Los titanes vienen de lejos. Dice la mitología griega que en un principio fueron doce, una raza de poderosos dioses que gobernaron en la edad de oro. Cada uno relacionado con un elemento primordial como el cielo, la tierra, el sol o la luna, dicen las leyendas que hubo un decimotercer dios todopoderoso, con la piel del color del ébano, alto, rudo y fuerte, capaz de provocar terremotos y mareas en la Tierra cuando en el cielo se follaba a pollazos a cualquiera de sus sirvientes. Su nombre era Titan.
Sólo algunos mortales elegidos llegaban a traspasar la barrera de los dioses para servirles en todas sus necesidades y en su primer día como dios, Titan bajó a la Tierra para elegir de entre todos los hombres a aquel que estrenaría su grandiosa polla negra. De entre miles eligió a David Avila, un muchacho con aspecto varonil, musculoso, guapo y machote. Quería eso de él, un tio que a primera vista nadie pensaría que le encanta comer pollas y tragárselas por el culo, porque eso le iba a poner más cachondo todavía que si elegía a cualquier otro.
Qué buen regalo le había hecho Tea, diosa de la vista, poder ver con sus ojos a ese hermoso joven arrodillado ante él con todo su pollón dentro de la boca. Se lo sacaba de vez en cuando para tomar aire y el rabo caía gordo y enorme hacia abajo, pero enseguida unos dedos fuertes la levantaban y la devolvían al calorcito de una boquita dulce, haciendo resbalar los labios por su precioso y enorme glande perfectamente definido. Titan hizo alarde de su masculinidad, le sacó el rabo de la boca y meneó las caderas dando bandazos con la polla de un lado a otro. David acercó la cara para llevarse unas hostias monumentales.
Titan comenzó a sentir un gusto que nunca antes había conocido y algo dentro de él lo impulsó a coger esa cabeza tan guapa con las manos y meter enculadas haciéndole tragar polla. David le cogió los huevos sacándoselos de entre las piernas y los impulsó hacia su cara mientras comía, propinándole una caricia peluda con la barbita. No podía verlo pero podía sentirlo, cómo le repasaba con la lengua por dentro, rodeándole todo el capullo, forzando la punta por la raja del cipote.
Encantado de complacer a un titán, David se puso a cuatro patas sobre la cama y se abrió de piernas dejando su culazo desplegado de par en par con el ojete a punto. Por detrás sintió unos labios fuertes amoldándose al contorno de su agujero más preciado y a continuación algo húmedo que le penetraba y le hacía retorcerse de gusto. Tenía el culo fresco y lleno de babas divinas cuando comenzó a sentir besitos por toda la espalda, antes de notar una gran presencia queriendo penetrarle por detrás.
Queriendo no, aquella maza gorda y enorme le estaba penetrando todo el ojete y el titán no paró hasta clavársela entera, hasta plantarle los huevazos en la raja del culo. Le siguieron unas fuertes embestidas que no cesaban, se la estaba metiendo como un taladro, sacándola y metiéndola hasta el fondo en cada estocada, haciendo que cayese rendido, tumbado boca abajo sobre la cama con el culo abierto y follado.
A Titan aquello le encantaba, la visión de un culo grande y fuerte con dos buenos globazos y él partiéndolo por la mitad con su gigantesca polla. Agarró cada cachete con sus manazas y los oprimió hacia el centro, aprisionando aún más su rabo dentro de ese agujero que parecía no tener fondo de lo bien que tragaba. David, que en esto tenía experiencia terrenal, poco a poco, a medida que se acostumbraba al diámetro de la polla, fue recobrando la compostura y tumbó al titán sobre la cama dedicándose a saltar con el culo sobre su enorme rabo, dándole la espalda y después presentándole sus respetos por delante, despositando su también enorme polla y huevazos sobre aquel torso de ébano.
Con una paja de culo artesana consiguió despertar la ira de Titan, que lo machacó desde abajo rompiéndole el culo. Un ligero movimiento fue el necesario para que Titan lo colocase de lado sobre la cama, justo delante de él y le endiñase la polla, que cada vez la tenía más mojada y brillante. Era tal la embestida que a David se le desplazaba todo el cuerpo a cada pollazo.
Por primera vez pudo admirar la belleza suprema de aquel titán y sentir toda su fuerza. Lo tenía boca arriba sobre la cama y le agarraba las piernas con cada mano manteniéndolas separadas para abrirle el culo mientras se lo follaba. Su cuerpo era musculoso y fuerte, con unos pectorales marcados y unos pezones sobresalientes que se empinaban del gusto. Por sus abdominales de hierro resbalaba el sudor del esfuerzo y su vista alcanzó hasta su vientre, plano y fuerte. Más abajo percibía los pelillos alrededor de la polla y apenas la base de aquel tremendo palo, que se metía dentro de él una y otra vez.
Titan comenzó a sentir una sensación extraña que le cegaba la vista. Sabía cómo se corrían los mortales, pero nadie había sido capaz de explicarle lo que se sentía antes de que eso sucediese y supuso que sería eso. Un gustillo comenzó a recorrerle toda la espalda hasta la cabeza y se le nublaron los sentidos. Dentro de la poca cordura que conservaba todavía, sacó la polla del culo y se la empezó a menear delante de la cara de David. Pudo sentir la mayor felicidad que había sentido nunca, cuando montones de lefazos salían como regueros de leche sobre la cabeza de aquel humano dejándole la cara y la barba salpicada de semen por todas partes.
Con la lefa de un dios sobre la jeta, David se puso cachondo observando aquella polla enorme, corrida y brillante. Se hizo un pajote memorable echándose los chorrazos espesos encima. El titán se abalanzó sobre el humano. Después de correrse y sin saber por qué, le entraron unas ganas irresistibles de besar y dar cariño a la par que esbozaba su primera sonrisa de forma involuntaria, cargada de felicidad. Y dicen que ese día nublado, justo a esa hora, el cielo se despejó y salió el sol.
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