Le metió un dedito y volvió a comerle la polla. Esa triple comida le estaba volviendo loco. El rabo gigante, los huevos y el culete, todo para él en esa noche histórica.

Para cuando se bajó los pantalones, Alex tenía la picha bien dura, un pollón enorme con un cipote hecho para dar placer inmenso. Se arrodilló sobre la camilla, elevó las piernas del paciente, presentó el capullo ante su agujero acariciándoselo, esperando que se abriera apenas un poquito para poer meterla y cuando vio la ocasión se la coló sin condón, super ajustada. Sin él saberlo, acababa de desvirgar el culazo de Bo.

Era el primer hombre en explorar ese planeta desconocido. No podía tenerla más apretada ahí dentro. Necesitaba metérsela por completo. Le quedaban unos diez centímetros para conseguirlo. Empujó fuerte con las caderas y cuando tocó tope, la sacó unos centímetros para volver a meterla arrastrando un trozo más de rabo hacia su interior.

Cada vez más, un poquito más. Se le acabó la paciencia, las ganas le pudieron y se puso en plan cabrón metiéndola con fuerza, aplastando los huevazos en la raja de ese culo y haciendo que el paciente exhalara un gemido de emoción intenso. Tras unas cuantas batidas, tuvo preparado ese culo para follárselo. La cara de Bo hacía gestos involuntarios de dolor y gusto extremos a la vez. Tener una polla caliente y dura dentro del culo, un buen falo masculino, era parecido a meterse juguetes por el ano, pero la sensación era mucho más placentera, sin lugar a dudas.

Alex estaba tan inmerso en la follada que no reparó en que el paciente se estaba despertando por completo. Cuando se dio cuenta, Bo se levantó y se puso de pie encima de la camilla. A Alex se le cortó un poco el rollo, pensando que quizá se había propasado más de la cuenta en sus funciones como médico, pero cuando vio a ese tiarrón ahí desnudo, con la enorme y larga minga colgando y meciéndose entre sus piernas, se puso a tono de nuevo.

Si en ese momento recibía una buena hostia de ese hombre antes de largarse, por lo menos se había comido una buena verga y había explorado un buen culazo hetero. Cerró los ojos esperando cualquier cosa. Lo siguiente que ocurrió fue que Bo le agarró por la solapa de la bata y le pidió que por favor se lo siguiera follando. Con fuerza Bo le tumbó en la camilla, le desgarró la bata descubriendo el torso masculino y potente y se subió con él a la cama haciendo una sentadilla, dispuesto a empalarse la polla dentro de nuevo.

Mientras Bo iba bajando el culo dándole la espalda, a Alex se le abrieron los ojos como platos. Se fijó en las espaldarazas de ese machote, en su culazo, en sus tatus, en la minga que le colgaba entre las piernas y que un segundo después le rozaba el interior de los muslos mientras Bo le asía la polla con la mano conduciéndola hacia el hueco de su ano.

Dio gracias por estar esa noche de guardia, por tener a ese hetero fornido y atractivo saltando sobre su verga, por sentir su larga picha rozándole los muslos a cada salto. Bo sabía bien lo que le gustaba a hombres como él. Dirigió la follada como le dio la gana, manejando a su antojo a ese médico pollón. Se puso a cuatro patas sobre la cama y le dijo que se follara su culo de macho.

Alex escupió en la raja para facilitar la tarea y se lo enculó una y otra vez a pelo. Solía follar con ganas, pero esa noche estaba totalmente descontrolado. Jamás podía imaginar que una velada que se antojaba aburrida acabara de aquella forma, desvirgando el culazo de un hetero, sacando la porra y soltando el calcio de los cojones encima de su pandero, dejándoselo sucio y lleno de esperma.

Todavía le quedaba una buena sorpresita. Bo se dio la vuelta rápidamente, se agarró la polla y se la peló a la vez que hacía a Alex ponerse de rodillas en el suelo para recibir lo suyo. Abrió la boca exhalando el aliento sobre el capullo de esa enorme verga, rozando con la lengua la raja de su cipote y recibió un buen lechazo. Cerró la boca degustando el sabor a semen y aprovechó para rebozar su cara por encima de ese miembro corrido.

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