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Adrian va de cruising, se folla a pelo los culazos de Damian y Benjamin y deja que se le corran encima | Latin Leche

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Conocían ya el camino hacia el interior del bosque, ese en el que a salvo de miradas Damian y Benjamin podían dejar de ser los machotes en el gym que alardeaban de haberse comido unos cuantos coños. Regresaron al lugar donde se besaron por primera vez, donde se comieron los rabos y se los metieron por el culo, devorando cada una de esas primeras sensaciones que les hicieron libres, dispuestos a repetir de nuevo.

Este segundo encuentro tendría un invitado inesperado. Adrian estaba en casa, cachondo perdido, mirando porno gay en el ordenador y cascándose una paja. Sus padres no estaban, así que se le ocurrió ir de caza ya que no tendría que dar explicaciones a nadie. Se internó en la zona de cruising con el corazón latiéndole a mil por hora y el brillo e ilusión de su cara al descubrir a una parejita que estaba empezando a hacer cositas guarras, dejó claro que todavía era muy jovencito y poco experimentado en el arte del amor.

Había salido en bermudas y sin calzones. Lo que estaba viendo de momento eran apenas besos y manos que se internaban poir debajo de la ropa, pero ese morbazo le ponía caliente. Se metió un agarrón al paquete y empezó a amasárselo con la mano llena. Se le puso completamente dura cuando vio a esos dos sacarse las vergas. El más morenito la tenía bien tocha y con unos huevazos de los que se llenan de leche para parar un tren. El otro guaperas de cuerpazo atlético, la tenía larguísima y bien guapa.

Fue precisamente este, Benjamin, el que precibió la presencia del chaval por las inmediaciones, parapetado detrás de una ramita que apenas le cubría nada, como si pretendiera ser descubierto. Adrian le sonrió, Benjamin hizo como que pasaba de él, o quizá no, porque con una media sonrisa de autosuficiencia, se agachó y empezó a comerle la polla a Damian.

De nuevo esa sonrisa de felicidad, esos ojitos brillantes del jovenzuelo que descubre ciertas cosas por primera vez. Ilusión. Ahora fue Damien el que giró la cabeza y le vio. Benjamin también lo hizo varias veces mientras se llenaba la boca de rabo. No cabía duda de que les gustaba que les mirasen. Parecía que su presencia les alimentaba las ganas más que incomodarles.

Sin esperar a que se lo pidieran, Adrian dio el primer paso y se acercó a ellos. Tenía la polla completamente dura y se alzaba, montando un buen escándalo bajo las bermudas, hacia la cadera izquierda. Los ojazos de Damian le enamoraron, sus labios, su carita con barba. Le agarró por detrás de la cabeza y le robó un beso que fue correspondido.

De repente Benjamin le bajó las bermudas por la parte frontal tirando hacia abajo de la goma. La polla erecta del chaval salió durísima hacia adelante, con un pedazo de cipote descomunal. Adrian sintió la caricia de los labios de Benjamin arrastrándose por su rabo mientras él besaba otros. Benjamin se levantó y con el sabor de las dos pollas en su boca, les besó a ambos, primero a uno, luego al otro, luego entre los tres, se miraron a los ojos para conocerse mejor, para forjar relaciones íntimas, para descubrir lo mucho que se molaban.

Entonces esos dos le levantaron la camiseta blanca de tirantes y descubrieron su torso fibradito, se agacharon y le comieron toda la dote. Adrian la tenía durísima, a punto de reventar. Creyó que cuando sintiera el roce de unos labios o de los pelos de la barba o de un bigote, se correría vivo. Respiró hondo. El roce de los labios de Benjamin de nuevo amasando su polla, le hizo sentir gustillo. Damian abrió la boca, sacó la lengua y le recogió los huevazos de melocotón.

Luego se intercambiaron. Damian se zambó el rabo y Benjamin le comió los huevos. Juntaron sus bocas, su polla en medio y empezaron a pajearla entre ellas, a besársela. Adrian tuvo que retirar la mirada un momento de esos dos tiarrones guapos que le estaban jalando la verga. Incluso con los ojos cerrados no podía hacer caso omiso a otros de sus sentidos. El soniquete de la mamada, el tacto del aliento, de la respiración agitada de esos dos tios que se convertía en gloria bendita cuando después de dejarle la polla bien sabrosa llena de babas, se lo echaban encima.

Se tiraron un buen rato gozando de sus rabos. Benjamin se dio la vuelta, se escupió en una mano que llevó a su culo poniéndose lubricante natural en el ojete, se inclinó hacia la polla de Damian para mamársela y dejó vía libre al chavalote para que se marcase un tanto. Después de rebozar un rato su pene por la raja, lo insertó dentro y lo gozó. Menudo culazo y qué apretadito. Le costó hundirla, pero no reculó hasta que la tuvo toda entera dentro, hasta que la vio desaparecer y lo único que quedaba a la vista eran los pelos negros de la base de sus partes nobles.

Volvieron a besarse, los tres de pie, desnudos. Benjamin no paraba de acariciarle el culete a Adrian, lo tenía muy bonito y redondete. Adrian agachó la cabeza y vio esos dos rabos desampanantes bien tiesos, mucho más largos y grandes que el suyo. Se agachó y les dio placer con su tierna y joven boquita, mientras esos dos no paraban de gemir de gusto y de despeinarle sobándole la cabeza.

Si alguna vez Adrian fantaseó con internarse en un lugar de cruising, se imaginó follado por varios tios haciéndose con el control de su culazo. Sin embargo estaba ocurriendo todo lo contrario. Damian fue el siguiente que se puso a cuatro patas en el suelo y le ofreció su culo. De igual forma que ya le ocurrió antes, tuvo que currárselo para penerarle por completo. No sería el que más larga ni más gorda la tenía de los tres, pero de cipote iba sobrado y que el cabezón se fuera abriendo paso por el interior del ano, provocaba esa resistencia.

Ya una vez la metía todo lo demás iba sobrado y se ponía a follar como un campeón. Benjamin se acercó y le dio de comer de su polla, larguísima. Iba bien dotado el cabrón. Cuando terminó de hacer su trabajo, los dos volvieron a agacharse para comerle la polla y agradecerle su dedicación. Adrian se pajeó encima de sus caras dispuesto a correrse. Le iba a encantar ver esas caras guapas con su semen chorreando por encima.

No sucedió como esperaba. Los dos se levantaron antes de que les dejara las caras sucias y le susurraron al oído si quería ir a casa. Ahora que sabía dónde vivían, le estaban dando permiso para ir allí siempre que quisiera. Dejaron que se pusiera cómodo en el sofá. Besaron su cuerpecito musculado, le comieron la polla y allí estaban los dos mirando su rabo cuando se corrió encima y la leche empezó a brotar dejándose unos buenos charcos en los pelos y por debajo del ombligo.

Un goterón de lefa le resbalaba por la minga cuando Damian se merendó su rabo y se lo llevó calentito. Notó cómo Banjemin metía la cabeza entre sus piernas y le succionaba y besaba las bolas. Cuando Adrian se sentó, todavía con la picha bien tiesa preparada para un segundo asalto, los dos se pusieron a pajearse a cada lado de él.

El primero en correrse fue Benjamin. Iba a toda hostia pajeándose cuando paró en seco con la mano en la base y le soltó un buen chorrazo por debajo de los pectorales. Damian no tardó en hacerle lo mismo disparando hacia su pechote diestro. Le encantó tener la corrida de dos machotes encima de su cuerpo. Les comió las pollas corridas todavía con una buena carga de lefa encima y terminaron besándose, compartiendo sabores.

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