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Jim Durden se vuelve loco follándose el precioso culazo de Manny sin condón y se corre en todos sus morros | Bel Ami Online X Sean Cody

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Tras la cena de presentación, al día siguiente los chicos comieron copiosamente y holgazanearon todo lo que quisieron y más en esa casa rural española situada en un paraje natural idílico. La noche anterior ya ocurrieron cositas, acercamientos, algunos a plena vista como la follada que se metieron junto a la piscina Tom y Justin, pero aquello sólo había hecho que comenzar, porque tantos chicos guapos y buenorros en una casa de vacaciones iba a acabar como Melrose Place mínimo, todos liados con todos.

Después de la siesta, llegó el ratito de piscina. Todos los chicos se habían fijado ya en la cara guapa y los ojazos de Manny la noche anterior, pero verlo ahora en bañador, semidesnudo sentado al borde de la piscina, con ese cuerpazo musculoso, esos hombros robustos y anchos y el pechote peludo tan varonil, hizo que las pollas les empujaran las hueveras.

Lenguas que instintivamente se relamían los labios, dedos que inevitablemente iban a la boca, deseando comerse a ese cachorro. Jim Durden se quedó embelesado como sus colegas, pero fue más rápido que ellos y se acercó a concerle mejor. Tocó todo eso que había estado mirando y mucho más, reparando en el pedazo bulto que se le marcaba en los ajustados speedo que llevaba puestos, en la forma de su voluminoso culazo que deseaba follarse a toda costa. Le gustaba todo de él.

Al ponerse de pie, Manny tampoco tuvo reparos en decantarse por lo que le molaba de Jim y es que quedó expuesto a plena vista cuando salió de la piscina. Un tio capaz de salir del agua fría y que aún con la polla encogida pudiera tener semejante paquete elevándose bajo las bermudas, era digno de descubrir, así que Manny le metió un buen agarrón al paquete y se lo sobó todo. Lo que tocó tuvo que haberle gustado demasiado, porque se dieron el visto bueno y se dirigieron a la habitación.

El resto de chicos les vieron subir las escaleras, muertos de envidia. Jim se les había adelantado. Ya en la habitación dieron rienda suelta a sus fantasías. Se morrearon y se tocaron. La mano de Manny fue directa a meterse bajo las bermudas, sacando con ella un pollón gordo y enorme que enseguida se puso bien duro al notar el contacto. Jim tiró de la goma de los speedo de Manny por la parte frontal y le sacó el rabo, se los bajó por completo y se quedó enamorado viendo cómo le colgaba la polla al muy cabrón, tremendamente larga, rebotando sobre sus propias pelotas.

Jim se apoyó en la barandilla, colocó una mano sobre la cabeza de Manny aprteando hacia abajo y le puso a comer rabo. Daba las gracias por poder conocer a nuevos tios tan guapos como ese, por ver cómo le mamaba la polla entera, todo un buen pollón recorrido por grandes venas, largo y gordísimo que apenas le cabía en la puta boca. Se la dejó super dura y casi se corrió cuando se la sacó de la boca, empezó a palmearla sobre su lengua y le echó una mirada fulminante con esos ojazos. Jim sintió la necesidad de darle todo en ese momento y casi se le escapó.

Le devolvió la mamada. Si bien Jim no era un experto chupando pollas como el resto de sus amigos, iba a darlo todo con esa, porque le molaba su forma y poque estaba para hacerle varios favores. Lo hizo como un pro, sin manos, ejerciendo succión con la boca para mantenerla a flote. Se pusieron de pie decidiendo el próximo movimiento, pajeando cada uno la polla del contrario.

Al final ocurrió lo que tenía que ocurrir por naturaleza. Manny se puso a cuatro patas y Jim descubrió el agujero de ese culazo tan guapo. Esos pelitos negros alrededor del hueco que se perdían en una hilera y se bifurcaban hacia sus pelotas y sus muslos. Como un perraco perdiendo la paciencia, tremendamente excitado, sin contorl sobre su propia puntería, Jim escupió al agujero y se mojó el dedo gordo en saliva. Tras darle un repaso con el dedo, empezó a lamerle toda la raja, cerrando los ojos y dedicándose a disfrutar.

Cuando lo tuvo suficientemente mojado y algo dilatado, se puso de pie, empujó su durísima y gorda polla hacia abajo encajando el cipote dentro de su ojal y lentamente, con mucho cariño y mucho cuidado, le fue penetrando a pelo. Los gemidos de dolor y gusto de Manny no se hicieron esperar. Algo tan jodidamente gordo entrando por su ano le hizo reaccionar al momento, pero le gustaba mucho.

