Ese daddy chulazo se creía que era el único hombre en el mundo en tenerla tan grande y tan gorda. Sir Peter le demostró a Tomas Brand que había más de los de su especie. Se desnudó, se tumbó encima de la cama totalmente empalmado, poniendo las manos arriba, con los brazos a cada lado de la cabeza sobre la almohada, dejando que ese musculoso y apetitoso daddy le hiciera todo el trabajo.
Cerró los ojos y exhaló un profundo gemido al sentir la mano grande, varonil y caliente atrapando su polla, los labios atrapándola y chupándosela entera. Se fijó en esa atractiva cara de empotrador que le estaba comiendo la verga y de ahí pasó a mirar su culazo, grande, enorme, musculoso, perfecto para hacer locuras y perder la polla dentro de él.
Se levantó de la cama, se puso detrás de él y usó su técnica infalible comiéndole la oreja. Ningún hombre había salido ileso de ese momento. Tener a Sir Peter abrazándote por detrás, susurrándote al oído, restregándote la polla caliente y dura y su firme torso por la espalda. Todos terminaban abriéndose de piernas ante él. Tomas cayó excitado bocabajo sobre la cama y Sir Peter se apresuró a meter los hocicos en su raja masturbádole el ojete con la lengua.
Se ganó el derecho de follárselo a pelo, de meter su enorme polla por ese agujero caliente que le esperaba como agua de mayo. Sir Peter empezó a sentir una atracción demasiado especial por ese hombre y quiso regalarle algo muy especial, algo que hacía en muy contadas ocasiones. Le sacó la polla del culo, se sentó sobre las piernas de Tomas agarrando su verga y se la metió por el ojete sin condón. Se inclinó hacia él uniendo frente con frente, mirándole fijamente, echándole el aliento mientras la penetración fluía. Quería sentirle bien adentro, regalarle su culo, acabar pajeándole la polla y hacer que se corriera de gusto encima de su cara, mojándole la barbita con su semen.