Entre su pandilla de amigos, saben que Ken Summers tiene una puntería fina fina para dar siempre con tios buenorros, salvajes follando y con un buen rabo entre las piernas para su dulce culo. Con su pinta de niño picarón y tierno a la vez, Ken se los camela en un segundo, así que cuando van a algún garito a tomar unas cervezas y van buscando tema, le esconden tras una gorra para tener más opciones antes de que el chavalín saque todas sus armas y les deje desvencijados.
Coger la bici una mañana de sábado es una buena manera para despejarse del resacón de la noche anterior y para darse un voltio por el barrio buscando al siguiente maromo que le folle el culo. Mientras pedalea, le encanta sentir la dureza del sillín blandiéndole el trasero. Lleva los slips abiertos por el culo porque sabe que va a pillar de todas todas y aprovecha la menor ocasión para abrir el culito y colarse la parte más fina del sillín por la raja, casi sintiéndolo entrar por el ojete. Pero anda buscando algo más que follar con su bici.
Fina vista que tiene el cabrón, lo ve a leguas, a un tiarrón guaperas hablando por teléfono, con barbita y gorra, pantalones de deporte, con pinta de estar algo alocado. Entonces pone en marcha su táctica para descubrir si aquel chaval le es recíproco. Aunque tenga buena puntería siempre es mejor asegurarse de que no es uno de estos machitos que reniegan del sexo con otro tio, aunque sea de los que le encante muy en el fondo. Se acerca lentamente con la bici y logra captar su atención, incluso que cuelgue el teléfono. Preguntas tímidas al principio que terminan por otras más calientes. El chaval se toca su gran paquete y una vez más sabe que ha dado en el clavo.
Zander Craze se lo lleva a su apartamento, con el espectacular escenario de fondo de la ciudad de Barcelona. Se lo quiere comer enterito y empieza por descubrirle el culo bajándole los pantalones. Para su sorpresa se encuentra con que no tendrá que bajar nada más, porque ese culo está al aire libre preparado para él. Hace que Ken gima con su comida de ojete y se pone tan tontorrón que lo termina tumbando sobre la cama, levantándole las piernas, tirando de la base de los calzones hacia arriba despejando los huevos y abriéndose hueco para comerle mejor el agujero.
Fuerza y mucho cariño es lo que siente en el culito, el apretón de unos labios que le hacen el vacio y una lengua que entra potente para meterle el principio de una folladita. Ya que lo tiene a tiro y se le transparenta, Zander levanta un poco más la tela de los gayumbos, le saca el rabo y se lo empieza a chupar. Lo que es su mazorca ya está durísima. Zander se pone de rodillas sobre la cama dirigiéndose a la boca de Ken con su larguísimo y gordo rabo casi empalmado, un pedazo de pollón enorme, curvadito hacia abajo como un plátano.
Ken no tiene ni que levantar la cabeza para empezar a comérselo, porque el capullo de aquel trabuco está directamente apuntando hacia su cara. Zander le casca un par de escupitajos desde arriba animándole a que se lo deje bien lleno de babas. Está tan rica la polla que no hace falta ni que lo anime. Las vistas de ese machote alocado con sus muslos a cada lado de su cabeza y la visión de sus huevos a la altura de su vista ya son suficientes para abrir la boca de par en par y tragar lo que no está escrito.
La naturaleza del sesenta y nueve pone cada cosa en su sitio. Zander con la polla con capuchón relamida y Ken con un considerable agujero abierto en el culo por el que le clava no uno, sino unos cuantos dedos, lo que hace que el chaval se tenga que sacar momentáneamente la polla de la boca para gemir de dolor y gusto antes de volver a cubrirla con sus labios.
No puede aguantar más la necesidad de tener dentro a ese toro salvaje. Se abre totalmente de piernas elevándolas hacia arriba demostrándole lol mucho que desea su rabo y Zander le complace depositándole el cipotón en el hueco y tirando todo el camino hacia adentro sin condón. Su culo tragón se la come toda sin problemas. Entra ajustadita y eso hace que como Zander la tiene curvada y no use las manos para metérsela, esté casi a punto de salirse varias veces, pero nada que un buen movimiento de caderas no pueda corregir para follárselo.
Es esa curvatura la que le hace a Ken ver las mismísimas estrellas, porque eso ya no es sólo que te follen, es algo más, es sentir el pollón dentro de ti y a la vez tener nuevas sensaciones a medida que te la clava más a fondo y te va rozando por lugares por los que no te habían rozado antes, es sentir el punto G, el M y el Z todos juntos. Se puso a cuatro patas con el culo en pompa para sentirla al revés a ver qué tal. Antes de hacerlo, echó una miradita hacia atrás, que le molaba ver a un tio cogiéndose el rabo gordo y conduciéndolo dentro de su ojete como el que enhebra una aguja.
Qué gustazo, le cubrió el culo entre las piernas y se lo folló penetrándole hasta dejarle los huevos calenticos taponándole encima. El cabronazo viró sobre su propia polla, sabiendo lo mucho que hacía disfrutar a los tios con ella, y se lo folló del contrario sin sacarle el rabo del agujero en ningún momento. Mira que al principio cuando se la metió flojito y lento pensó que se había equivocado, pero qué va, aquello ya estaba tomando el camino que más le gustaba, cogiendo ritmo, usando su culo para calentarse la polla y volverse loco.
Fue flipante cuando se lo folló boca arriba, tener a ese tio guaperas frente a frente, mirando su cara de vicio mientras le empalaba el trasero, escupiéndole a la cara como a una puta, soltándole guarradas en su idioma, esas que seguro se había aprendido follando algún que otro culito en la ciudad. Tanto gusto le dio tenerlo frente a frente como cuando se la metió a traición por detrás y pudo notar su aliento sobre el cuello y sus labios y dientes relamiendo y mordisqueando sus orejas.
Aquel salvaje se merecía un premio y se lo dio, un buen pajote con el culo. Se sentó sobre sus piernas, se amoldó bien la polla dentro del ojete y empezó a menear las caderas. del gustazo y sin darse cuenta, los dos se escurrieron, todavía ensartados el uno en el otro, por el borde de la cama y Ken acabó reventado a pollazos en volandas, con las piernas sostenidas por esos brazos fuertes. El borde de la cama fue el punto final donde acabó el trasero de Ken, abierto completamente de piernas y Zander atacando desde arriba taladrándole el culo.
Fue en aquella postura cuando aquel cabrón le sacó la polla del ojete y se la empezó a menear, zarandeando con rapidez ese rico nabo curbado. El tio se corrió gimiendo con los ojos cerrados y no vio ni dónde apuntaba, dejó escapar la leche a tomar por culo por todas partes y sólo volvió a abrir los ojos para volver a hincharle el culo de polla corrida. Con cara de alivio por haberse descargado los cojones, se comportó como el guarrete que esperaba, relamiendo parte de la lefada que había llegado más lejos y depositándola en la boca del chico de la bici para compartirla entre los dos, además de ponerle todo el pollón en la boca de nuevo para que le chupase las últimas gotas.
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