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Carlos Leao y otro tio pollón dan de comer doble de leche a Alex Rubio en el Boyberry Barcelona | Fucker Mate

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Dice la leyenda que en el Boyberry Barcelona hay una cabina de glory holes donde, a cierta hora concreta del día, se dan cita los tios hetero curiosos más pollones de la ciudad. Unos dicen que se trata de ejecutivos que van a calmar los cojones al salir del trabajo, unas veces van en grupo y otras a solas. Algunos confiesan haberlo probado y haber salido de la cabina con lefa de pollón por todas partes y la sensación de haberse pegado la mejor comilona de sus vidas.

Entre amigos muchas veces se lo contaban creyendo que era mentira, pero Alex Rubio les seguía la corriente, a pesar de que por dentro estaba deseando descubrir si aquello era cierto y se iba a enterar bien de la hora para estar allí el primero de la fila. Le encantaba chupar buenas mingas y pensar en que esas historias pudieran ser ciertas le daban para varias pajas al día cada vez que lo imaginaba.

14:15. Esa era la hora, cuando los trabajadores en las empresas solían hacer su descanso en el curro, cuando los niños salían del colegio, los estudiantes del instituto, todos de camino a casa para comer. Alex tenía en mente también la comida, pero sin duda un muy diferente a la que el resto de la humanidad quería en ese preciso instante. Ahora comprendía por qué era la hora “mágica” y por qué tan pocos habían reconocido haber experimentado la ya curiosa leyenda. Era quizá la hora menos transitada, con todo el mundo de camino a casa.

Prácticamente tenía todas las cabinas a su disposición y se pegó un pequeño paseíto en calzones mirando por todos los agujeros en busca de sus príncipes azules. No tenía ni puta idea de qué cabina era la correcta, pero se juró a sí mismo que, ya que estaba allí metido en la faena, no saldría del local sin llevarse encima un buen sorbete legendario de leche. Después de un rato esperando, le pareció vislumbrar algo grande que iba asomando por uno de los agujeros. Se lanzó como un puto cabrón perdiendo el culo hacia la polla, de hecho no dejó ni que su dueño la pasara al otro lado, porque ya se encargó Alex de meter la mano hacia el fondo, cogerle del mango y llevársela a la boca famélico perdido.

Madre mía, lo que contaban era verdad! Menudo pollón morenote, gordo, gigantesco, una pieza de chocolate rica rica para rellenarse la boca y darle al vicio. En cierta forma, cualquiera habría entendido que comenzara a devorarla como si llevara sin comer un mes el jodío, la polla era de lo más apetecible y encima ya iba con las pilas cargadas. Lametón a lametón, el pollón se fue poniendo cada vez más duro y más grande de lo que ya era. Sentir cómo le resbalaba por la cara, era locura bendita.

Le proporcionó una pajilla al manubrio deleitándose la vista admirando el capullo gordo y rosáceo con una buena raja escupe leches en medio. Uff, aquello tenía que soltar lefa para parar un tren. Ya podía imaginarla saliendo a chorros, resbalando por sus dedos, helado de nata en estado puro. Seguro que de todos los que ahora estaban comiendo a esa hora, él era el que mejor comida tenía dentro de la boca.

Le cogió por las pelotas posando suavemente la mano por debajo del escroto e intentó tragársela al máximo unas cuantas veces. Era demasiado grande como para conseguirlo, pero el esfuerzo tuvo una inesperada recompensa cuando notó un sabor saladito en la lengua, un poco de precum que le volvió loco y le instó a comer con más ganas. La tenía ya a punto de caramelo. Con cuidado se la sacó de la boca y le dio varios lenguetazos alrededor de la raja del cipote para saborear todo el premio.

Iba dispuesto a todo y preparado para todo, para él también hacer leyenda. Nunca nadie le había contado que alguien hiciera algo más que comer las pollas de esos seres misteriosos tras los agujeros, así que él fue un paso más allá, se embadurnó la mano con aceite lubricante, lo distribuyó a lo largo de ese pollón enorme dejando que se bambolease como un jefazo en el agujero, mientras él colocaba el culo a la altura justa y sin contemplaciones ni condones de por medio, se la metía dentro del culo completamente a pelo.

