Ser preparador físico de Malik Delgaty requeria una fuerza de voluntad extrema. La misión de Paul Wagner era prepararle y engrasar su cuerpo en aceite para destacar sus voluminosos músculos y que estuviera listo para la competición de culturismo, pero cada vez que rozaba ese cuerpazo con sus manos, cada vez que veía el viscoso líquido embadurnando sus pectorales o cayendo por ese culazo redondo y grande, se le ponía durísima.
Que se estaba enamorando de ese chaval tan potente era algo obvio y no pudo esconderlo más cuando un buen día salió de la habitación y se lo encontró vistiéndose. No le ayudó a vestirse, sino a quitarse la ropa. Le abrazó por detrás, le desabrochó los pantalones, se los bajó un poco y al rozarle la parte lateral de la cadera se topó con un voluminoso pollón encerrado en los calzones. Se los bajó y se quedó alucinando con el pedazo de pollón que tenía ese chulo, largo, gordísimo y jodidamente enorme, rebotando ahí abajo, delante de sus narices.
Juguetearon durante un buen rato, tocándose, acariciándose, juntando y masturbando sus rabos juntos, demostrándose lo mucho que se apreciaban. Malik se puso a cuatro patas y simuló que se estaba follando un culazo. Como cualquier otro hombre, Paul no pudo resistirse al ver a ese tiarrón enculando, con sus pelotas y su enorme miembro colgando y bamboleándose. Le echó mano a la entrepierna cogiéndole el rabo, pajeándoselo, mientras con la otra mano le acariciaba la raja de su estupendo culo.
Luego le tumbó en la cama y le comió la polla, le besó y se esnifó sus cargados huevos y fue un paso más allá, explorando las profundidades de su bonito, nunca mancillado y apretado ojete sacando un dildo de entre las sábanas, haciéndole sentir un hombre completo. Hasta ahora había escuchado sus gemidos de furia rompiendo culos, pero era la primera vez que escuchaba esos gemiditos de gusto.
Le gustaba y aprovechó el momento. Le hizo ponerse de nuevo a cuatro patas y le penetró el culo sin condón. Apenas fue un instante, hasta que Felix Fox apareció por la puerta y exigió su paga de rabo, tumbando a Malik en la cama y sentándose sobre su potente verga. Felix era el chaval más salido que Paul como entrenador había conocido nunca. Antes de cada entrenamiento, para acudir relajadito, necesitaba enchufarse unas cuantas vergas por el culo y comerse otras tantas. Era su forma de desfogar.
En el club había muchos tios que estaban encantados de metérsela. Malik le propinó una buena mansalva de pollazos follándoselo a pelo en la cama. Ese agujero atrapaba su polla de una forma tan irresistible como desesperada. Incansable, veía cómo el pito de Felix, de buen tamaño, se iba enderezando y poniendo firme, demostrando lo mucho que le gustaba.
Cuando probaba su primera polla, se volvía loco, cogía el móvil y citaba a todo el equipo al completo. Estar rodeado de tios guapos, atractivos y bien dotados le hacía sentir un cerdaco y en paz. Les hizo llegar con calzones blancos, aunque duraron poco ajustados a sus cinturas. Fue casi una fantasía ver a otodos esos chulazos de pie quitándose los gayumbos y mostrando la voluminosidad de sus pollas duras.
Los hermanos Delgaty, con Clark Delgaty a la cabeza dándole de comer rabo, le abrieron los dos agujeros a la vez rompiendo el hielo. Otros tios les rodeaban esperando su momento y el resto de calentaban adorándose las pollas. Clark fue el segundo en robarle el culo. Los dos hermanos no sólo eran parecidos físicamente, sino que sus rabos eran casi idénticos, por lo que apenas notó la diferencia excepto porque a Clark le gustaba dar palmaditas en el cachete arreando el culo. Una familia de bien dotados.
Ahora era Markus Kage el que le daba de comer de su gorda y robusta polla y Skyy Knox le ayudó en la tarea. Machos así de fornidos se merecían dos cabezas en su entrepierna adorando su pija. Fue el rabo del tatuado y guapísimo Tony D’Angelo el siguiente en explorarle el ojal, dando una lección a todos de cómo amar un culo. Todos los chicos se colocaron alrededor para observarle, la forma en la que le hacía la sillita ahí de pie, acoplando sus pantorrillas a la parte trasera de los muslos de Felix y arremetiendo con mucho amor.
Era una oportunidad de oro para cumplir una fantasía. Tony se tumbó en el suelo, enderezó su polla y Felix se sentó en ella saltando encima mientras los demás chicos se acercaban a alimentarle con sus porras. Bien follado, escuchó sus gritos de guerra, sus guarradas, sintió cómo le apaleaban la cara con los rabos haciéndole sentir la pedazo de puta que quería y que necesitaba ser en ese momento.
Estaban bien fuertes y hacían con él lo que querían. Malik le agarró por los brazos, le levantó y el jovencito Kenzo Alvarez le cogió por delante de las piernas metiéndose entre ellas y colándole su picha. Estaba en volandas entre los dos, Markus le sostenía por la espalda. Podía sentir el roce de su cipote duro rozándole la espalda. Giró la cabeza y vio el enorme y largo miembro viril de Trent King ahí colgando entre las piernas, esperando su turno.
Metérsela por el culo sin condón se había convertido en un entrenamiento más en equipo. Cuando Skyy arremetió, el resto le animaban. Skyy y Kenzo compitieron durante un rato para ver quién se lo follaba mejor. Después Gabriel Clark, Markus y Darenger McCarthy se tumbaron en el suelo en fila, preparados para que Felix fuera sentando el culo en cada uno de sus rabos tiesos.
Terminó slatando sobre el de Markus y le encantó ver cómo los chicos se ayudaban entre ellos, acercándose, cogiéndole de las nalgas, impulsando su culete hacia arriba y hacia abajo para que se insertara más y más la polla dentro del hueco. Le levantaron las piernas y le dejaron el culo hacia arriba. Trent se lo taladró con su negra, larguísima y enorme pollaza. A él le siguió Darenger, Skyy y todos los chicos, uno a uno fueron metiéndole el rabo por el ojete del culo. Nueve pollas cargadas de vicio, haciéndole un buen agujero.
Miró hacia arriba, vio esas caras guapas, los cuerpos desnudos de esos nueve tiarrones, sus rabacos. Felix se cascó un pajote bien a gusto y se preparó para otra auténtica fantasía: arrodillarse, rodearse de hombres a punto de correrse y dejar que su cara y su cuerpo fueran el lienzo donde pintaran. Menudo círculo le habían hecho bien cercado. Mirara donde mirara sólo veía caras de gusto, gimiendo, pollas pajeadas a punto de escupir leche.
Algunas iban bien cargadas, soltando unos chorrazos de esperma que le cruzaban la jeta y salpicaban a los compañeros. Pronto la leche empezó a pesarle encima de la cara y empezaron a resbalar lingotazos blancos de su barbilla. Tenía lefa en los ojos, taponándole el orificio nasal y si abría la boca para tomar aire, encima le caía un buen postre. Pedazo de bukkake le estaban metiendo esos gamberros. No retuvo tanta leche en la boca, se lo tragó todo saboreando el caldo de esos nueve machotes. Se despidieron aporreándole la cara lefada con sus miembros corridos y alegres.
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