Los viernes por la tarde en la oficina sin la presión del jefe son el mejor momento de la semana. Klein Kerr se olvida de formularios y excel y dedica las últimas horas antes del fin de semana a pasarlo de puta madre metiéndose en páginas porno mientras se pajea un poco por encima del pantalón. Sabe que terminará sacándosela de la bragueta y derramando la leche sobre el piso para después borrar las huellas del historial y que el informático no pueda dar parte de la fechoría, pero en el fondo sabe también que sus compañeros hacen lo mismo, que nadie en esa puta empresa trabaja un viernes por la tarde y que se dedican a pajearse las pollas y correrse como cerdos.
Su compañero Massimo Piano entra con varios documentos en la mano justo en el momento más interesante de la escena que estaba viendo. Le pilla con las manos en la masa, pero para él debe ser tan natural hacerlo también, que sólo le pregunta si está viendo porno. Se agacha muy cerca de Klein y se ponen a verlo juntos. Cuando más calientes están, el otro compañero de la tarde, Dani Robles, al que llaman entre ellos “el fantasmón” sin que se entere, porque es muy dado a contar aventuras sexuales que nunca ha tenido, entra en el despacho.
Exclusiva mira 2 minutos de la escena
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Entra justo cuando están viendo la parte de la mamada, un tio de rodillas mamado dos pollones grandiosos. Klein y Massimo tienen ya montada la tienda de campaña y deciden probar a ver qué mentira les cuenta ahora el fantasma. Le preguntan si alguna vez ha hecho eso y reciben la respuesta que esperaban, claro, porque Dani ha hecho de todo, no saben ni por qué se lo preguntan, seguro que si le dicen si se ha follado a un toro contestaría que sí sin dudarlo. Están tan hasta la polla del chaval y sus mentiras que le retan a hacerlo allí mismo.
Entonces la creencia de que todo eran mentiras comienza a tambalearse cuando le ven hincando las rodillas en el suelo, cogiéndoles de las piernas para atraerles más cerca, cuando con ambas manos habilidosamente les baja las cremalleras, mete las manos y les saca las pollas duras, cuando empieza a pajear una y comerse otra como si se estuviera comeindo dos plátanos, ansioso. Puto cabronazo, así que era verdad y qué gusto les estaba dando en las pollas.
Le dieron de comer rabos hasta dejarle la boca encharcada de saliva antes de frotarle las pollas por todo el cuerpo y darle bien por culo. Hacía rato ya que apenas miraban la escena en el ordenador, la escena estaba allí, delante de sus ojos, los dos follándose a ese perro que siempre habían creído que era un mentiroso. Pudieron comprobar que todo aquello que había contado era cierto y le empotraron hasta las pelotas por turnos.
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