No sabía si había causado algún tipo de sorpresa en el dueño de la polla al hacer aquello porque no podía verle la cara, pero notó que le había gustado cuando, después de unos segundos, el tio empezó a follárselo. El poco tiempo que tuvo para pensar y comparar, juraría que nunca le habían completado tan bien el culo. De lo bien que le resbalaba hacia dentro, le molaba cuando se le salía del culo y de repente notaba el contacto calentito del capullo rozándole las pelotas y dándole un cosquilleo de gustazo entre las piernas. Siempre le encantó que le colasen un buen mango entre ellas.

Lo que Alex no sabía era que estaba a punto de hacer historia, cuando el poseedor de esa polla gigante hizo desaparecer su rabo por el glory y apareció en la cabina. Alex se sintió como un astronauta que hubiera descubierto un nuevo planeta, igualito. Era el primero en poner cara a uno de esos seres legendarios y pollones, un tio brasileño corpulento, guapo y fuerte. ¿Por qué le había dejado conocer su rostro? Ni idea, quizá por las ganas de comer que intuía en su boca hambrienta y por qué no, también por lo bien que se le daba mamar pollas. En eso siempre había sido un as desde que se prestaba a comérselas a pares al equipo de lacrosse.

Si la polla era grande detrás del agujero, sin la pared de por medio ya ni te cuento. Vaya pedazo bicha para perder la cabeza. Jamás había chupado con tantas ganas un rabo en su vida, no tanto como para tener ya los morros y más allá encharcados en saliva, a punto de necesitar un babero. En cuanto tuvo oportunidad el brasileño y ya con la polla engrasadita, le partió a Alex el culo en dos a lo bestia, ahora sí metiéndole caña sin un tablón de por medio.

Un pollón como ese, necesitaba urgentemente una paja de su culo sentándose encima, por muy ajustada que le quedase, mucho mejor así. Perdió el control a favor de Carlos Leao, que dobló las rodillas, cogió impulso con las caderas y el culo y le metió una revenida hasta el fondo a pollazo limpio, antes de ponerlo mirando contras los glory hole por donde apareció una polla amiga de otro de sus colegas.

Jooooder, otro gigantesco pollón, blanquito pero igual de gordo y grande. Alex ya estaba enviciadito perdido, dispuesto a abrir su culo, su boca y todos sus agujeros a aquellos machos, deseaba que le destrozaran el culo y le llenaran de leche con mucha nata. Iba a salir por esa puerta como prometió, convertido en una puta leyenda. Hostia puta, de dónde salían aquellos tios que no había visto nunca en la ciudad. Mientras saboreaba un rabo, notaba el otro acariciándole la espalda todo calentito.

Ese otro tiarrón también dio la cara y se situaron ambos a cada lado dándole mambo del bueno. Alex chupaba una polla, la otra, de nuevo la primera… era imposible decidirse por ninguna, amaba las dos por igual. Tras unas caladas alternativas, notó que se ponían celosetes. Si se comía una, el otro le agarraba de los pelos para darle la vuelta a la cara y que se la mamase, o si no, se liaban a darle pollazos en el hombro reclamando su turno, putos cabrones.

La cosa cada vez se iba poniendo más y más caliente, Alex estaba que no podía aguantar más las ganas. Les instó a machacarse las pollas sobre su cara y empezar la descarga. El brasileño fue el primero en dejarse ir sobre su jeta, soltándole unos buenos chorrazos de leche. El saborcito de su lefa ya le correteaba por la garganta, cuando el otro casi le ahoga al correrse con una ordeñada de la hostia, dejando caer toda la lefa espesa y blanca dentro de su boca en una hilera que parecía interminable, como comerse un buen cucharon de leche condensada y escanciarlo desde arriba.

Mientras las pollas le pegaban unos cuantos hostiazos en la cara, haciendo salpicar todo aquello, ya podía sentir el semen de aquellos machos resbalándole por la garganta y el torso. Menuda lefada le habían dado. Sentado en el suelo de la cabina y con el gustazo de ver aquellas dos pollazas corridas, se pegó un pajotazo que le salió del alma, dejando encharcada toda su pierna y parte del suelo. Toma leyenda.

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