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Sebastian Porto se hace un pedazo pajote masturbándose su hermoso pollón venezolano | MASQULIN

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En cuanto Sebastian Porto terminó su espectáculo en el escenario, pagué una propina al camarero para que me dejara colarme en los vestuarios. Me había quedado tan prendado de su mirada de ojos penetrantes, de su torso y de la sensualidad nativa venezolana que desprendía al mover su cuerpo. No se sorprendió al ver aparecer a alguien del público allí de repente, es más, parecía como si lo esperase, como si fuera el orden natural de las cosas que le sucedían tras acabar su trabajo.

Le susurré al oído que subiera conmigo a la habitación. Nunca olvidaré su mirada, con su cara tan cerca de la mía, su torso caliente con ese pechote algo velludo y musculoso, sus fuertes biceps, la forma en la que me regaló un pase a solas ya en el cuarto, mientras se desabrochaba el botón de los vaqueros y me miraba agarrándose el paquete con la mano llena, dejándome ver que la polla le llegaba hasta el bolsillo de los pantalones, toda bien dura.

Salivé como un perro cuando se sentó en el sofá y elevó el trasero para sacarse los calzones rojos de la suerte que llevaba puestos. Vi salir su rabo despedido hacia un lado y hacia arriba, reposando sobre su muslo izquierdo, todo largo y grueso. Me senté en el suelo para ver cómo se pajeaba la polla, cada vez más dura y despampanante, con un capullo rojizo que parecía que fuera a explotar de placer de un momento a otro.

Cada vez me sentía más atraído por esa carita angelical y a la vez de chico malote, el ángel y el demonio susurrándome a la par, como en los cuentos. El flequillo hacia un lado, su carita enmarcada en una cuidada barba y bigote. Y esa polla que cada vez me gustaba más, que cada vez me apetecía más tener entre mis manos, en mi boca, surcando las profundidades del agujero de mi culo.

Me encantó verle disfrutar haciéndose una paja y yo hacía lo mismo mirando, descubriendo lo mucho que le apetecía estrujarla entre sus dedos, relamiéndose esos bonitos labios, aguantando la leche en las pelotas. Aluciné con lo dura, gorda y tiesa que se le puso en el momento de la corrida, un buen palo duro para conducir la leche espesa brotando de su cipote como una fuente, llenándole de esperma.

VER A SEBASTIAN PORTO EN MASQULIN.COM

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