Jim tenía algo que terminaba por abrir el agujerito de los chicos a tope. Cuando conseguía meterla un poco más, aumentar el ritmo de la follada hacía que los cojones colgantes palmearan la entrepierna de los chavales y eso les pusiera cachondos. Tener una buena cojonera colgando era un plus añadido que al menos a él le venía de putísima madre y de alguna forma venía a compensar el hecho de que en su vida normal tuviera que meterse la mano por los vaqueros para meterse las bolas dentro de los calzones. Lo uno por lo otro.

Sospechó que Manny no terminaba por acostumbrarse al tamaño de su rabo, porque no paraba de poner la mirada perdida y de aferrarse a las sábanas que tenía debajo. Le abrazó por detrás, acopló los muslos a su culazo para darle una buena tunda y le propinó besos y mimitos mientras se lo trabajaba como él bien sabía hacerlo. Ese primer contacto visual, metidos uno dentro del otro, le puso tierno y necesitó más.

Le dio la vuelta, lo dejó tumbado bocarriba, le acarició el agujerito con el cipote para que se sintiera cómodo antes de atravesarlo de nuevo con toda esa verga, se la metió y se inclinó hacia él aferrándolo a dos manos por detrás de la cabeza, poniendo su frente contra la suya, nariz con nariz, echándose el aliento de vicio, mirándolo fijamente a los ojos, sintiendo que se estaba enamorando poco a poco de ese cabrón.

Aunque intentaba mantener el control, cuando Jim follaba, como cualquier tio, terminaba perdiendo la cordura y se abandonaba al instinto. En ese momento sintió un tremendo cariño por Manny, cerró los ojos y le dio su bendición con un besito en la frente mientras le jodía el ojete con la polla. Le excitaba muchísimo ese tio. Si esos días se les permitía el amor en esa villa, él quería tenerlo con Manny todos los días.

Sintió el roce de los duros pezones de sus fornidos pectorales en su torso. Con cada beso, sus labios se despegaban llenos de saliva, cargados de aliento de amor. Jim tomó asiento y Manny se sentó sobre sus piernas, empalándose en su duro rabo. Jim empezó a culear desde abajo sin poder parar. No quería salir de ahí dentro, no imaginaba un momento en que no estuviera penetrándolo con la polla, era un puto vicio. Manny empezó a pajearse, pero Jim retiró esa mano y la sustituyó por la cuya. Antes se metió un escupitajo en la palma para poder masturbársela bien.

Jim se tumbó y siguió follándose a ese musculoso y guapísimo tiarrón empalado en su polla. Estaba tremendo. Manny se empleó más a fondo en su pija, pajeándola con rapidez. Miró a Jim, diciéndole que se iba a correr. Jim le dio su consentimiento, observando cómo a Manny se le ponía la cara roja de gusto, cómo todos sus músculos se le ponían en tensión, luego el gesto de su cara, de dolor y gusto, seguido de un baño de esperma, virutas lechosas y blancas desperdigándose arriba y abajo, cayendo sobre sus muslos, saltando sobre los pelos de sus pectorales, colgando de los pelos, dejándole to guapo.

No era fácil aguantar el tipo, metiendo rabo, cuando un tio se dejaba y te dejaba así de sucio. En cuanto Jim comprobó que no le salía más leche de la polla, se la sacó del culo y se tumbó cruzado en el sofá, esperando a que Manny le mamara la verga y le diera culito para marcarse entre los dos un sesenta y nueve. Cada hombre tenía uno o varios fetiches, posturas o cosas que le gustaba mirar para que la corrida saliera como la espuma. La postura preferida de Jim era esa en la que podía ver un culazo de cerca, con la raja abierta, con los huevos y la polla colgando entre las piernas, ver toda la dote de un buen macho a un palmo de su cara.

Manny no paraba de masturbarle, mamarle y darle zambomba a la tranca. Jim cogió la larga polla de Manny y la pasó entre sus piernas, se la llevó a la boca y la mamó como si estuviera tomando su primer biberón. La lefa no tardó en fluir desde sus pelotas dirigiéndose hacia su rabo. Entonces tomó el control de su miembro pajeándose a toda hostia y pidiendo a Manny que no apartara esa carita tan guapa, que la girara para poder ver cómo le metía el facial.

Manny siguió sus órdenes, giró la cabeza para que pudiera verle y sacó la lengua. En el momento en que lo hizo, un buen chorrazo salió disparado hacia su labio superior, otro se le quedó como pasta en los dientes, colgando de ellos, chorreando sobre su lengua. Jim gimió de dolor y placer mientras lo descargaba todo sobre esa boquita guapa cuyos labios mojados se cerraron luego en torno al rabo para comérselo todo, mientras Jim todavía daba espasmos y se recuperaba de la copiosa corrida. Con la boca llena de sus mecos, Manny se levantó y se acercó a darle besitos. Jim intuyó que esas serían, sin duda, las mejores vacaciones de su vida.

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