A veces Malik Delgaty pensaba que quizá se había precipitado yendo a vivir bajo el mismo techo con su novia. Tras tomar esa importante decisión, se dio cuenta de que apenas tenía un momento de intimidad como antes, ni siquiera para ver tranquilamente las guarradas que le mandaban por mensaje en el móvil y cascársela a gusto. A menudo lo único que podía hacer era amasarse el paquete y esperar a que su chica se fuera un rato de casa para masturbarse.
Eso cuando no llegaba el hijo de su chica, Ryan Bailey, con los amiguitos y le jodía la fiesta. Entonces tomaba la decisión de encerrarse en la habitación tirando de pestillo y se desnudaba en la cama haciéndose la paja perfecta. Él que solía pajearse varias veces al día, ahora obligado a verse cara a cara con su larga, gorda y preciosa polla apenas una vez a la semana. Acostumbrado a no tener un rato a solas desde hacía tiempo, se excitaba irremediablemente al reencontrarse con su enorme nabo y sus perfectos abdominales y duraba poco.
Mientras se la meneaba, Malik se fijó en el extractor de leche que su chica se había dejado encima de la cama. Una vez la preguntó por qué seguía sacándose la leche de las tetas si hacía ya tiempo que había tenido a su hijo. Por lo visto Ryan seguía prefiriendo la leche natural antes que la envasada y desde que nació ella se la sacaba y el chaval venía a por su ración diaria. Con más hambre que un galgo, a pan y agua que le tenía su chavala, Malik pensó qué tal succionaría esa cosa su rabo y lo probó.
Qué rico. Era como meterla en un culo super estrechito. Hacía tiempo que Malik no notaba esa sensación tremenda y justo se corrió en el extractor en el momento en el que Ryan se pasaba por la habitación a por su merienda. El chaval alucinó, no solo por ver desnudo al novio de su madre que estaba buenísimo, sino por ver esa pedazo de tranca que tenía, ahí, echando más leche que se mezclaba con la de las tetas de su madre.
El chaval tenía un vicio tremendo y se notaba que estaba en la edad del pavo, que no sabía lo que quería a largo plazo pero a la vez tenía muy claro lo que necesitaba en ese momento. Cogió el bote y probó la mezcla de leches, miró a Malik y le preguntó si podía darle otra ración de las suyas, pero esta vez sin mezclar. Malik todavía tenía la polla tiesa, el chaval era guapete y le hacía tilín. Por supuesto que podía aguantar otro asalto.
Tenía ojitos de enamorado. No paraba de repasarle con la mirada y de tocarle con la mano el torso fornido. Se fue agachando hasta dejar la cabeza a la altura de la polla. Quizá demasiado grande para él, un pedazo pirulón de aúpa. Abrió la boquita y arropó el rabo entre sus labios con una delicia impresionante. Malik sintió que, en lugar de bajarse la trempera tras la corrida, su polla volvía a elevarse de nuevo.
Le encantó ver cómo el cipote salía por su boca todo mojado en sus babas, enorme y duro, la forma en la que se le quedaba mirando y le zarandeaba la polla golpeándose la mejilla, sintiendo el impacto del pollón contra su cara guapa. Le puso bien cachondo y aunque le veía todavía un poco tímido, le cruzó una pierna por detrás de la espalda, le agarró del cogote y lo empujó hacia su entrepierna obligándole a comer a fondo, penetrándole la garganta.
Se notaba que lo había mamado desde bien pequeño, por la forma en la que se la succionaba cuando la tenía dentro de la boca. Si lo que quería era leche, se estaba fabricando ahora bien espesita en sus cojones a base de tanto chuparsela y haciéndolo tan bien. Su madre le llamó desde la sala de estar. Sin querer ni se habían dado cuenta de que se habían dejado la puerta abierta. La habitación ya no era un lugar seguro y si tenían que hacer algo tendría que ser rapidito, antes de llamar la atención por ausentarse más de la cuenta.
Se fueron al baño y allí fue donde Ryan se entregó al novio buenorro de su madre. Al chaval se le habían pasado por a cabeza varias formas de perder la virginidad, pero nunca se le pasó por la mente que fuera así, dando la espalda al hombre al que le iba a entregar todo, pasando una pierna por encima del lavabo, mirando por el espejo cómo ese macho excitado se acercaba por detrás mirando hacia abajo, hacia su enorme polla, sintiendo una buena porra caliente acariciándole la raja del culo, abriéndose paso por ella hacia su ojete y entrando por todo su ano sin condón.
Al principio le dolió. Era como si le desgarrasen el agujero con algo enorme que le obligaba a ensancharse. Malik no tuvo compasión. Ryan pensó que imaginaría que no era virgen y por eso lo hacía así, sin tener en cuenta sus gemidos, follándoselo como si ese culito hubiera sido de su propiedad toda la vida. Empezó a metérsela a saco y con rapidez. Ryan se acostumbró por cojones y tardó poco en pasar del dolor a sentir gusto.
Los momentos en que la polla escapaba del agujero y le sobaba los cojones pasando entre sus piernas de lo larga que la tenía ese cabrón, le hicieron sentir amor del bueno. Por el espejo podía ver la cara de rabia de ese empotrador de pro, sus pectorales, sus hombros anchos, su cuerpazo musculado. Ryan no se arrepentía de nada, encantado de entregar su virginidad a un tio así de potente.
Sintió las manos fuertes y calientes de Malik en sus caderas, llevándolo hacia la puerta de la ducha, obligándole a inclinarse hacia ella para penetrarlo por detrás a un ritmo endiablado. En el baño no había mucho espacio, pero Malik se lo conocía demasiado bien para aprovechar cada rincón. Se sentó en el suelo, con las rodillas dobladas y puso en vertical su falo esperando a que Ryan se ensartara en él. Cuando el chaval se hundió la polla en el ojete, comenzó a culearle desde abajo a toda potencia, rellenándole de rabo ese culito virginal.
Malik se fijó en el chico, tan guapete y muy bien dotado. Le fue imposible no fijarse en su polla que se zarandeaba al ritmo de la follada. La tenía morcillona y bien larga. Le cogió en brazos y lo tumbó con la espalda en la tapa del retrete. Se lo folló hasta que Ryan no aguantó más y se dejó la paja encima. Ahora tocaba su turno, darle al chico lo que le había pedido, para ver si a partir de ahora iba a preferir la leche de mamá o la de papá que estaba más rica.
Se pajeó encima de esa carita guapa. Tenía las pelotas llenas de caldo para darle. Dos buenos lechazos pringándole los morritos y después su polla se convirtió en un volcán expulsando lava de semen, espesito, deslizándose lentamente por las laderas de su enorme verga, por entre los dedos, colgando de ellos hacia los labios de Ryan que le dio un besito en el cipote mojado. Habían tardado mucho en volver a la sala de estar. La puerta del baño se abrió y Ryan le dijo a su madre, con la cara llena de lefa, que a artir de ahora ya no iba a necesitar de su leche nunca más, porque ahora quería la que salía del rabo de su novio, que estaba bien rica.