Tras varias horas encerrados en el vagón de un tren, con ganas de meterla en un agujero, más de uno llegó a la habitación del hotel con la tranca bien dura bajo los pantalones. Quince tiarrones, Alex Gonzalez, Alfonso Osnaya, Allen King, Andrey Vic, Jeffrey Lloyd, Max Hilton, Octavio, Oliver Hunt, Rafael Carreras, Roque Rems, Rudy Gram, Ruslan Angelo, Sir Peter, Steven Angel y Valentin Amour, tan diferentes entre ellos pero con algo en común, su amor por los buenos culos y por los mejores rabos.
No había habitaciones para todos, pero sí una cama bien grande de matrimonio. Empezaron a cambiarse. Calcetos por aquí, calzoncillos por allá, mingas colgando, dando bandazos entre las piernas, culitos preciosos, torsos deslumbrantes, bultos apretados en las hueveras de los calzones. De repente alguien encendió la chispa proponiendo hacer paja en grupo. Se miraron unos a otros, sonrieron y Sir Peter empezó la fiesta agarrando la cabeza del colega que más cerca tenía, obligándole a bajar al pilón mientras se sacaba la verga de los calzones bajándoselos con la otra mano que tenía libre.
¿Perder el tiempo haciéndose pajas perdiendo la ocasión de tener contacto, mirándose unos a otros sin poder tocarse? Habían ido allí a pasarlo bien y qué mejor manera que descontrolarse y montar una buena orgía de mamadas y folladas entre hombres, todos metidos en una habitación. Antes de bajar a la piscina del hotel, tenían que descargarse bien los huevos. Qué hubiera pasado de haber bajado antes de quitarse el calentón de encima. Rabos empitonados todo el rato teniendo que esconder las empalmadas bajo las bermudas.
Agujeros calientes, rabos enormes, entre tanto macho aquel lugar se convirtió en un bufet, barra libre para todos. Bocas y culos rellenos de grandes pollas, cuerpazos musculosos, llenos de vigor y fuerza, a medio sudar, empotrando un hueco, mientras el compañero de turno se acerca, posa su mano en tu nalga y te ayuda a impulsarte hacia el fondo a la vez que inclina la cabeza y mira cómo tu polla entra y sale de ese apretado agujero, esperando su turno para hacer lo mismo, porque a pesar de tener más agujeros a su alcance, quiere aprovechar el hueco que has dejado abierto.